DE PRIMERA MANOPrincipales

Se invirtieron los papeles: Ahora el Presidente le quita a los Estados

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín

ES PROBABLE que luego de externar estos comentarios nos acusen de vivir en un pasado “neoliberal” que ha quedado atrás.

Los “chairos”, le llaman a ese pasado “corrupto”, el “viejo régimen”.

En realidad, esta “cuarta transformación”, cada día consolida más su convicción de poner a México, no en el pasado, sino en el antepasado.

Siempre se ha sabido que la Federación regresa una mínima parte de lo que se recauda fiscalmente en los estados.

Si bien es cierto que el porcentaje varía, el promedio es que por cada peso que se recauda en una entidad federativa y que se envía a las arcas del gobierno federal, éste último les regresa entre 25 y 35 centavos.

De lo anterior siempre se ha desprendido que los gobernadores se han visto en la necesidad de acudir a la ciudad de México a gestionar recursos. Si existíauna buena relación con el Presidente en turno, los beneficios siempre fueron mayores. Los funcionarios del gabinete, sobre todo en Hacienda, accedían a las peticiones del “interior” de la república.

Pero en esta “4-T” las cosas han cambiado. Ya esa práctica de gestión de las y los gobernadores en el centro del país, forma parte del viejo régimen.

La novedad impuesta por el Presidente López Obrador es que la Federación acude a los estados para quitarle –quizá- los pocos recursos con los que cuenta.

Por ejemplo, en Sonora, las poderosas empresas mineras –por Ley- pagan promedio un siete por ciento de sus ganancias al fisco para que ingresen a un llamado “Fondo Minero”, por el que se derramaron horas y horas de gestiones y súplicas de gobernadores y presidentes municipales hace 20 años, aunado al intenso debate en el Senado, hasta que se aprobó.

Con ese “fondo”, llegaban a Sonora un promedio de 1,200 millones de pesos al año, los que eran repartidos para obras del gobierno estatal y de los municipios donde operan las compañías mineras.

Al llegar AMLO a palacio nacional, desapareció ese Fondo Minero para allegarse esos recursos (en total miles de millones recopilados en varios estados), pero el impuesto se sigue pagando por las empresas.

El Presidente golpeó con dureza a Sonora y a los sonorenses y por lo visto, ha regresado “migajas”, a la vista de todos en el miserable presupuesto federal en obras públicas.

Evidentemente, López Obrador ha dispuesto aumentar su bolsa de recursos para destinarlos a sus programas asistenciales, a costa de la desatención y abandono a la obra pública y atención a las personas que el “viejo régimen” ponía en práctica.

Otro caso es el de la nómina magisterial.

En la década de los años ochenta y aún en los noventa, el “neoliberalismo” determinó los presupuestos por programas, atendiendo a las necesidades regionales, porque el “centralismo” en el manejo de los recursos ahogaba a los estados.

Luis Donaldo Colosio, como integrante del gabinete del Presidente Salinas, era uno de los políticos que propugnaban por regionalizar la planeación y atención de las necesidades. Tuvo una dirección general, a la que denominó “atención de políticas regionales”.

La burocracia y el centralismo, que históricamente siempre había perjudicado a los habitantes del país, ahora está de regreso en esta “4-T”.

Hace un par de días se anunció oficialmente, que la nómina de cerca de tres millones de maestras y maestros del país correría a cargo del gobierno federal. Es decir, que será en lo sucesivo la Federación, desde la ciudad de México, quien pagará al magisterio mexicano.

“Le vamos a quitar esa responsabilidad a los estados”, justificó, pero no dijo que los recursos que antes llegaban a las entidades federativas por ese concepto, se suspenderán.

Sin duda, vivimos ahora una política gubernamental regresiva.

Lo que ha costado a los mexicanos sangre, sudor y lágrimas, por décadas, cae a pedazos en el cesto de la basura de palacio nacional.