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Corredores mexicanos sobreviven el horror en Boston

A los 61 años, Juan Gusmán se preparaba para terminar el Maratón de Boston en poco más de cuatro horas, el tiempo habitual en el que completa este tipo de carreras. Estaba a unas cuadras de la meta cuando vio una explosión delante suyo. Unos segundos después, llegó el otro estruendo, y dos policías lo aventaron del otro lado de las vallas.

Maratonista desde hace años, si Gusmán hubiera corrido un poco más rápido probablemente no habría podido volver al lugar de la carrera.

«En cinco minutos se pueden hacer muchas cosas. En dos minutos, un minuto, en unos segundos, pasan tantas cosas. Pero no por eso… vamos para adelante; no podemos dejar que eso nos haga dejar de vivir como vivimos», dijo a Grupo REFORMA este mexicano-americano, cuya familia llegó a Estados Unidos desde Jalisco.

Gusmán y su novia volvieron ayer a la calle Boylston, en la esquina con Arlington, donde se apiñaron los canales de televisión y desde donde todavía se podía ver sobre la calle los rastros de la carrera que terminó en tragedia.

«Está triste la cosa. Ayer pasaron frente mío un señor en una silla de ruedas que había perdido las dos piernas de la rodilla para abajo. Otro señor, como 10 segundos después, también en silla de ruedas, había perdido una rodilla. Señores y señoras con sangre. Hoy en la mañana, en las noticias veo que hay gente más grave. Está triste la cosa. Hay mucha gente mala en este mundo, no estamos creyendo en Dios», se resignaba Gusmán.

Celia Aguilar, mexicana de Toluca de 48 años, trabaja en Boloco, un restaurante de burritos ubicado frente al Jardín Público de Boston, que está a poco más de tres cuadras de la meta. Dentro del restaurante, ella dice que no escuchó nada y que se enteró cuando la gente comenzó a ingresar al lugar alterada y checó las noticias. Su hija, Carla, se encontraba trabajando mucho más cerca de las explosiones, en el Prudential Center que está cerca de la Plaza Copley.

«El impacto ella si lo sintió. Ella estaba en su descanso y sintió cuando se sacudió el edificio porque estaba cerquita. Pensó que eran las construcciones. Después llegó aquí conmigo muy preocupada, muy asustada», afirmó Celia.

Una de las maratonistas mexicanas que terminó la carrera antes de las explosiones fue Kirsten Palacios, oriunda de Ciudad de México, quien vive en Estados Unidos desde 1996. La completó en tres horas y 12 minutos.

«Fue algo muy lindo correr y ver que la gente salía a echarte porras, y había tantos niños dando ánimos en la carrera, para que termine en una tragedia», dijo.

«No lo puedes creer que esto pasó. Hoy iba a haber festivales, celebraciones, eventos para celebrar a los ganadores y los corredores. Pero todo se ha cancelado», agregó.

Gracias al tiempo en el que completó la carrera, Kirsten dijo que volverá el año próximo, una promesa que ayer se escuchó con frecuencia de los corredores que merodeaban alrededor de la escena del crimen.

«Vivo en Nueva York, y es igual, una ciudad donde siempre estamos bajo advertencias. Esto, más que nada, te más ánimo de seguir apoyando a la ciudad y no dejar que el terrorismo te cambie la vida», afirmó.

Fuentes diplomáticas mexicanas indicaron que familiares de cuatro ciudadanos mexicanos solicitaron ayuda al Consulado de México en Boston para contactar a sus familiares, a quienes hallaron ilesos.

REFORMA

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