Por Enrique “Kiki” Vega Galindo/
Sus santos, pinturas, retablos, ornamentos, piano, lámparas, candiles, documentos y libros deben de ser inventariados por el INAH, custodiados y vigilada su permanencia dentro del recinto sagrado
En 1679 Juan Fernández S. J., fundó la Misión de Santa María del Pópulo en San Miguel de Horcasitas, colocando en el altar una imagen de Santa María la Mayor o Santa María de las Nieves. En 1687 Markus Kapus S.J., se hizo cargo de la Misión. Entre 1741 y 1742 Don Agustín de Vildósola formó el Real Presidio de San Pedro de la Conquista al pie del Cerrito de la Cruz. Dos puestos estratégicos ubicados en la margen sur del Río Sonora servían al feudo de límite o frontera.
El cuartel militar o puerta de entrada se estableció en el Cerrito de la Cruz, en dirección poniente de este punto y a 2,905 metros al pie del Cerrito de la Conveniencia o de El Compartidero entre 1770 y 1771 la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe para congregar a Los Seris. En 1773 se reconoció la Misión de Los Seris y San Miguel de Horcasitas pasó a ser Presidio. A partir de entonces los siguientes misioneros franciscanos se hicieron cargo de la Misión: Matías Gallo (1773), Juan Alias (1777), Antonio López Murto (Comisario Visitador, Ministro Interino en 1780).
En 1781 a la Misión de Los Seris se le cambió el nombre por el de: Villa de San Pedro de la Conquista del Pitic, dotándose a su vez de tierras, semillas, instrumentos de labranza y animales a las familias de los soldados. Parcializaron el terreno. Introdujeron sistemas de riego. Sembraron vid, trigo e iniciaron la ganadería, convirtiéndose así en los primeros colonos de la región denominando a estas tierras como “Las Placitas”.
En 1788 justo allí donde está actualmente el Templo de Nuestra Señora Santa María de la Candelaria construyeron una capilla y le pusieron por nombre: María Santísima del Pópulo. El 12 de Septiembre de 1790 el Sacerdote Ignacio Dávalos la bendijo. Desde el 01 de Octubre de 1790 el fraile franciscano Juan Felipe Martínez atendió a los fieles de la Villa hasta 1797. De ahí le siguieron: Silvino Martínez (1801-1811), Ignacio Dávalos (1811), José Nepomuceno Gallo (1813-1820), Patricio Quezada (1814-1821), Francisco González (1822).
El 23 de Noviembre de 1833 el fraile franciscano Juan Francisco Escalante informa a la Mitra que la capilla está aislada, en la miseria y carece de lo necesario para el culto religioso. En 1845 en el vaso de la presa A.L. Rodríguez, sobrevivía una ranchería del primitivo asentamiento de la Santísima Trinidad del Pitic fundado por Juan Bautista Escalante en 1700, conocido popularmente como la Iglesia Vieja, que desapareció en 1949. Los curas o sacerdotes siguientes fueron Vicarios o visitadores en Villa de Seris: José Antonio Félix de Castro (1843-1848), José Ignacio Andrade (1848-1850), Epitasio Sánchez (1856), Trinidad Cortez (1863-1864).
Por estos años los Sacerdotes al no poder controlar, educar ni dominar a los aguerridos Seris optaron por abandonar el poblado. Por allá aproximadamente en 1880 las mujeres dirigidas por Agustina Ibarra de Araiza se organizaron para transformar la decadente capilla en un Templo. Cargaron piedras y arena del río. Levantaron gruesas y altas paredes resistentes hechas con adobes de lodo batido con espiga de trigo. El techo alto, largo, recto elaborado de carrizo y piedra pómez pegada con cal y lodo, apoyado en fuertes vigas y enormes puntales o pilares de palo fierro, pino, chino y mezquite formados en tres hileras. El piso rustico y de tierra. El altar principal, las alas y los confesionarios se hicieron con adobes, ladrillos y se forraron con madera.
En 1900 la familia Ibarra mandó traer de Madrid, España a San Isidro El Labrador, y así bautizaron al Templo. Construyeron el campanario y colocaron tres campanas hechas de oro que trajeron de León, Guanajuato. Una era la Mayor, la Mediana y la Pequeña. No había bancas solo reclinatorios. Cada quien traía su silla. Para 1926 la edificación estaba en buen estado.
Entre 1943-1945 era Sacerdote Cruz Acuña, después Roberto Gonzales Orendaín, luego regresó Cruz Acuña Rector del Seminario Mayor “La Parcela” y formó la Asociación de Catequistas con: Adelina Ferra Noriega, Carmelita (Chiquita) Villaescuza, Catalina (Quilita) Moreno Ruiz, Chinita Sotomayor, Eduviges Quijada, Lolita Moreno Rodríguez, Delia Oviedo, Eva Olea, Amantina Ferra, Cuquita Buelna, María y Artemisa Vucovich, Amelia Ruiz y Lourdes Rivera. También a Las Celadoras encargadas de cuidar el Santísimo Sacramento del Altar o sean las ostias consagradas, custodia principal de la iglesia y ellas fueron: Mercedes Peralta de Carranza, María Luisa Oviedo Bourjac, Amparo Peralta Lujan, Guadalupe (Lupita) Dávila de Peralta y 24 mujeres más.
De 1945 a 1953 no hubo Padre en la iglesia sólo uno que mandaban de la Catedral a oficiar misa. A partir de 1953 la estructura se estaba deteriorando y se empezó a derrumbar. El 15 de Agosto de ese mismo año arribó el Sacerdote José Pedroza Gallardo originario de Los Altos, Jalisco a revolucionar a la gente e inició la obra de construcción del nuevo edificio. Diseñándolo al estilo franciscano. Pero falleció en un accidente el 13 de Septiembre 1954 en Magdalena, Sonora.
El Padre Hermenegildo Rangel Lugo prosiguió con los trabajos. Pero a partir de 1956 se hizo cargo de la Vicaria el Padre Roberto Montaño Moreno a encargarse del culto religioso. Formando la Asociación de Catequistas con: Josefina “La Finita” Dávila, Amelia Juvera, Catalina Moreno Ruiz, Chiquita Villaescuza, Delia Oviedo, Enriqueta de Loustaunau, Lupita Higuera y Olguita Espinoza. A las cantoras: con la voz privilegiada de Villa de Seris quien fuera Eduviges Quijada quien tenía tres voces: soprano dramática, soprano ligera y voz canta alto, en los coros Raquel Villaescuza de Enciso, Carmen Villaescuza de Noriega, Ana Ríos de Preciado, Dolores de Ferra, Socorro Gracia, Clara Salazar y Armida Rivera, acompañadas en el órgano por Mercedes Peralta de Carranza.
Las canciones que interpretaban eran: Hermosa Doncella canto dedicado a La Candelaria, el Ave María de Víctor Salazar compositor guaymense, Tu Nombre y La Plegaria del profesor José Sosa Chávez músico y compositor moreliano.
El Padre Montaño, además concluyó los trabajos de la edificación, e inició la renovación. Con la ayuda de los albañiles señores: Jesús Espinoza, Conrado Córdova, y el “Prieto” Montaño. La bóveda de la nave principal se fabricó en la forma de cáscara de huevo. En la parte superior del arco de las paredes se colocaron dos hermosos vitrales, a su vez grandes candiles de cristal cortado, que reflejaban su brillantez en las blancas paredes finamente labradas.
El Arzobispado de Hermosillo el 12 de Diciembre de 1966 le otorgó reconocimiento de Parroquia dando posesión el día 30 de Diciembre de 1966, terminando así la Vicaria de Villa de Seris.
El altar principal y las alas se hicieron en 1968 de granito y la parte inferior de las paredes con mármol gris humo. Colocaron el piso de mosaico. Ampliaron el edificio, construyendo la recamara curial, la sala de juntas y el teatro. 100 bancas fueron compradas y mandadas hacer de cedro por el Comité de Acción Cívica No. 1 y el patronato de la parroquia.
A partir de entonces y hasta la fecha ha sufrido distintos cambios y remozamientos menores, tratando con ello de imprimirle una nueva imagen. El 13 de noviembre de 1994 se derrumbó el campanario y se reconstruyó bajo la gestión del Gobernador Manlio Fabio Beltrones Rivera a petición de su amigo Alvarito Sotomayor Huerta culminándose la obra en noviembre de 1995.
Los Padres que han oficiado en La Candelaria de 1912 a la actualidad han sido: Patricio Sánchez, Martin Portela, Olivas, Arnulfo Rivera, Fimbres, Garibay, Roberto González, Cruz G. Acuña. Manuel Portela, Ríos, Roberto González Orendaín, Heriberto Trujillo, Ramírez, Martínez, Gonzalo Rivera, Moran, Flavio Molina Molina, José Elías Portela, Tomás Herrera Seco y Sixto Torua nuestro actual Sacerdote.
El Templo de Nuestra Señora de La Candelaria, sus santos, pinturas, retablos, ornamentos, vestimentas, elementos para oficiar los cultos religiosos, piano, órgano, lámparas, candiles, candelabros, documentos y libros deben de ser inventariados por el INAH, custodiados y vigilada su permanencia dentro del recinto sagrado, no permitiendo por ningún motivo, sean movidos de su lugar, sin causa o razón sean extraídos, dados en custodia o donados a ninguna persona o institución pública o privada. En caso de que esto haya sucedido proceder legal y jurídicamente a su recuperación inmediata, dado que es propiedad de la humanidad, de un valor incalculable, bienes irreparables y testigo fiel de la historia del Pueblo de Villa de Seris.
El Autor es: Sociólogo, historiador, escritor e investigador.
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