“Tierra Sonora”: un festival con ritmo a frontera

Del nueve al 12 de noviembre, en San Luis Río Colorado se realizó la tercera edición de este festival cultural donde confluyen visitantes de Tijuana, Mexicali y San Luis, Arizona
Por Gabriel Rigo Gutiérrez

El aroma a carne asada inundaba el corredor gastronómico sobre la calle Tercera en San Luis Río Colorado. Como una lluvia incesante, un afilado cuchillo azotaba sobre un trozo de carne. Junto al rítmico tablazo el cocinero preguntaba a los comensales si de asada o pastor. A un costado de la carreta la fila de personas se alargaba confundiéndose con quienes se encaminaban al escenario principal, bajo un techo de bombillas amarillas.
Con apresurados pasos, una familia originaria de Mexicali se movían entre la multitud para ocupar un lugar lo más cerca al templete. Pasaron de largo el humeante puesto de cocteles de elotes; no se detuvieron a observar las coloridas colecciones de libros para niños, ni la de Coelho. El papá solo volteó a ver de reojo el ajetreo de botellas tintineando en el stand de cerveza. Llegaron ante el mar de gente y se sumergieron.
El publicó comenzó a aplaudir y un solo alarido estalló cuando “Nortec Collective” saltó al escenario. Una rítmica mezcla electrónica con suaves toques de música norteña recorrería todo el andador.

Un tuba, un acordeón y un bajo sexto acompasados con el beat impuesto desde las tornamesas de Ramón Amezcua “Bostich” y Pepe Mogt “Fusible”, hacían saltar al Festival “Tierra Sonora”. “El sonido de la frontera, eso lo que llevamos a la gente”, nos explicó Ramón Amezcua.
Y es que estos experimentados músicos originarios de Tijuana, recogen desde las expresiones musicales de la región, la vocación manufacturera, la vida en las calles, la migración. Una mezcla de sensaciones fusionada en ritmos, es como escuchar el palpitar de la frontera.
Pero en el “Tierra Sonora” también hay una marcada participación de la comunidad sanluisina que, han hecho suya esta oportunidad de exponer su talento, como el maestro Martín Silva y su esposa Carmen Arroyo. Ambos elaboran artesanías y bisutería.

Los preferidos de la gente son los “atrapa sueños”, explica la señora Arroyo, aunque también hay quienes buscan las pulseras y collares. Todo son productos orgánicos o reciclados.
La expresión artística también desbordaba en un pabellón de pintura. Ahí jóvenes sanluisinos hacían gala de su talento. Color, textura, profundidad y diferentes técnicas, eran expuestos en su pleno proceso creativo.
A un costado, en escenario rock, jóvenes hacen suyo el show.
“Ahí donde los ves, como estrellas del rock, son muchachos que ensayan en las cocheras de sus casas, que los vecinos les dicen que le bajen o llaman a la patrulla; pero esto es lo que necesitan un público que los escuche”, dice un profesor.

Los muchachos apenas reúnen medio centenar de personas, pero los aplausos los reciben como si fuera de todo un estadio. Los chicos se observan contentos rockeando.
La noche es fresca en la frontera con Estados Unidos, el naciente Festival Cultural “Tierra Sonora”, pudiera ser un referente en la región. Pero como en todas las actividades culturales con financiamiento oficial, para que siga sonando el festival, depende de que tanto autoridades municipales, estatales y federales, se muevan al mismo son.
