Una idea venida sobre el ancho azul del pensamiento: UNIVERSIDAD DE SONORA

(Brevísimo Ensayo IV)
Por Héctor Rodríguez Espinoza
XIV.- El rector Alfonso Castellanos Idiáquez, en su segundo periodo —a mi juicio muy personal—, viró a la derecha, convencido de que el problema terminaría expulsando a maestros y alumnos “activistas”, nos opusimos y la distancia personal de afecto se desplazó al extremo.
Designó nuevo director en Derecho al notable abogado patronal y catedrático, Lic. Francisco Ross Gámez, nos envió a su notario favorito y reaccionó fuertemente. Se le impugnó por la vía jurídica y nos hostigó más.
Sobrevienen exilios: El Lic. Óscar Téllez Ulloa, tras amenazas del Cap. Arellano Noblecía, jefe de ayudantes del gobernador Biebrich, emigra a Mexicali, B.C., lo apoya su ex alumno Lic. Milton Castellanos Gout, hijo del gobernador Milton Castellanos Everardo quien lo designa Presidente del H. Tribunal de Justicia del Estado, donde hace relevante papel. Ya independizado, establece su despacho de abogado y se gana un prestigio en toda la entidad. Claudio Ayala Encinas se refugió en su libro «El fin de una ilusión». Martín Valenzuela, originario de Esperanza, Sonora, líder estudiantil desde el inicio y hasta el final de las movilizaciones, estuvo preso alrededor de cuatro meses por motivos políticos al final de las mismas en la antigua penitenciaría del Estado. Jorge Luis Ibarra Mendívil emigró al DF.
XV.- En octubre de 1975 surge la trágica represión campesina en San Ignacio Río Muerto, imputada al gobernador Carlos Armando Biebrich Torres. Le cuesta la gubernatura –¿“con la vara que midas…”?-, se exilia a España. «Crónica de una infamia» lo juzgó, en su libro, Jesús Blanco Ornelas (SLP, 1936-2006), en 1978.
XVI.- El honrado plomero de la Universidad, proveniente de la heroica Cananea, Teclo Moreno, fundó el Sindicato de Empleados de la Universidad de Sonora (STEUS), con la asesoría del ex alumno de Derecho, Prof. y Lic. Lorenzo Ramos Félix (Guaymas, 1948-2023), constituido legalmente en la época del gobernador Alejandro Carrillo Marcor. En su época estudiantil en los 70’s participó en el activismo político que pretendía, desde aquella ocasión, democratizar la Universidad y por consecuencia a la sociedad. Muy amigo de Raúl Sainz Cota (Cananea) y de Rubén Duarte Rodríguez (Hermosillo) y de muchos más. Asesoró a un grupo de padres de la(o)s 49 niña(o)s víctimas de la tragedia de la Guardería ABC, el 9 de junio del 2009.
Por nuestra parte, fundamos el Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora (STAUS), cuyos estatutos fueron capturados en la oficina de la Escuela de Derecho, por la secretaria fundadora Albita Ramos y llevados a protocolizar, por el notario público Lic. César Tapia Quijada, en la Escuela de Altos Estudios, como lo relataba su fundador el entonces joven catedrático, después Dr. en Economía, Rodolfo Díaz Castañeda, recientemente fallecido.
Son sendas conquistas históricas institucionales (infortunadamente no ajenas a la tentación de enquistamiento de algunos de sus líderes, desvío y perversión gremial, como marginar y excluir a la(o)s maestra(o)s en merecido retiro).
XVII.- El presidente Luis Echeverría Álvarez, vía el Senado, designó gobernador sustituto –y ratificado por el Congreso local- al Senador y culto ex diplomático, Lic. Alejandro Carrillo Marcor, en 1975; y en noviembre, víspera del fin de su mandato, expropia tierras del Valle del Yaqui y apaga el incendio del sur del Estado, dejando abiertas las cicatrices naturales. Un nuevo grupo político gobierna la entidad hasta 1979 y, en cierta forma, recompone las fuerzas políticas.
XVIII.- Candidato único, asume la presidencia de la república el maestro y teórico del Estado de la UNAM, Lic. José López Portillo.
El pasado lombardista de Alejandro Carrillo Marcor alienta a nuestro tímido progresismo (su libro «Memorias», ed. Nacional), pero alarma las buenas conciencias de los conservadores sonorenses, cierran filas con el rector Alfonso Castellanos Idiáquez y evitan su esperada renuncia.
El rector Castellanos Idiáquez todavía cohabitó con el gobernador Samuel Ocaña García (1979-1985), se reeligió por un «voto razonado» del consejero profesor de Derecho y notario público, Lic. Carlos Gámez Fimbres y rigió ¡ocho años, mismo lapso que director de Derecho!, como buen oaxaqueño. (Se retiró a su despacho profesional y a su modesta casa de siempre. Lo saludé, por última vez, él con bastón, en la Universidad, cobrando su merecida pensión en su viejo Datsun. Murió digno, lo más alejado de la «odiosa burguesía» que tanto le achacaron. Conservador, sí, pero auténtico.)
XIX.- En 1982 presidía el Lic. Miguel de la Madrid Hurtado, egresado de la UNAM y post graduado en Harvard.
Gobernaba el Estado el Ing. Rodolfo Félix Valdés. Mediante modo tumultuoso de elegir rector -que hubiera elevado al Lic. Francisco Miguel Cárdenas Valdés, si no muere por trágico accidente en carretera-, lo asumen los Ingenieros Químicos Manuel Balcázar Meza y Manuel Rivera Zamudio. El péndulo se movió a un razonable centro izquierda y la Universidad, oxigenada, creció, pero no se desarrolló. Apuntalan las carreras y posgrados de ciencias duras y polímeros.
XX.- En 1989 preside la república el Economista Carlos Salinas de Gortari, también con maestría en la Universidad de Harvard, USA.
Asume la rectoría el honesto Matemático Marco Antonio Valencia Arvizu y, en 1991, inicia su gobierno del Estado, el Lic. Manlio Fabio Beltrones Rivera.
Con heridas, aún sin cicatrizar, el Congreso del Estado promulga la Ley 103 (vigente hasta 2019). Se crea una Junta Universitaria de notables. Vienen paralizantes instancias burocráticas, persisten algunos planes de estudio de ¡25 años anteriores! y pago de cuotas escolares, atemperado con becas por aprovechamiento escolar. Se introduce el área de Informática y se consolidan las Ingenierías. El abogado general pide, públicamente, el ingreso de auditores del Congreso del Estado y se reprime a presuntos responsables de la hacienda universitaria.
Responsable rector, Marco Antonio Valencia Arvizu, deja la mesa servida y -virtud escasa, aun cuando, violando promesa expresa, quiso reelegirse- es hoy un digno ex rector y escritor.
El Lic. Jorge Luis Ibarra Mendívil, con su maestría en la progresista Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), regresa al recién fundado El Colegio de Sonora por el literato Gerardo Conejo Murrieta. Lo dirige en dos períodos. Después, la Junta Universitaria lo elige rector.
XXI.- En 1994 asume la gubernatura el Lic. Armando López Nogales, el más respetuoso de la autonomía de su alma mater.
Jorge Luis Ibarra Mendívil, en ocho años -con el Dr. Pedro Ortega Romero como vicerrector-, apoyó los posgrados, eleva a nivel superior la Academia de Bellas Artes, realiza construcciones necesarias, crea el Centro de cómputo. Funda las hoy muy prestigiadas Escuelas de Arquitectura y de Medicina y mereció su elección de presidente de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES).
Quizá hereda una paradójica ausencia solidaria de la otrora energía magisterial y estudiantil universitaria, cansada, atrofiada y acrítica, a pesar de que subsisten tantos problemas al interior de la casa de estudios, en el estado y en el País: etnias marginadas, un estrés hídrico presente y un plan acuífero incierto y polémico y de inveteradas injusticias y divisiones políticas.
En diciembre de 2023, Jorge Luis publicó “Infancia de agua, tierra y sol: La vida en Etchojoa a mediados del siglo XX, de 449 pp. Describe, con admirable detalle e hijo pródigo, la vida social, económica y cultural de su pueblo nativo del sur del estado de Sonora, enclavado en el corazón del Valle del Mayo, región con ancestrales vínculos históricos y familiares con el viejo Distrito de Álamos y con el norte de Sinaloa.
En octubre de 2024, Ibarra Mendívil publicó “Pasión Universitaria. Crónica de una (su) generación” 1969-1974, de 86 pp. Es un homenaje a sus maestros desde la preparatoria de la Universidad de Sonora en Navojoa, “su llegada a Hermosillo, recrea el ambiente académico, cultural, social y político de la época, para concluir centrándose en su generación, sus condiscípulos, sus maestros, una breve semblanza de sus integrantes y se reafirma la GRATITUD y amistad continuada hasta el día de hoy”, reza su contraportada.
XXII.- Hemos luchado y creído –como sucede en el País, cada sexenio- para que sus problemas los resuelva una nueva Ley, pero -¿error?- permanecen. La paciente Historia juzga a cada rector y a todos nosotros sus académicos y ex directivos. Ni el asambleísmo de antaño ni la designación por 15 notables, satisfizo; las academias y la Junta no vivían en comunión, sino incomunicadas, atravesadas por su contradicción de intereses y perspectivas, desde las cuales interpretaban SU realidad. Una nueva y ecléctica fórmula fue demandada y debió ser considerada.
La Universidad es -desde Platón, en los jardines de acandomo- un conglomerado privilegiadamente espiritual. Fundada por un filósofo, Don José Vasconcelos, es absurdo que imperen las ciencias del mar y de la tierra; la técnica y no el espíritu; y ni tan siquiera se enseñe la carrera de Filosofía.
Vivimos un México otro y otra debe ser la Universidad de Sonora. Ha sido semillero de otras Instituciones que, ecuménicamente, con eficiencia, complementan la educación superior.
Electo el rector oceanólogo Pedro Ortega Romero (2001-2009), lo fue digno -con manos y espíritu limpios- de recibir la antorcha de quienes, desde mediados del siglo pasado, contribuimos para tener una institución eminentemente humanista, popular pero eficiente, auditable, transparente y de excelencia; con continuidad pero sin continuismo; que saque de cuajo, de nuestra mentalidad, la fatalidad de una Universidad de Tercer Mundo, donde “la ley que impere sea la del mínimo esfuerzo”; y que derrame sabiduría, con un plan a largo plazo -sin reelección necesariamente-, para que hagamos real su grandeza.
Le sucedieron el M.C. Heriberto Grijalva Miranda (2009-2017), enfatizó la internacionalización y el desarrollo de posgrados. En su segundo periodo promovió la sostenibilidad ambiental y la equidad de género.
El Dr. Enrique Fernando Velázquez Contreras (2017-2021) fortaleció la investigación en ciencias aplicadas y la digitalización educativa.
La Dra. María Rita Plancarte Martínez (2021-2025), primera rectora mujer, priorizó la inclusión, equidad de género y combate a la violencia en el campus.
La Ley 169, Orgánica de la Universidad de Sonora, entró en vigor el 6 de marzo de 2023, tras su aprobación por el Congreso del Estado el 23 de febrero anterior y su publicación en el Boletín Oficial. Reemplazó a la anterior Ley 4 de 1991, que la había regido durante más de 30 años.
La Dra. Dena María Jesús Camarena Gómez (2025-2030), segunda rectora mujer, fue electa en abril de 2025, asumió en junio. Enfocada en innovación académica y diálogo comunitario.
Esta lista refleja la continuidad institucional de la Universidad de Sonora, con énfasis en avances académicos y sociales.
Ofrezco disculpas por la superficialidad, imprecisiones y omisiones memorísticas. Ganan emoción y el tirano espacio, porque es materia de libros. Es riesgosa la crónica, cuando vivimos sus protagonistas.
FIN.- Todos sus rectores, con sus estilos personales, han debido honrar al poeta Leopoldo Ramos -1898/1957-, nacido en el mineral El Triunfo, B.C.S., residente en Guaymas, al evocar cuando, el 12 de octubre de 1941 al colocarse la primera piedra de las Escuelas Secundaria y Normal, leyó su poema:
ALMA PARENS
Una idea venida/
sobre el ancho azul del pensamiento,/
tiene puerto en el alma de Sonora/ …












