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Una probadita del dulce sabor de París… en Hermosillo

Un equipo de jóvenes emprendedores abrió las puertas de este café con alta repostería al estilo parisino; la mezcla de sabores y cultura le da un sabor especial

Por Gabriel Rigo Gutiérrez

Matthieu Cauret está detrás del exhibidor colocando cuidadosamente los pastelillos. Acomoda una fila de tartas con rojizas frambuesas, enseguida una columna de postres con doradas almendras. En el aire flota el aroma a mantequilla, algún croissant se prepara en el horno. Hacia la cocina se puede observar a Josse Dubois, chef repostero, en medio de un ir y venir acompasado mientras trabaja alguna mezcla en recipientes.

“Si hace cinco años o más me hubieran dicho: en 2017 estarás en México haciendo alta repostería, ni loco lo hubiera creído… ¡y mira!”, expresa alegremente Josse.

Matthieu Cauret y Alejandra García, hace tres semanas inauguraron “París-Brest”, una pastelería con el auténtico sabor francés
Matthieu Cauret y Alejandra García, hace tres semanas inauguraron “París-Brest”, una pastelería con el auténtico sabor francés

El chef originario la región La Rochelle (un puerto bañado por el Atlántico francés), recuerda que un buen día, Matthieu, su amigo de la infancia, le platicó su interés de viajar a México. Fue así como en 2013, después de ver las opciones de intercambio en su Universidad, eligió Hermosillo.

Así, inició la aventura, volando desde su natal Poitiers —a más de 9 mil kilómetros— a la ciudad del Sol.

Desde una mesa en el “París-Brest”, con su español afrancesado y de fondo algo de techno parisino, Matthieu nos narra cómo ha ido convirtiendo su sueño en realidad.

Todo inició cuando cinco años atrás fue recibido cálidamente en la Universidad del Valle de México, en la Licenciatura de Negocios Internacionales. Durante su estadía aprendió español, descubrió con agrado la comida, la gente, las relaciones en negocios y también conoció a la hermosillense Alejandra García Acosta (entonces estudiante de la Licenciatura de diseño) que lo dejó flechado.

Cauret regresó a su país para concluir los estudios y a darle forma al sueño que hilvanó durante su estancia en esta calurosa entidad. Su propósito era regresar y lo hizo años más tarde, con la idea acabada, algo de fondos, así como entusiasmo renovado.

Mientras estuvo en Francia platicó con su amigo Josse, quien ya tenía más de diez años desarrollando el complejo arte culinario tanto en restaurantes como hoteles franceses. Los dos le dieron vueltas al proyecto y decidieron mezclar sus conocimientos, ingenio y creatividad, para iniciar este viaje.

Desde luego, Matthieu mantenía firme respaldo en Alejandra de este lado del océano. Ambos diseñaron un esquema combinando sus habilidades: mercadotecnia-negocios-sabor.

Pero reconoce con seriedad, una cosa son los proyectos y otra muy distinta hacerlos.

Si para un emprendedor nacional resulta complicado enfrentarse a la burocracia, para el joven extranjero aun más, y no solo por el idioma, sino porque considera todo un proceso laberíntico. Es otra cultura, otra manera de negociar, reflexiona.

Y en este punto Matthieu es claro al sostener que sus intenciones, más allá de la naturaleza del emprendedor, es compartir con los hermosillenses parte de la tradición francesa a través del sabor, de ese dulce sabor que despierta sensaciones en el paladar desde el primer bocado.

“El chef hace productos auténticos como se encontraría en Francia, se caracteriza por la frescura en las frutas, manejamos fresa, frambuesa, albaricoque, lichi, menta. Una gran variedad”, explica mientras va señalando cada uno de los pastelillos.

Para los franceses la visión de la comida —en este caso el postre— conlleva un significado de esencia.

Chef repostero, Josse Dubois, aplicando sus técnicas y creatividad en cada pastelillo.
Chef repostero, Josse Dubois, aplicando sus técnicas y creatividad en cada pastelillo.

“Aquí en México los pasteles tienen un nombre solo por el sabor: chocolate, fresa, y se me hace un poco triste. Por ejemplo, hay un pastel muy conocido en Francia que es el París-Brest, que tiene una forma de corona, y está así porque hay toda una historia detrás”, dice y se dispone a platicar la anécdota:

Narra que en los años 1890 había una carrera en bicicleta muy famosa entre París y la ciudad de Brest, y un chef destacado por aquel tiempo creó un pastel en forma de corona en la rueda de una bicicleta. Con el tiempo, este pastel se hizo famoso entre gente y también entre los favoritos. Esto, explica Matthieu, tiene que ver con todo, porque así el pastel no solo tiene un sabor, sino que adquiere su propia alma.

Y es precisamente, evocando al tradicional postre francés, como decidieron poner por nombre a su repostería “París-Brest”.

Para conservar esta autenticidad en el sabor, un 70% de la materia prima de los pastelillos la mandan traer de Francia o de proveedores de Monterrey.

“Tenemos clientes que ya estuvieron en Francia y lo que queremos es que también a través de ese sabor recuerden, digamos, la idea global de todo es que queremos ser como una agencia de viaje instantánea, que usted se sienta cómodo, como si estuviera en un café francés”.

El “París-Brest” está en la Plaza Comercial de Boulevard Rodríguez y calle Garmendia. Abren todos los días de nueve de la mañana a nueve de la noche. En este lugar se mezcla un poco de compleja cocina francesa, la creatividad del chef, el esfuerzo del emprendedor, y un ingrediente secreto: amor.

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