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¿Y qué hacemos con las Fiestas (Festival) del Pitic?

Por Imanol Caneyada /

Destaco la firmeza de los programadores por apostarle a espectáculos y propuestas con contenidos netamente culturales, alejados de los Fito Páez, Aleks Synteks o Calle 13; y no porque considere de mala calidad sus propuestas, sino porque estas manifestaciones tienen sus propios espacios, su lógica comercial 

Tendrán que pasar algunos años hasta que nos acostumbremos a llamarlo festival, después de referirnos a él por más de una década como fiestas. Durante estos seis días en los que hemos celebrado un aniversario más de la fundación de aquel presidio que dio origen a la ciudad, la gente nos hemos referido al evento como Fiestas del Pitic.

¿Vas a ir a las Fiestas del Pitic? ¿Estuviste en las Fiestas del Pitic? Pero sobre todo: ¿qué tal las Fiestas del Pitic? Festival, que es festival, que le pusieron festival. Ah, sí, es cierto.

Es normal, seguimos viajando al DF a pesar de que ya le cambiaron el nombre a Ciudad de México. Es normal y me parece que no pasa nada si se llama de una u otra forma.

Pero la pregunta, independientemente del epítome, ha sido una constante: ¿Cómo están, han estado ya, las Fiestas (Festival) del Pitic?

La pregunta en sí ya es un triunfo. Que un evento cultural en la ciudad despierte el interés de propios y extraños del mundillo es, insisto, un logro que nadie debería adjudicarse, o que todos podemos adjudicarnos, como lo vean.

Son pocas las personas no involucradas en el quehacer cultural que preguntan o se interesan por Un desierto para la danza, Fotoseptiembre o la Muestra Estatal de Teatro, por poner ejemplos de festivales que tienen incluso más de una década pero que no han calado en el imaginario de la ciudad.

Así pues, cuando se trata de esta celebración cultural, el gran interés que despierta está directamente relacionado con la mucha polémica que suscita, lo cual no deja de ser esperanzador.

La polémica este año tampoco ha estado exenta, por supuesto, y ha estado relacionada con varios aspectos derivados del deseo de cambiar, de imprimirle un sello propio que distinga a ésta de las otras administraciones.

Cada tres años sucede así, y cada tres años el festival sobrevive a la necesidad compulsiva de los políticos por diferenciarse del resto, casi siempre recurriendo a la pirotecnia y no al trabajo real.

Y esto me lleva, debido al interés que suscita entre los hermosillenses y a la envergadura del festival, a la urgente necesidad de crear un Comité Organizador que trascienda los vaivenes de la lógica electoral (que no política, no confundamos), en el que el IMCA sea un integrante más, pero no el único, a la hora de diseñar el programa, los foros, los horarios, etcétera.

De esta forma podrían evitarse episodios como el de la esposa del funcionario cantando junto con una de las estrellas del presente festival. Un detalle que desde que se anunció el programa alimentó un debate que si bien parece no tener consecuencias, no deja de ser una mancha.

Nadie pone en duda el talento y la capacidad de Elena Rivera, su proyección internacional y su sólida trayectoria. Yo, al menos, no. Pero en una ciudad y en un estado tan golpeados por los abusos del poder, las corruptelas y las simulaciones, el detalle de que la soprano sea la esposa del director artístico del festival y funcionario del Ayuntamiento, Guillermo Armada, más allá de las implicaciones legales que pueda tener, se traduce en una sorda indignación que, insisto, es posible que no pase de lo anecdótico, pero que no deja de indignar.

14 CarreraY lo anterior me lleva al tema del supuesto plato fuerte del festival: la actuación de José Carreras, un tenor que estuvo en la cumbre de su arte, a la par de Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, pero que en su visita a nuestra ciudad mostró que los años no pasan en balde, y más cuando se trata del instrumento natural por excelencia: la voz.

Un repertorio basado en las romanzas más famosas de la zarzuela (conocido como género chico), muy arregladas para una voz que ya no tiene la potencia, el color y la tesitura que tuvo, y del que estuvieron ausentes las arias más conocidas del repertorio clásico operístico, las cuales es probable que muchos asistentes esperaban escuchar.

Según registros (y tal vez me equivoque) la última ópera en la que participó el tenor catalán fue “Sly”, de Wolf-Ferrari, hace 14 años.

Posteriormente se ha dedicado a recibir homenajes y a inaugurar teatros.

Los honorarios de Carreras no han sido bajos (algo que deberán dar a conocer en su momento los organizadores, no olvidemos que es nuestro dinero). Pero en un festival que anunció recortes por escasez de presupuesto y austeridad, los programadores deberían sopesar si vale la pena invertir buena parte del presupuesto en una estrella de la ópera que está prácticamente en el retiro.

Los organizadores también deberían plantearse cuál es la vocación y el perfil de este festival que en ese sentido ha dado tumbos entre la alta cultura y el gancho comercial que contente a la mayoría.

14 JazzEn esta edición destaco la firmeza de los programadores por apostarle a espectáculos y propuestas con contenidos netamente culturales, alejados de los Fito Páez, Aleks Synteks o Calle 13; y no porque considere de mala calidad sus propuestas, sino porque estas manifestaciones tienen sus propios espacios, su lógica comercial y sus dinámicas para conectar con el público.

Creo que un festival cultural realizado con dinero público debe tener la vocación primera de abrirle a la gente ventanas a manifestaciones artísticas y culturales a las que normalmente no tendría acceso si no es por el festival mismo.

Mientras que es perfectamente factible que un empresario del espectáculo realice un concierto de Calle 13 en Hermosillo y la gente acuda masivamente al mismo previo pago de una entrada, difícilmente podrá darse esto con Paquito D´Rivera Sextet, jazz de primerísima calidad; la exquisita Ana Moura, una de las máximas representantes del fado en Portugal o los exóticos gitanos de Rajastán.

La apuesta de los organizadores de este festival no deja de ser muy arriesgada porque los antecesores del mismo convirtieron los principales foros en citas con artistas comerciales que despertaban el entusiasmo de la gente, cierto, pero que no ofrecían otra cosa que no pudiera encontrar en la radio o la televisión de forma cotidiana.

Muy acertado me parece también el hecho de que hayan seleccionado artistas de la localidad para abrir los conciertos en los foros principales, dándoles la oportunidad de compartir el espacio con creadores de otras partes del país y del mundo.

Esto ya se había hecho en otras ediciones, en la presente lo convirtieron en una constante y en todos los escenarios.

14 Festival 1Decayó el programa familiar; me parece un error haber desaparecido el escenario infantil, en el que cientos de personas se daban cita todos los días en años anteriores, y haber concentrado el mismo en el foro del Museo de Culturas Populares, insuficiente para la respuesta que tuvo en cuanto al número de público, y a unas horas en que el calor afectó a asistentes y a ejecutantes.

Entiendo que ya no le quieran llamar Callejón Literario Velasco (nombre oficial aprobado por el Cabildo), pues fue una iniciativa del gobierno de Gándara Magaña, pero que hayan quitado del mismo el programa literario para mandarlo a un foro muy pequeño y a horas de difícil acceso (once de la mañana), me parece un retroceso.

No se me escapa que los patrocinadores imponen presencia y exigen juego; que ciertas marcas comerciales, a cambio del apoyo que brindan al festival, se sientan un poco dueñas del mismo.

Igual la organización podría pactar que esa presencia se ajuste a criterios artísticos de acuerdo con el espíritu del festival, de forma que la marca cervecera no invada con letreros de mal gusto edificios históricos o que las chicas azules de una marca de telefonía no bailen al son del chispum-chispum, digo.

Después de estas consideraciones, pienso que el balance final es muy positivo y que el festival sigue conquistando espacios y corazones del Pitic.

¿Qué hacer entonces con el festival o fiestas o festejo o “pary” del Pitic?

Sigamos arropándolo, sigamos debatiendo en torno al mismo, sigamos diciendo lo que nos gusta o no nos gusta, sigamos exigiendo a las autoridades transparencia y rendición de cuentas.

Es imposible dar gusto a todos, pero entre todos tal vez logremos que cada año sea mejor.