El Complot, prejuicio popular; a 20 años del asesinato de Colosio
El abogado, Francisco Acuña Griego, integrante de la comisión que dio seguimiento a la averiguación de la PGR ante el crimen de Lomas Taurinas, revela a “Primera Plana”: “Platiqué solo, con Aburto, varias horas. Tenía frente a mi al perfil de un magnicida solitario”
Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
Reconocido y respetado como abogado litigante, como exfuncionario público (fue procurador general de justicia en Sonora) y con la suficiente calidad moral para emitir opiniones, Francisco Acuña Griego acepta hablar con “Primera Plana” a 20 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio.
Su opinión es por demás trascendente, dado que fue invitado en su momento por el Presidente Carlos Salinas de Gortari, para formar parte de una comisión especial para dar seguimiento a las investigaciones que encabezaba la Fiscalía especial para el caso.
“A partir de las primeras imágenes del crimen, la gente hizo un prejuicio y condenó. Sin embargo, con rigor jurídico, racionalmente, de acuerdo con la naturaleza de los hechos y de la prueba, no hay elementos para establecer el complot. Yo no encontré nada que me hiciera pensar siquiera en la existencia de un complot”, señaló Acuña Griego.
Y precisó entonces:
“Tenía mucho deseo la opinión pública de que se descubriera que alguien, con todo el poder, mandó matar a Colosio. Todas imágenes y todos los hechos se interpretaban de acuerdo a ese hilo central. Todas las versiones se le van dando justificaciones de ese prejuicio emocional. Pero la opinión pública no se exploró lo suficiente el otro aspecto, importante y determinante para tener una precisión más serena de la situación: la personalidad del asesino. El caso fue un remolino que movió conciencias, pero oscureció también la visión”.
Habían pasado cuatro meses de aquel 23 de Marzo de 1994 cuando en Lomas Taurinas, en Tijuana, Baja California, durante un mitin popular, se había logrado atentar y privar de la vida al entonces candidato presidencial del PRI. Se anunció entonces la integración de una comisión especial de juristas que dieran un seguimiento a las averiguaciones de la PGR en torno al caso.

Comenta Acuña Griego:
“Los primero que hicimos los integrantes de esta comisión fue firmar un Pacto de no apoyar o impulsar especulación alguna por la delicadeza de nuestra función. Fue una comisión no para investigar necesariamente la muerte de Colosio, sino para hacer un análisis crítico de la averiguación. Participaron, Olga Islas de González Mariscal, Raúl Carrancá y Rivas, Sergio García Ramírez, Jesús Zamora Pierce…
Continúa:
“Es la primera vez en mi vida que percibía los alcances de una averiguación ante un hecho de esa envergadura. De ese espíritu conspirativo que produce un magnicidio o algo semejante a un magnicidio. Es la primera vez que pude percibir por lo que decían ustedes los medios, por lo que me decían a mí en corto mis amigos, me pude dar cuenta de la gran desconfianza que privaba de la sociedad hacia su gobierno y de la procuración y administración de la justicia…
“Había dudas normales y otras muy sofisticadas. Respondían a ese remolino de paranoia y por otro lado, también, cierto canibalismo entre la propia clase política. Ciertas obsesiones de buena o mala fe por encontrar a ciertos culpables, específicamente…
“Nuestro trabajo fue estrictamente técnico, de revisar la averiguación, ver las deficiencias que podíamos percibir desde fuera de esa averiguación, señalarlas y apuntar ciertas líneas de investigación que habría qué seguir. Para mi había sido cómodo revisar algún caso en mi trayectoria como litigante. El tema penal, mi preferido. Revisé muchas defensas de personas incomunicadas, por ejemplo. Era algo elemental, sencillo…
Acuña, antes de hablar, se advierte, toma sus pausas, reflexiona:
“Pero ver una averiguación de 36 tomos con mil fojas, cada uno, era muy difícil dejar de recibir las hipótesis de otros juristas, de otros amigos. Mi situación era diferente a la de los otros miembros de la comisión. Los demás eran doctores en derecho, pero yo era de aquí, de Sonora. El paisanaje, ¿no?, no era fácil distinguir ese sentimiento, el dolor de los sueños de un joven y un niño de un pueblo, empeñoso, organizado, que los vaivenes de la vida lo llevan a un momento en que sería el Presidente. Eso causaba un gran dolor. No sólo de los amigos íntimos de Colosio, sino de todos los que estábamos cerca de su familia, los que teníamos qué platicar con los amigos de él en esos días…
“Pero cuando asumimos la responsabilidad, íbamos cargando alguna duda existencial como mucha gente. Debo decirte que yo me sentía en libertad.
―¿Quién lo invitó. Alguien le hizo alguna sugerencia, advertencia?
“Me llamaron de parte del presidente Salinas. Absolutamente, no hubo sugerencia de nadie, ni advertencia, ni recomendaciones u otros comentarios. Se nos dijo que actuáramos en absoluta libertad, que si algo requeríamos, procedería. Yo me sentí en entera libertad…
“Fue entonces que elaboramos un documento donde manifestamos nuestra ubicación o postura ante la encomienda, totalmente libre, completamente responsable. No aceptamos ni aceptaríamos cualquier tipo de estimulo político o financiero, ningún título, ni como viático, ni boletos de avión. Yo cubrí todos mis gastos. No recibí y hubiera rechazado, cualquier regalo o estímulo de poder alguno. Esa fue nuestra ubicación por la honorabilidad de los integrantes de la comisión…
Enseguida, comenzó a adentrarse en la investigación:
“Reconstruyendo hacia atrás lo que sucedió, me queda claro que la comisión se integró para opinar algún día con calidad moral acerca del tema. Desde el principio encontramos muchos errores en la investigación y se marcaron ciertas líneas de investigación para tratar de componer las cosas. En el principio, la precipitación, los que actuaron las primeras horas, no eran expertos en derecho…
“Miguel Montes (el primer fiscal del Caso Colosio) fue atraído por la teoría del complot, luego precisó que había sido una precipitación. Ese impulso más moral que jurídico, ese manejo de un complot que se cae por su propio peso, nutrió más las fuentes de la conspiración, de la búsqueda de alguien con mucho poder más allá de los policías. Alimentó, sembró y nutrió la desarrollada planta de la conspiración y del poder, que algunos interpretaron como un crimen de Estado…
El licenciado Acuña externa entonces algunas de sus conclusiones:
“Es muy peligroso, por ejemplo, que los fiscales se dejen llevar de la mano por lo que opinan los policías. A mi me sucedió como procurador general de justicia. En más de una ocasión en que se pudieron cometer errores. A mi siempre me dio la impresión que la opinión del complot fue una versión policiaca, muy mecánica y muy superficial. Y peor aún, la teoría del segundo tirador, Othón Cortés. ¿Por qué se va por ahí Chapa Bezanilla?, porque tenía formación policiaca y sabía poco de derecho…
“El Fiscal, como jurista, debe tener la cultura jurídica suficiente para construir modelos de estudio o de análisis, organizar los materiales, plantearte más de una hipótesis. No dejarte llevar por las imágenes de la televisión. Debe tener capacidad de análisis fríos y de la prueba. Los errores de la tesis inicial de Miguel Montes, se inició como una apreciación demasiado apresurada, de lo que estaba más a la mano que eran los videos. Y claro, el otro error, inhumano, fue el torturar y tener dos años en la cárcel a Othón. Yo le llamo a esto un error grave y una injusticia…

Y establece:
“Yo no encontré ningún dato serio del complot. Me quedé con ―y tomo en cuenta que estoy hablando como modesto abogado de provincia, con algunos lazos de afecto de paisanaje con el occiso, que además nunca ha estado atado a un partido político, ni a un presidente siquiera de un partido político hegemónico― la idea de que el cien por ciento de mis allegados querían que se descubriera que la autoría intelectual estaba en el más alto de la jerarquía del poder. Era un deseo popular. Es muy peligroso no tener la serenidad y dejarte llevar por el deseo de las personas… Quizá hizo falta que comunicadores profesionales, analistas serios, tuvieran conocimiento de la investigación y después emitieran sus opiniones…
“Se hablaba también de su discurso del 4 de Marzo, lo veo muy relativo. No creo que su contenido haya provocado un atentado ¡por Dios!, ni haya habido rompimiento capaz de desbarrancar una candidatura para meterse en un callejón sin salida y tener qué sacar a un candidato tan malo como Zedillo. Y ahí está la prueba ¿no? Tenía mucho deseo la opinión pública de que se descubriera que alguien que con todo el poder del país mandó matar a Colosio. Todo lo demás se interpretaba de acuerdo a ese hilo central. Todas las versiones se le van dando justificaciones de ese prejuicio emocional…
La personalidad de Mario Aburto. Su entrevista con el asesino
Francisco Acuña Griego continúa exponiendo sus conclusiones:
“… Pero no se exploró lo suficiente el otro aspecto, importante y determinante para tener una precisión más serena de la situación: la personalidad del asesino. El caso fue un remolino que movió conciencias, pero oscureció también la visión. A partir de las primeras imágenes del crimen, la gente hizo un prejuicio y condenó. Con rigor jurídico, racionalmente, de acuerdo con la naturaleza de los hechos y de la prueba, no hay elementos para establecer el complot…
“Sobre los estudios psiquiátricos practicados a Mario Aburto, los mejores psiquiatras forenses de México, participaron. Aburto viene de una familia lumpen donde hay mucha violencia. Este es el perfil clásico de un magnicida, dijeron los expertos.”
Entonces, el abogado Acuña Griego hizo una revelación: “Cuando abordé el asunto psiquiátrico de Aburto, la comisión me comisionó para entrevistarme con Aburto. Estuve en Almoloya de Juárez el 15 de Agosto de 1994 y por varias horas conversé con el asesino. Llegué a las ocho de la mañana y salí a las seis de la tarde. Me habían advertido que no había querido hablar con nadie, pero aceptó hablar conmigo”.
“Dos cosas ―continuó― es un tipo con un talento, con una vivacidad cerebral superior a lo normal. Sin un sentido de culpa o pena por los hechos, cero remordimientos”.
―¿En verdad estaba usted hablando con Mario Aburto?
“No tengo ninguna duda de que yo estaba hablando con quien disparó en Lomas Taurinas y es el mismo que internaron en Almoloya, pero además yo no había estado con alguien con un perfil tan completo para un magnicidio. Frialdad, indiferencia y me desarrolla una tesis en Lomas Taurinas de un accidente. Estaba construyendo un accidente ―según él―, en su afán de asustar a Colosio. ¿Y el complot?, le pregunto y me responde: ¿No me cree verdad. Cómo cree que va a haber un complot cuando hay un accidente?, además, me comenta, ¿si usted fuera a cometer un delito, cómo se va a hacer un complot con gente como Tranquilino Sánchez y los demás, tan tontos? Y me dijo otra palabra, pero todo esto me lo refirió con una gran serenidad y frialdad…
“Otro detalle, los psiquiatras acreditaron que Aburto era un narcisista. Ávido de fama. Él no acepta ningún tipo de apoyos. El magnicida es solo. No comparte su acción”.
“No hay duda de que esa es la autoría intelectual y material. En lo personal estoy convencido”, concluye el licenciado Francisco Acuña Griego.
Termina reflexionando acerca de las tesis de que el asesinato de Luis Donaldo hubiese sido instruído desde el poder.
“Transcurrieron dos sexenios de gobierno del PAN. Los expedientes nunca se han cerrado. Me pregunto, si hubiese habido alguna evidencia o línea de investigación del crimen surgida desde la cúpula del poder, ¿por qué dejar pasar esa oportunidad para dejar históricamente un duro golpe al PRI? Finalmente, pasaron 12 años del PAN en el poder y no surgió nada nuevo.
“¿Qué más se puede pensar…?”.