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De Fiestas a Festival, el Pitic de nuevo abraza la cultura

Por Imanol Caneyada /

A continuación les presentamos una breve historia del evento cultural multidisciplinario más importante de la ciudad, algunas consideraciones en cuanto a sus logros y desaciertos y la turbiedad de sus presupuestos

En 2003, último año de la administración municipal de Francisco Búrquez, a poco menos de tres meses de las elecciones, nació un proyecto que con el andar de los años se ha convertido en el único festival cultural multidisciplinario de Hermosillo: Las Fiestas del Pitic.

Cuentan quienes se hallaban presentes que la idea surgió a propuesta de la cineasta Mónica Luna, quien señaló que Hermosillo, a diferencia de la mayoría de las ciudades en el mundo, no tenía ningún evento festivo que celebrara su fundación, su origen o alguna fecha determinante en el devenir histórico de la capital de Sonora.

La entonces muy modesta Dirección de Cultural Municipal, encabezada por Poly Coronel, se dio a la tarea de crear un evento que festejara el aniversario del nacimiento de la ciudad. Desde el nombre elegido: Pitic (entre ríos en pima), hasta las conferencias y charlas de esa primera edición, el festival iba dirigido a recuperar el sentido de pertenencia, origen e identidad de una comunidad que siempre ha creído que su mejor atributo es estar cerca de Tucson.

Las Fiestas del Pitic nacían así con un espíritu de reconciliación e impulso de lo hermosillense, con un presupuesto muy modesto y una serie de actividades con artistas de la comunidad.

ImageProxyNada hacía presagiar que se convertirían en el centro de un debate que nunca termina de agotarse.

Cuando María Dolores del Río asumió la presidencia municipal, quiso darle un impulso notable a la cultura en Hermosillo. De esta forma, instrumentó la creación de un organismo paramunicipal rector de la cultura en la ciudad: el Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA).

Ratificó al frente de éste a Poly Coronel. Por primera vez en la historia de la ciudad, la cultura contaba con un presupuesto anual y la autonomía para ejercerlo.

El IMCA tomó como bandera a las Fiestas del Pitic y de 2004 a 2006 fue consolidando el festival con más foros, más disciplinas, y, sobre todo, más artistas de impacto nacional e internacional.

Crecía el evento y la clase política constataba que la cultura, desde esta perspectiva festivalera y suntuosa, tenía un enorme potencial electoral.

En el 2006, en parte por el problema del agua que aún sigue sin solucionarse en la ciudad, el PAN perdía la alcaldía de la capital del estado y llegaba al poder un priista, Ernesto Gándara, quien terminó de dar el empujón definitivo al festival destinándole gran cantidad de recursos, y definiéndolo hasta nuestros días como un evento que en cinco días (luego fueron cuatro, en esta nueva edición subió a seis) concentra una enorme cantidad de manifestaciones culturales para disfrute de los hermosillenses, masivo y popular, pero muy ambiguo en cuanto a su definición y vocación.

Durante estos tres años estuvo al frente del IMCA Alberto Nevárez, quien sería ratificado por el nuevo presidente municipal otros tres años, el panista Javier Gándara, primo del anterior alcalde.

En el segundo periodo de Nevárez como director del IMCA, la cultura se fusionó con el turismo dando origen al IMCATUR y el festival se redujo a cuatro días; no obstante, la cantidad de foros, el número de artistas invitados y la espectacularidad de los nombres y grupos participantes se mantuvo y por momentos creció.

WEB-ARMANDO-MANZANERO-15-8212-1024x683Las Fiesta del Pitic se convirtieron poco a poco durante esta administración en el único evento cultural de impacto que organizaba la institución municipal, absorbiendo casi la totalidad del presupuesto dedicado a la cultura.

Comenzó a echar raíces entre la población y entre la comunidad artística de Hermosillo la idea de que el IMCATUR (o IMCA, poco importa el nombre) únicamente existía para organizar el gran evento y poco más.

Esta idea permaneció con la administración de Alejandro López Caballero; el director del IMCATUR en este periodo fue el músico y compositor Óscar Mayoral. El festival mantuvo su vocación multidisciplinaria y popular, pero tampoco tuvo una definición ni un rumbo claro en lo que se refiere al diseño y la curaduría.

Como un gran saco informe, todo ha cabido y cabe en este festival.

Evaluar las Fiestas del Pitic, ahora, bajo la administración de Manuel Ignacio Acosta, con la dirección de Margarita Torres, Festival Internacional del Pitic, no es tarea fácil.

Sin duda, gracias al esfuerzo del IMCA-IMCATUR-IMCA, los hermosillenses hemos tenido la oportunidad de presenciar espectáculos, artistas y manifestaciones culturales de gran trascendencia e impacto, de forma gratuita, y siempre en un espíritu de fiesta encomiable.

Las Fiestas del Pitic han sido y son también el único evento cultural que los habitantes de esta ciudad esperan con interés y expectativa, ningún otro ha logrado penetrar tan hondamente en el espíritu de los hermosillenses.

Asimismo ha sido una plataforma muy importante para que los artistas sonorenses den a conocer su trabajo ante un numeroso público que, de otra forma, sería muy difícil.

Pero como toda actividad humana, tiene tantas sombras como luces.

2 Fiestas baileUna de esas sombras, la más grave, es el hecho de que se gasten tantos millones de pesos (en varias ediciones ha llegado a los veinte millones según los organizadores, aunque ahora resulta que ha llegado a costar 75 millones, a decir del alcalde) en un solo evento cultural, y el resto del año sea mínima la inversión en cultura. Salvo en la administración de Ernesto Gándara, en la que el IMCA, además de organizar las Fiestas del Pitic, sostuvo un fondo editorial, apoyó proyectos independientes y organizó otra clase de actividades culturales, en las administraciones de Javier Gándara y López Caballero, los directores de la institución rectora de la cultura municipal tuvieron que enfrentar una severa reducción de los presupuestos para la cultura y únicamente contaron con recursos suficientes para organizar el citado festival.

Otro problema ha sido el de la utilización electoral de las fiestas. En cada cierre de administración, el evento se ha convertido en un echar la casa por la ventana, sin importar si las finanzas públicas podían soportar semejante despilfarro.

Fue el caso en 2012 y en 2015; en este último, el costo de las fiestas llegó a los 20 millones de pesos (75 millones según Maloro Acosta), cuando la administración de López Caballero estaba quebrada al grado de que no había presupuesto para arreglar las patrullas de la policía ni los camiones de la basura.

En cuanto a la curaduría y definición temática del festival, el hecho de que no haya un comité organizador que trascienda el vaivén político y los gustos trienales de la administración en turno, ha provocado que el festival carezca de identidad y no tenga un contenido claro. En un mismo foro pueden convivir las expresiones más populares de la cultura (para algunos incluso no entrarían en esta definición) con las más sublimes.

Es muy cuestionable que con el dinero de los impuestos de los mexicanos traigan a cantantes o grupos netamente comerciales (incluso televisos) para gozo gratuito de los hermosillenses.

Al tratarse del único evento de impacto que organiza la institución cultural del municipio, ésta ha aprovechado las Fiestas del Pitic cada año para congraciarse con los grupos y creadores de la localidad, con organizaciones y escuelas, dando cabida a todos en los múltiples foros que se desparraman por el centro de la ciudad, sin ningún criterio selectivo, de forma que en un mismo escenario conviven propuesta profesionales con propuestas amateurs.

WEB-MUSICA-JOVEN-DEL-PITIC-FP15-7176La nueva administración ha decidido cambiar el nombre de Fiestas a Festival Internacional, con el argumento de que así obtendrá más recursos de instituciones nacionales e internacionales. Esto es falso. La recién creada Secretaría de Cultura, antes Conaculta, lo que vigila especialmente a la hora de otorgar recursos son los contenidos de los eventos, para evitar que con dinero etiquetado a la cultura un alcalde quiera traer, por ejemplo, al Julión Álvarez para disfrute de sus electores.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define festival como una fiesta especialmente musical. La Secretaría de Cultura no atiende a estos aspectos semánticos, lo que potencia son los contenidos artísticos.

El cambio de nombre parece obedecer a una maniobra política para refundar el festival; no olvidemos que las Fiestas del Pitic nacieron con un gobierno municipal panista, y éstos, cada vez que se acerca la fecha, buscan recordarlo, como si realmente les importara la cultura.

En el anuncio del programa del Festival Internacional del Pitic, el cual tiene un contenido netamente cultural hasta donde se ha dado a conocer, Maloro Acosta aseguró que se había reducido en quince millones el costo del evento, es decir, en un 20%, según sus palabras. Esto es, la edición pasada tuvo un costo de 75 millones de pesos y la presente tendrá uno de 60 millones.

Sin embargo ninguna administración pasada hasta el momento ha reconocido haber gastado tanto en las Fiestas del Pitic, la mayor cifra que han dado a conocer es de alrededor de 20 millones de pesos.

¿Quién miente?

Sería bueno aprovechar esta coyuntura refundacional para trasparentar los presupuestos de este festival con 13 años de historia.

En todo caso, bienvenido el ahorro y el fin del despilfarro, siempre y cuando este ahorro se invierta en cultura a lo largo de todo el año.

Pero hasta el momento, el IMCA encabezado por Margarita Torres, a siete meses de iniciada la gestión, poco ha hecho por la cultura en la ciudad.

Como sea, todos los hermosillenses, sea festival o fiesta, esperamos con entusiasmo una edición más de este evento muy necesario para la ciudad, tanto como agua de mayo.