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Obtienen sonorenses Premio Nacional del Deporte

Por Redacción

El presidente Enrique Peña Nieto entregó la tarde de este martes el Premio Nacional de Deportes y el Premio Nacional de Mérito Deportivo 2016.

Fueron 16 atletas galardonados entre los que destacan los sonorenses, Rebeca Valenzuela (lanzamiento de bala) y Luis Zepeda (lanzamiento de jabalina).

En Primera Plana Digital recordamos las entrevistas que los deportistas concedieron luego de su participación en las Paralimpiadas de Río 2016, donde Rebeca obtuvo bronce y  Luis Zepeda, plata.

Disciplina y trabajo, la fórmula de Rebeca Valenzuela

Por Imanol Caneyada

rebeca12A un mes de la gesta, están las risas y las anécdotas chuscas, como la del tamaño de la competidora Assunta Legnante, un armario de más de dos metros y 150 kilos; a su lado, la sonorense Rebeca Valenzuela, según la foto que nos muestra, se ve menudita y pequeña.

Era tan grande la lanzadora de bala italiana, que durante la ceremonia de premiación en el estadio olímpico de Río, Rebeca tuvo que desplazarse a su derecha en el podio para poder ver elevarse la bandera de México. La gente, recuerda, se reía.

A un mes de obtener la medalla de bronce en lanzamiento de bala categoría F11/12 en los Juegos Paralímpicos Río 2016, esta hermosillense de 24 años irradia felicidad, seguridad en sí misma y hierve en deseos de estar en Tokio 2020 para superar ese podio.

La destacada atleta hermosillense participó en Paralimpiadas de Río 2016, categoría débiles visuales. Aquí junto a su mamá Maggi.
“Tu meta es estar en el podio, pero cuando subes, quieres más, el bronce ya no es suficiente”, dice con una sonrisa, porque siempre sonríe Rebeca, al menos, desde hace un mes que la sonrisa no se le cae del rostro.

Le pregunto qué se siente que de la medalla que cuelga en su cuello se cuelguen a su vez un montón de personas que no estuvieron ahí durante el proceso de preparación. Sí, todos se ponen la medalla, aunque te hayan dicho que no hay dinero para apoyos, te cierren las puertas… lo más chistoso es que ni con las medallas cambian.

El camino a Río de Janeiro para Rebeca Valenzuela fue duro, arduo, lleno de soledad e incomprensión. No sólo tuvo que enfrentar los obstáculos propios de cualquier deportista de élite: las lesiones, el cansancio, las horas interminables de entrenamiento, el sacrificio, la frustración, el dolor, las repeticiones para superar la marca.

Por ejemplo, en el mundial de Qatar 2015 compitió con una lesión en la muñeca tan dolorosa que por las noches lloraba y se quedaba dormida con el brazo bajo el chorro de agua, lo único que le calmaba el dolor.

A pesar de ello obtuvo medalla de bronce; terminando la competencia la llevaron derechita al hospital. La operación puso en riesgo su participación en Río, hasta enero de este año no pudo entrenar.

Pero todo ello viene con el paquete de ser atleta, es el estigma del deportista de élite. En México, específicamente en Sonora, además tienen que enfrentar la estulticia, la estupidez y la indiferencia de las autoridades deportivas y de las autoridades en general.

A diferencia de otros países, Rebeca, a pesar de sus dos medallas de oro en los Panamericanos de Toronto 2014 y la de bronce en el mundial de Qatar el año pasado, tuvo que asistir a los selectivos clasificatorios para los Juegos Paralímpicos. Sin ningún apoyo del Codeson, además de las ocho horas diarias de entrenamiento, estaba obligada a ir al Congreso del Estado a solicitar apoyos a los diputados.

“Se me cerraban diez puertas, pero yo insistía hasta que se me abría una”.

“Existe otra fuerza interior y la pude sacar en Río 2016”: Luis Alberto Zepeda

Por Rigo Gutiérrez E.

Los jóvenes jugueteaban inquietos aguardando iniciar el entrenamiento diario. Cinco de la tarde. El sol, resistiéndose a ocultarse, aun bañaba el maltrecho campo del Club Oasis, un centro deportivo enclavado en unas de las zonas más inseguras del sur de Hermosillo. Por enésima vez, los chicos miraban el reloj.

Sobre la polvorienta calle aledaña del parque, se acercaba una camioneta roja pitando. De un salto los atletas se incorporaron y fueron al encuentro del auto. Era el arribo del medallista paralímpico, Luis Alberto Zepeda. En un instante se vio rodeado entre la algarabía de los chicos que, no habían tenido oportunidad de verlo y felicitarlo por haberse colgado una medalla de plata en la justa mundial de Río de Janeiro.

Zepeda colocó su silla rojinegra sobre el suelo, descendió de la camioneta y se aproximó al resto del grupo de atletismo. Los saludó con un: “¿por qué no han empezado a calentar?”. Los demás jóvenes se abalanzaron sonrientes y le abrazaban efusivamente. “Ya lo vimos en la tele profe. Y vimos que se trajo la de plata”, comentaba con orgullo un futuro lanzador de bala.

Desde hace tres años, Zepeda Félix entrena por las tardes a este peculiar grupo de atletismo, donde también participan muchachos con discapacidad.

Mientras dictaba las indicaciones para la rutina de entrenamiento, “Primera Plana” platicó con Luis Alberto Zepeda, quien se mostraba más que contento de reencontrarse con sus muchachos.

“Para mí es un logro bastante meritorio porque he estado trabajando desde Toronto —Juegos Parapanamericanos 2015— con una lesión en mi hombro muy fuerte, incluso es de operación. No llevaba seguridad de agarrar una medalla, por la lesión que apenas me dejó entrenar a un 65%. No pude completar mi ciclo como debe ser, entrené cinco meses y llevaba una expectativa nula de poderme subir al podio”, confesó.

Sin embargo, recuerda, ya había llegado hasta Brasil. Estaba ahí, él solo ante las miradas en el centro del estadio. No tenía más: dejarlo todo.

“Dije, vengo por algo. Estoy aquí por algo y vamos a echarle todas las ganas. Sabía que me iban a operar del brazo, así que me operen por justa razón. Que se quede aquí el brazo. Así que di todo lo que tenía y gracias a Dios resultó”.

Reconoció que fue muy arriesgado tomar esa decisión, peligrando que le “tronara” el brazo, pero asegura que gracias a Dios resistió aunque eso sí, sufrió una inflamación en todo el hombro, misma que con hielo, terapias y medicamento logró controlar, pero aún le queda la molestia.

—Son tus cuartos Juegos Paralímpicos ¿en lo particular qué te marcó de Río 2016?

—Creo que el no estar al 100%. Llegar con un poco de miedo de no poderme subir al podio, creo que eso me marco. Y el lograrlo fue algo que me dio una alegría muy grande, porque al no llevar una expectativa de medalla y poder lograr el segundo lugar para mí fue algo muy impactante, porque sé que existe otra fuerza interior y yo la pude sacar en ese momento.

Para su familia, así como para todo México, esa medalla de plata lo coloca en un lugar especial, esto a pesar de que ya son sus cuartas competencia de Paralimpiadas.