Los niños biónicos del Centro de Prótesis D’extrem
Un grupo de estudiantes del ITH y el Tec de Monterrey, impulsados por la Fundación D’Corazón, está a punto de lanzar un prototipo de prótesis biónica para niños
Por Imanol Caneyada
Hace veinte años, el arquitecto Ricardo Barrón echó a andar la fundación D’Corazón A.C., con el objetivo de apoyar a niños con discapacidad. En 2006, la propia fundación inauguraba la guardería integradora D’Corazón, que en la actualidad atiende a 75 niños con discapacidad y 185 niños regulares quienes, a decir del propio Barrón, “son los mejores terapeutas que tenemos por la forma en que ayudan en los procesos de integración”.
En 2013, a los dos años de que se abrieran las puertas del CRIT Sonora, la fundación detectó el problema de que los pacientes y las familias foráneas, procedentes de toda la región del Noroeste, enfrentaban la dificultad económica del hospedaje, así que Ricardo Barrón y su equipo de colaboradores se dieron a la tarea de construir el albergue D´Corazón, que acoge a las personas de escasos recursos de fuera de Hermosillo, de lunes a viernes.
Tiempo después, la posibilidad de ayudar a los niños con discapacidad desde la ciencia apareció en el panorama de la fundación.
Todo surgió gracias a una charla que mantuvieron el director fundador y Alejandra Damián Morales, una joven estudiante de la licenciatura en Fisioterapia en el ITH, quien en ese momento realizaba su servicio en la fundación.
En la plática concluyeron que había que hacer algo por los numerosos niños de los barrios más marginales de la ciudad que tenían un muñón por mano.
Así inició una búsqueda que los llevó a contactar con la organización Robot Hand, creada por un carpintero australiano que había perdido una mano en su trabajo y que, posterior al accidente, se dedicó a diseñar una tecnología práctica y relativamente accesible para fabricar prótesis a través de impresoras 3D.
Esta organización, nos cuenta Alejandra Damián, sube a la nube los diseños y procedimientos para compartirlos con todo el mundo de forma gratuita, el único compromiso que se adquiere es alimentar esta nube con las mejoras y cambios que se hagan a los prototipos.
Así surgió la tercera rama de la fundación D’Corazón, el Centro de Prótesis D’extrem.
En noviembre de 2016 comenzaron a trabajar sobre los primeros prototipos, para enero del 2017 trece niños se habían visto beneficiados con prótesis mecánicas que mejoraron su vida sustancialmente y habían contribuido con mejoras a los diseños que ya están en la nube de Robot Hand.
El equipo detrás de Dxtrem lo conforma ocho estudiantes a punto de terminar sus respectivas carreras en el ITH y en el Tec de Monterrey.
Encabezados por la propia Alejandra, cuentan con un estudiante en diseño industrial y seis estudiantes en ingeniería biomédica.
Todos ellos, nos explica Ricardo Barrón, si en un principio se acercaron con el objetivo de cumplir con el servicio social, en la actualidad, a punto ya de graduarse, han adquirido un compromiso tan grande por el impacto social que tiene su trabajo, que permanecen en el Centro de Prótesis para dejar a punto un nuevo prototipo: la prótesis biónica.
Esta prótesis creen que la tendrán lista en un mes más. Las mejoras en comparación con los prototipos mecánicos anteriores rozan la ciencia ficción.
Como de ciencia ficción es la forma en que fabrican las prótesis que ya están funcionando. La joven Alejandra nos guía por el laberinto tecnológico.
Es ella precisamente quien recibe al pequeño paciente y estudia sus necesidades particulares. A partir de estas necesidades y requerimientos, diseñan en una computadora la prótesis correspondiente.
Posteriormente, en el strogel de la impresora se introduce el material con el que se fabrican las prótesis, llamado PLA, un plástico biocompatible compuesto por ácido láctico. Se instala la tarjeta con el diseño y se echa andar la impresora 3D.
El strogel calienta el PLA a 230 grados, de forma que lo derrite y escurre sobre una plataforma en la que, capa a capa, se concreta la prótesis.
Todo ello lo realizan en una pequeña habitación en la Fundación D’Corazón, en la que hay instaladas tres impresoras 3D y una computadora, equipo que el director fundador, Ricardo Barrón, consiguió tocando una y mil puertas y recurriendo a patrocinadores y donadores particulares.
En este momento no contamos con ningún apoyo gubernamental, aclara.
No contentos con ello, ahora, el gran reto, el cual están a punto de concretar, es la prótesis biónica, la cual ya no dependerá del movimiento del antebrazo o la muñeca, pues le han incorporado nanotecnología para que a través de botones, la prótesis realice movimientos muchos más precisos y finos y no sea tan cansado para los pequeños.
Calculan que para junio estará listo el primer prototipo, y lo primero que harán será cambiar las prótesis mecánicas que entregaron a los niños por este futurista diseño.
Con el potencial y el enorme compromiso de estos jóvenes estudiantes, asegura Ricardo Barrón, la idea es seguir creciendo y dar un siguiente paso muy ambicioso: el diseño de prótesis para piernas, que requiere de una ingeniería de mayores vuelos, pues hay que calcular cuestiones como peso y fuerza.
La joven Alejandra Damián no duda de que lo lograrán. Confía plenamente en su equipo de jóvenes estudiantes.