
La cifra de las disoluciones matrimoniales y abortos aumenta cada año, mientras que el número de nacimientos desciende. La causa del problema no reside en una cuestión económica, sino en la concepción actual de la persona
Por Dr. Jorge Ballesteros
Tanto organismos internacionales como gobiernos nacionales, han implementado durante las últimas décadas, políticas públicas para la reducción y control de la natalidad.
El invierno demográfico es el resultado de los estragos de la galopante caída de las tasas de natalidad en todo el mundo. Mientras que en la mayoría de los países se promulgan leyes para legalizar el aborto, actualmente hay 59 naciones, con el 44 por ciento de la población mundial, con tasas de natalidad por debajo de las tasas de reposición generacional.
Un país necesita mantener una tasa de natalidad de 2.1 hijos por mujer para reemplazar su población actual, sin embargo, solo en Europa la tasa de natalidad es de 1.3 y se estima que para el año 2030, Europa tendrá un déficit de 20 millones de trabajadores. Al mismo tiempo, se espera que Rusia pierda un tercio de su población actual para el año 2050.
Italia pasará de 61 millones de habitantes en 2010 a 56 millones en 2060; Alemania, que tenía 83 millones en 2005, habrá caído a 72 millones en 2060. Los países de Europa del Este llevan ya décadas de sangría demográfica: Bulgaria alcanzó su pico de población en 1985 (9 millones), ha bajado a 7.9 millones (2010), y se habrá despeñado hasta los 5 millones en 2060; Rumanía ha pasado desde un pico de 23 millones en 1990 a 21.5 en la actualidad, y debe descender hasta 17 millones en 2060;
España se está quedando sin niños según las cifras del Instituto Nacional de Estadística a 1 de enero de 2018, España tiene 80.560 niños entre 0 y 10 años menos que hace un año. La mitad de las españolas se casan con más de 32 años. Por segundo año consecutivo, ya hay más muertes que nacimientos, las españolas en edad fértil disminuyen y tienen solo un hijo.
Los abortos que se practican en el país han aumentado una media de 48.502 por año. «España sigue envejeciendo, y no hay niños para solucionarlo”
En China la política de control de la natalidad deja hoy a más de 78 millones de chinos que no tendrán la posibilidad de unirse ni contraer matrimonio con una mujer de su mismo país. Japón baja impuestos a las familias numerosas, asustado por la baja natalidad.
Afirma la CEPAL que en Latinoamérica se observa un acelerado descenso en la fecundidad, sin precedentes en la historia demográfica de la región, ya que en los últimos 55 años pasamos de tener índices reproductivos que figuraban entre los más altos del mundo a niveles inferiores a la media mundial. Por esto es ahora cuando el Gobierno debe trabajar a favor de la vida, la familia y la sociedad, antes de enfrentar una severa crisis como la que representa el invierno demográfico para Europa.
El invierno demográfico que atraviesan varios países del mundo es el reflejo de un fracaso personal y social. La cifra de las disoluciones matrimoniales y de los abortos aumenta cada año, mientras que el número de nacimientos desciende. La causa del problema no reside en una cuestión económica, sino en la concepción actual de la persona y en la crisis de confianza en la vida.
«En los países con poblaciones que disminuyen, ¿quién operará fábricas y granjas? ¿Quién cuidará las fronteras? ¿Con una población que envejece, quién soportará el sistema de pensiones y el cuidado de los ancianos?».
Sin pequeños, vamos hacia una sociedad triste, sin alegría, sin vida. Urge atender este asunto capital con seriedad y celeridad, con determinación y con valentía. Necesitamos grandeza de miras, verdaderos estadistas, no a políticos que se muevan en función de cuántos votos pueden ganar o cuántos le costaría apostar por la maternidad y la familia».
Un Gobierno que se centre en los problemas reales de nuestro país y se deje de posturas ideológicas con medidas electoralistas hacia los votantes de la izquierda populista, como la Ley de Eutanasia y la del aborto o la ideología de género que quiere destruir a la familia y al matrimonio tradicional.
Obvias son las conclusiones sobre el efecto del problema demográfico en la economía. Los especialistas coinciden en que “es inviable el sostenimiento de la Seguridad Social y las pensiones sin un aumento de la natalidad”.
Cada vez se ven más ancianos en los parques y los niños brillan más y más por su ausencia. No se tienen ni siquiera los niños precisos para el reemplazo de la población (2,1 hijos por mujer), cada nueva generación es un 30%-40% menos numerosa que la anterior y eso es algo que tal vez no había sucedido nunca en la Historia.
No se conoce ningún precedente de sociedades tan envejecidas, con pirámides de población “antinaturales” en las que los ancianos superan en número a los jóvenes
Por primera vez desde tiempo inmemorial, por su demografía y por la edad promedio de su población, todos estos países al parecer, tienen más presente y pasado que futuro”.