
El bien, la verdad y belleza, empiezan a quedar desdibujados en la sociedad actual, el relativismo va ganando terreno, dejando la verdad como un criterio personal que vale si yo así lo decido
Por Guadalupe Rojo
Queridos amigos, constantemente en nuestro país, se mandan al Congreso nuevas iniciativas de ley, que por desgracia no están razonadas como se debe, por eso es necesario tener algunas ideas claras acerca de ellas y no quedarnos con la idea de que todo lo que se promulgue como Ley es bueno, verdadero y obligatorio.
1.- Las leyes son necesarias.
Todo en la creación guarda un orden, todo tiene un gobierno, el día le sigue a la noche, el invierno al otoño, los astros no se salen de sus órbitas, los pájaros construyen nidos y las liebres madrigueras, la física tiene sus leyes, también las matemáticas.
Nos resulta muy natural que así suceda, el caos se apoderaría del universo si no hubiera leyes y estas no fueran respetadas.
Somos superiores a las cosas inanimadas y a los animales, y si estos se someten a las leyes de su naturaleza, lo propio de los hombres será razonar sus leyes para organizar la sociedad.
Para que las leyes cumplan su misión de ser la base de una sociedad justa deben tener características esenciales como:
-Estar dictadas a la luz del conocimiento de las causas y la razón.
-Estar orientadas hacia el bien y la verdad.
-No ser contrarias a la propia naturaleza humana y respetar su dignidad.
Por desgracia, el bien, la verdad y belleza, empiezan a quedar desdibujados en la sociedad actual, el relativismo va ganando terreno, dejando la verdad como un criterio personal que vale si yo así lo decido.
Las leyes que van en contra de la naturaleza y la dignidad de la persona, no obligan moralmente, aunque estén promulgadas como legales, como por ejemplo el aborto.
La ley civil es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el bien común.
Si sólo nos rigiéramos por las leyes civiles, tendríamos la dificultad de que estas cambian según la cultura, el lugar, y las circunstancias de cada país, según los regímenes de gobierno, y de tiempo.
Sin embargo las leyes morales trascienden el tiempo, la cultura, y el gobierno. Existen estándares universales que aplican a toda la humanidad a través de todos los tiempos. Estos estándares morales universales son inherentes y reconocibles por todos nosotros, y forman la base de una sociedad justa.
2.- Hay que decir que aunque las leyes civiles son necesarias para mantener el orden en la sociedad, la ley natural es superior a las leyes civiles, pues esta fue inscrita en el hombre por su creador. El hombre no se da la vida a sí mismo, sino que la recibe como un don gratuito de Dios.
La ley natural “no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios; por ella conocemos lo que es preciso hacer y lo que es preciso evitar. Esta luz o esta ley, Dios la ha dado al hombre en la creación”, sostiene Santo Tomás de Aquino (In duo pracepta caritatis et in decem Legis praecepta expositio, c. 1).
“La base de los preceptos morales es Dios. Si se niega la idea de Dios estos preceptos necesariamente se desintegran por completo”: Juan XXIII (Mater et magistra 208).
Dios ha puesto en nuestra propia naturaleza esta ley, si los hombres la seguimos tenemos asegurado no dañarnos a nosotros mismos.
Conclusión
La ley natural por la misma libertad del hombre puede quedar empañada y no verse muy clara ante la inteligencia debido a influencias de pensamiento que se presentan atractivos, pues permiten al hombre llamar bueno a cualquier ideal que responda a su conveniencia y comodidad.
Debemos mantenernos informados en la promulgación de nuevas leyes civiles.
Una norma segura para discernir si una ley, es buena es que dicte hacer el bien, y evitar el mal.
Busca incansablemente la verdad.