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A cien años de la ordenación episcopal de Juan Navarrete

Por Redacción

Cuentan los relatos de la época que a finales de enero de 1919, mientras cumplía, como era su costumbre, con una apretada agenda pastoral, al padre Juan Navarrete y Guerrero, le comunican que el obispo de Aguascalientes, Ignacio Valdespino, lo requiere en sus oficinas. Esto no extraña al joven presbítero, quien espera otra encomienda más de su querido obispo. Sin embargo, la misión que recibe lo deja anonadado: Le notifica que el papa Benedicto XV lo ha designado obispo de Sonora.

Monseñor Valdespino le sonríe mientras le comunica su nueva tarea episcopal. Sabe a dónde lo envía y porqué lo recomendó para esa tarea, porque él mismo había sido obispo de Sonora durante 11 años.

La ceremonia episcopal

Navarrete recibió la consagración episcopal a los 32 años de edad en la Catedral de Aguascalientes.

El 8 de junio de 1919, un domingo de Pentecostés, en la Catedral de Aguascalientes, Aguascalientes, Juan Navarrete (con tan solo 32 años de edad) recibía la consagración episcopal de manos del obispo Ignacio Valdespino.
Como padrinos tuvo al padre José Velazco, al profesor Eugenio Alcalá, a don Regino Amador, a don Pascual Padilla, a don Jesús Oviedo y al licenciado Salas López.

Su hermana Julia Navarrete y su madre, la señora Julia Guerrero viuda de Navarrete estuvieron presentes en tan memorable evento.

Su llegada a Sonora

Un mes después de haber sido consagrado como Obispo, llegó a Sonora. El día 9 de julio de 1919 arribó a la estación de tren de Nogales, donde lo esperaban sus anfitriones.

El 12 de julio de 1919 celebró la primera Misa como Obispo en la Catedral Metropolitana de Nuestra Señora de la Asunción, en Hermosillo, Sonora.

Cabe señalar que para ese entonces Sonora tenía seis años sin obispo.

“La Prensa” de Aguascalientes, consignó en una detallada crónica los pormenores de la consagración.

El propio Navarrete describió la situación de la Diócesis en su Primera Carta Pastoral del 8 de septiembre de 1920: “En el culto descuido, ruina y falta de amor a Dios; el espíritu cristiano suplantado por el lujo, la vanidad y el deseo desenfrenado de riquezas; la familia sin la bendición de la Iglesia en un 60 por ciento; la educación religiosa de los niños, abandonada; alejamiento de los Sacramentos, particularmente de la Eucaristía, entre los varones; la mitad de los Templos y Casas Parroquiales necesitados de urgente reparación o de completa reconstrucción; sectarios extranjeros haciendo propaganda a doctrinas anticristianas, anticatólicas y antisociales; campaña de calumnias como parte de la persecución a la Iglesia, etc.”.

El extenso territorio de Sonora sólo contaba con 19 sacerdotes “humillados, perseguidos, agobiados por la necesidad y atados en el ejercicio de su santo ministerio, no pocos de ellos ancianos y enfermos”.

Los frutos de la vocación

El entonces Obispo más joven del mundo, quien además estaba llamado a ser, tiempo después, el Obispo más viejo, estuvo medio siglo al frente de la grey sonorense.

En este periodo ordenó 112 sacerdotes, levantó o restauró centenares de iglesias, fundó 52 escuelas primarias y secundarias y dos Escuelas Normales. Además erigió 26 hospitales, dos asilos para ancianos, seis hogares-escuelas para niños desamparados, dos centros para tuberculosos y un leprosario, entre muchas otras instituciones sociales.

Don Juan Navarrete Guerrero vivió una vida heroica y santa hasta el 21 de febrero de 1982. Sus restos mortales se encuentran dentro de la Catedral Metropolitana de Hermosillo. La Arquidiócesis de Hermosillo y el grupo “Pastor y Maestro” que promueve la causa de beatificación del hoy “Siervo de Dios” Juan Navarrete han denominado este año, el 2019, “Año Jubilar del Centenario de la llegada del Obispo Navarrete a Sonora”.