Los hilos delgados de la política sonorense

ES UNA historia que se repite constantemente en las oficinas de alto nivel de los gobiernos de antes y los de ahora. Los funcionarios menores o empleados están obligados a obedecer. Qué difícil es creer que el jefe no se entere de los movimientos que su subalterno hace con el dinero del presupuesto.
Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
La referencia es por el caso de los “funcionarios menores” en la Secretaría de Salud durante el pasado sexenio, -Lisbeth Mosqueira, Carlos Ortiz y varios más-, vinculados a proceso por haber sido acusados por la Fiscalía Anticorrupción de haber cometido el delito de “abuso de funciones”.
Aparentemente dichos colaboradores atravesaron su firma para el uso de recursos públicos por parte de otros en cumplimiento a disposiciones e instrucciones que provenían “de arriba”.
Quizá esos funcionarios menores debieron haberse negado a firmar para que se dispusiera de esos recursos, pero al hacerlo iba incluida su renuncia.
No es la primera vez que “el hilo se rompe por lo más delgado” y se aplica con rigor la Ley a quienes tuvieron la osadía de cumplir órdenes.
Sin embargo, su sacrificio es manejado como un argumentazo en el “ataque a la corrupción” por el gobierno en turno.
Así ocurrió durante el gobierno de Guillermo Padrés y la decisión de consignar a un juez a una eficaz funcionaria de la Secretaría de Hacienda, pero se tuvo el cuidado de que las cosas no escalaran a los primeros niveles. Al final fue exonerada.
Así fue durante las investigaciones para culpar a presuntos responsables por el incendio en la Guardería ABC. Consignaron a bomberos y a funcionarios menores como coordinadores de protección civil estatal y municipal, pero jamás las cosas llegaron a los funcionarios de primera línea en el Estado.