AMLO es feliz con las remesas que los paisanos en EU, envían a México

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
CADA VEZ que el Presidente de la República presume los nuevos “récords” que en millones de dólares envían como remesas nuestros paisanos a sus familiares en México, está haciendo un alarde de lo que considera un “gran logro”.
Es quizá el único caso en que no reconoce al pasado como generador de riqueza para el país.
Y es que la migración mexicana hacia los Estados Unidos, ha sido un fenómeno de toda la vida en la relación entre ambas naciones. Para empezar, habría qué recordar que California, Arizona, Texas y Nuevo México, eran parte de la República Mexicana hasta que Antonio López de Santa Ana, a mediados del siglo XIX, accedió venderlos al “Tío Sam” por unas cuantas monedas.
Pero el fracaso en el manejo de la economía por todos los gobiernos en el siglo XX (evidentemente, mucho más del PRI) han motivado a gran parte de la población pobre de nuestro país, a buscar de manera ilegal una mejor vida para ella y sus familias, en los Estados Unidos.
Y muchos han cumplido el “sueño americano”.
Sin embargo, el lanzarse a la aventura porque su país no le ofrece las oportunidades de superación, implica una serie de riesgos donde la vida va de por medio. Han sido miles de vidas de mexicanos que se han perdido en el camino ilegal de alcanzar ese “sueño americano”.
Por ello, para muchos gobernantes del pasado, la migración ilegal mexicana hacia el vecino del norte ha sido motivo de vergüenza, frustración, incapacidad e impotencia. Para el gobierno actual, no es así.
La tragedia ocurrida en una carretera cercana a San Antonio, Texas, donde fueron localizados 50 migrantes muertos, luego de asfixiarse en la caja de un tráiler (22 de ellos, mexicanos) no es la primera vez que sucede.
Trailers, camionetas, autobuses y unidades compactas, particulares, han corrido el riesgo de llevar ilegalmente a migrantes indocumentados y muchos de ellos han perdido la vida en el intento.
El tráfico de humanos existe y la perversidad también. Existen múltiples ejemplos de desalmados que abandonan a su suerte a los migrantes, en medio del desierto. Pero el origen es el mismo: La miseria, la falta de empleo, la inseguridad.
Ayer por la mañana, el Presidente López Obrador lamentó la tragedia de Texas y admitió que la pobreza es la causante de esos hechos, pero no aceptó ni aceptará, que la mediocridad de su gobierno y la falta de cumplimiento a la Ley, impulsada por su “cuarta transformación”, ha contribuido de manera importante a dichas tragedias.
Pero eso sí. Cada cierto tiempo, se anuncia como un gran logro: “Las remesas han rebasado los 40 mil millones de dólares, cifra récord”.
Y a pesar de que ese es un logro alcanzado con el sacrificio y la sangre de los mexicanos, el cinismo se confunde con la satisfacción del Presidente por tal noticia.
La insensibilidad, la inconsciencia, la frialdad y la indiferencia, juntas.
EN LO QUE Sí se ha preocupado y ocupado AMLO es en las críticas lanzadas en su contra por representantes de la Iglesia Católica, reprobando la política gubernamental para tratar de controlar la violencia… Desde luego, el denominador común de todas las voces a lo largo y ancho del país por parte de sacerdotes y vicarios, es el estrepitoso fracaso de “los abrazos y no balazos”… Ante esta andanada en su contra, encabezada por el Papa Francisco, al Presidente se le ocurrió decir que a los religiosos se les ha olvidado la época de las masacres, “porque han estado apergollados por la oligarquía”… Es decir, que los sacerdotes y sus jerarquías han guardado silencio porque los ricos los han financiado… Bueno, faltaba que López Obrador abriera un nuevo frente y es con la Iglesia Católica… Especialmente con ésta última… Él no es católico y como buen miembro de la Masonería, cada vez que tenga oportunidad de hacerlo, la va a atacar.