Sergio Galindo celebra 50 años de trayectoria en teatro

Creador de toda una corriente teatral, a través del humor y las historias regionales; además con la visión de impulsar un legado para formar artistas
Por Redacción
Dramaturgo, escritor, actor, promotor cultural, empresario, Sergio Galindo Sánchez, llega a sus 50 años de trayectoria artística con un gran reconocimiento de su público que, aplaude de pie al talentoso maestro del teatro sonorense.
A sus 71 años de edad, Galindo sabe que sus obras están en la memoria de la gente. Unos “Güevos Rancheros” que nos siguen haciendo reír con tanta ocurrencia al estilo sonorense o la memorable historia de “La Tuba de Goyo Trejo” que se inmortalizó en la pantalla grande. Pero sigue produciendo, escribiendo y montando obras en uno de los centros artísticos más importantes de la ciudad: “El Mentidero”. A continuación la entrevista que le brindó a Ruiz Quirrín en el programa De Primera Mano (TVD Primera Plana).
50 años en esto, empezaste 1972, entre otras cosas, estudiaste filosofía en la UNAM…
Sí, fíjate que me fui a estudiar filosofía y llegué a vivir en casa de Octavio, mi hermano, cuando él estaba haciendo “Albañiles” del maestro Vicente Leñero, y él estaba casado con Margie, la cantante; como te podrás imaginar, un estudiante de filosofía, viviendo en la casa de un actor y una cantante… por ese departamento circulaban media farándula, recuerdo así de botepronto a Óscar Chávez. Todos los días había una fiesta. Y un estudiante de filosofía que necesitaba estar en la biblioteca, pues me deje contaminar de inmediato, entonces muy pronto brinqué a las tablas.
Ahí te pico el gusanito de saber de esto, de entrar al teatro, al cine, escribir, dijiste este es mi mundo…
Sí, de alguna manera, porque ya estando en la facultad, yo empezaba a escribir, y empezaba a entrarle un poco a la poesía, al cuento, y en esa poesía y en ese cuento, intentaba la traducción de voces muy interesante que traía desde niño que eran las voces de los mentideros de la sierra de Sonora, estas voces llenas de humor, llenas de giros lingüísticos, con un sonido muy especial, con una manera de ver el mundo muy especial con su cosmogonía, que me daban vueltas y me interesa muchísimo, todo un lenguaje maravilloso, lleno de humor y muy inteligente.
¿Qué fue lo primero que ofreciste como teatro?
Después de eso, en unos de mis viajes de aquí en Hermosillo, existía en aquel entonces, la Secretaría del Fomento Ganadero, que encabezaba Miguel Cruz Ayala, con Alejandro Carrillo Marcor y a Miguel se le ocurre la idea de sumar a todos esos encuentro ganaderos, el teatro y entonces me llama, y me dijo “a lo mejor y el teatro sirve para esto, intentemos algo”. Es definitivamente una experiencia iniciática por que ahí se sientan mis bases como dramaturgo y ahí se sientan las bases para el actor Jesús Ochoa “El Chobi”…
Menciona algunas obras tuyas que más te han dejado satisfacción
Ahora que hablamos de mi estancia digamos de joven de niño en los pueblos de la sierra, yo iba a pesar vacación a San Pedro de la Cueva, y entonces mientras mis amigos y mis primos estaban en el río yo me acuclillaba en el mentidero de don Manuel Cruz en la pura esquina y yo me echaba unos viajes increíbles y de ahí nacen todas esas voces, y tengo una trilogía que particularmente me conmueve mucho y he compartido eso con el público y me ha respondido de maravilla que se llama “Trilogía bajo el agua”. Ahí está “Más encima el cielo”, “Agua pasa por mi casa” y “El último vaquero”, es una trilogía que aborda la inundación de los tres pueblos, Suaqui, Tepupa y Batuc, un acontecimiento que para mí significó un golpe a mi inocencia, porque jamás pensé que pudieran desaparecer tres pueblos, uno con más de 300 años de existencia, me parecía totalmente increíble.
Cuando lo oí en el mentidero, cuando alguien se atrevió a contarlo, lo tacharon de loco. Un día un viejo, Lázaro, decía yo vi a los ingenieros, pero la gente le decía “no Lázaro, cómo va pasar, nunca se van a inundar los pueblos”. Eso en 1963. No tardó mucho: a los tres años en Hermosillo, me llegó la noticia. Te digo fue un golpe durísimo a mi ingenuidad, entonces se acentuó esta angustia porque a mi alrededor todo el mundo lo celebraba, el paso el progreso y de ahí nace la trilogía.
Y los “Güevos rancheros” con más 2,500 representaciones ya…
Ya un poco más… Tiene 28 años continuamente en cartelera.
A ver recuérdanos al elenco de los originales…
Los originales son Irineo Álvarez (que lo sigue haciendo), La “Toñis” Rosas, Marco Antonio López Trejo (que hacía la Jesusita) y Manuel Ramírez y yo haciendo los muñecos “Quico” y “Monchi”.
¿Cómo quisieras celebrar estos cincuenta años de trayectoria?
Pues mira de alguna manera me siento celebrado. Mira, el sueño de todo dramaturgo es que la cosa que tu produces, el público lo hago suya, y yo tengo dos cosas que el público sonorense las ha hecho suyas, las ha puesto en la canasta básica del sentimental del sonorense: “La tuba de Goyo Trejo” y “Güevos rancheros”; por otro lado como compañía, el sueño de cualquier gente de teatro es tener su lugar propio y ya lo hemos conseguido, tenemos un Mentidero.
¿Dónde se ubica El Mentidero?
Es el antiguo Colegio Amante, en la calle No Relección y Garmendia, en pleno Centro histórico. Es el primer centro artístico y cultural que consigue (porque estuvimos tercos) esa denominación. Era un edificio que estaba abandonado, sufrió tres incendios, estaba invadido, había más de 60 personas viviendo ahí y lo pudimos rescatar. Ahora tiene cuenta con una cafetería, un patio, un foro interno, con oficinas y en construcción, acondicionamos el centro histórico.
Ahora ¿tú con tu gran talento, a diferencia de Chobi y otros actores, decidiste quedarte aquí, en tu patria chica, porque pudiste haberte quedado en la ciudad de México?
Estuve 10 años allá y me estaba yendo muy bien, pero fueron mis personajes los que me regresaron a Sonora. Cuando hicimos “La Tuba”, una de las principales motivaciones entre yo y el Chobi, fue que no veíamos a nuestro norteño en la pantalla, vemos al Piporro y otros norteños, pero nuestro norteño no estaba, entonces por eso nos aventamos hacer “La Tuba” y por eso me sigo con toda esta cosmogonía, que para mí es una riqueza increíble que todavía nos falta por apreciar.