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Desplazados a punta de balas “El Dipo” 

La comunidad de unos 100 pobladores poco a poco ha ido quedado vacía tras incursiones de grupos armados; denuncian total abandono de las autoridades

La comunidad de unos 100 pobladores poco a poco ha ido quedado vacía tras incursiones de grupos armados; denuncian total abandono de las autoridades; especialistas analizan este fenómeno social  

 

Por Gerardo Moreno Valenzuela

Un silencioso desplazamiento está ocurriendo en diversas poblaciones del norte de Sonora a raíz del terror impuesto a punta de balazos por parte de grupos del crimen organizado. 

La comisaría “Félix Gómez”, conocida como “Dipo”, en el municipio Pitiquito, es un ejemplo de este fenómeno. En días recientes circularon videos de pobladores denunciado un total abandono.    

Para Krimilda Bernal Hoyos, directora del Observatorio Sonora por la Seguridad, esta es una realidad difícil de ignorar y que corre el velo de verdaderos “pueblo fantasma” en nuestra entidad, lo cual exhibe la ausencia de las autoridades.

“Genera mucha tristeza al ver un pueblo fantasma en tiempo real, ver cómo las personas se van alejando de este lugar; es una realidad que difícilmente podemos ignorar porque está ahí y estas personas nos están enseñando el cómo se encuentra esa comisaría”.

Una denuncia pública realizada por un familiar del señor Manuel Octavio Velázquez Bojórquez, de 62 años de edad, quien fue privado de la libertad desde el 09 de abril y hasta estos momentos no lo han ubicado.

En el video, se ve como la familiar del desaparecido recorre el pueblo donde asegura que ya no hay personas viviendo y esto es por las actividades del crimen organizado.

Ante esto, Krimilda Bernal recalcó que el caso de la Comisaría Félix Gómez es una muestra de la ausencia de la autoridad en ciertas regiones del estado, donde no se puede saber a ciencia cierta cuántos casos similares existen porque solo se conocen cuando algún ciudadano valiente denuncia.

Aclaró que es necesario la responsabilidad y la firmeza del Estado para poder frenar a las bandas criminales y que vuelva esa tranquilidad para los pueblos de Sonora, fortalecer a las policías municipales y a la policía Estatal para no dejar ninguna parte de los 72 municipios de Sonora abandonados.

La activista recordó que durante los últimos cuatro años ese municipio y esa región ha sido golpeada por grupos del crimen organizado.

“Es desgarrador totalmente y pues este es uno de los tantos fenómenos que hemos visto, como el desplazamiento forzado al interior de nuestro Sonora, y hay quienes dicen que no existe en el estado, pero este es un claro ejemplo”.

Recordó que el desplazamiento forzado al interior del estado de Sonora es algo de lo que poco se habla, pero que ahí está.

“Es necesario la responsabilidad y la firmeza del Estado para poder frenar a esas personas y que vuelva esa tranquilidad para esos pueblos, para esos comisarías, para esos municipios. Necesitamos autoridades responsables y que dejen de ser negligentes, porque esto como lo he mencionado a lo largo de los últimos audios nos está costando mucho a las personas”.

 

Poblaciones en fuego cruzado  

Sin duda, las actividades de bandas del crimen organizado afectan y trastocan la vida cotidiana de la sociedad, en especial de aquellas comunidades rurales que normalmente eran tranquilas.

El doctor Antonio de Jesús Barragán Bórquez investigador egresado del Colegio de Sonora y el CIAD explicó que este fenómeno se ha visto en diferentes puntos de Sonora, en diferentes niveles, a lo largo de los últimos años, ahora focaliza estos efectos en la zona del desierto de Altar.

“Cuando hay eventos así muy de mayor relevancia, hay una parálisis social, no la gente cambia sus rutinas diarias, intenta salir menos de noche, no tomar carreteras, surgen prohibiciones la gente recurre a cierta modificación de sus prácticas diarias, cancelan ciertos eventos de independencia, por ejemplo, de festejos”.

Hechos violentos, como homicidios, desapariciones, balaceras y demás actos de alto impacto generan efectos que se sentirán por muchos años en las familias involucradas y también en las comunidades.

Generan estructuras emotivas negativas, miedo, zozobra, y eso provoca varios efectos, entre ellos el desplazamiento forzado.

“El desplazamiento forzado, si lo podemos conceptualizar como es como un movimiento forzoso, obligado, que tienen las personas, sobre todo sectores de la sociedad civil y familias de irse a residir a otros lugares, a veces como refugiados políticos, en otro tipo de calidad, para para sobrellevar la situación de violencia”.

Por ejemplo, dijo, en Empalme en los últimos censos del Inegi demuestran que hay una disminución de la población que se da en un contexto donde creció la violencia. En 2015 hubo un éxodo de familias de Tubutama, también en una ola de violencia, y ahora vemos situaciones similares en el norte y noroeste de Sonora.

“Estos temas siguen siendo un terreno fértil para la indagación científica, porque como instituciones académicas es en parte de nuestro de nuestra labor atender estas problemáticas emergentes nuestros problemas nuevos para la localidad”.

El doctor Barragán Bórquez precisó que es importante investigar el tema de violencia, desde la academia, las ciencias sociales, la sociología, para explicar los múltiples fenómenos que llevan a esta realidad, los efectos que generan y eso también ayude a la toma de decisiones y a políticas que funcionen.

El investigador sostuvo que aun en medio de una misma comunidad, la violencia afecta de manera distinta a la población.

“Toda la sociedad es afectada, pero no todos de la misma manera. Lo que observamos es que son sobre todo las personas vulnerables, los jóvenes, las mujeres en condición de vulnerabilidad, las que sufren los efectos más agudos de esta violencia”, apuntó el Dr. Barragán. 

 

El Noreste, un ‘terreno caliente’ 

Marco Antonio Paz Pellat, vocero del Comité Ciudadano de Seguridad Pública de Sonora aseguró que la única certeza que se tiene alrededor del abandono de algunas comunidades rurales por la violencia, como el caso de la Comisaria Félix Gómez, es que existe una disputa entre bandas del crimen organizado por el control de regiones en el noroeste del estado.

Precisó que esto se debe a lo atractivo que ha resultado para el crimen organizado el narcotráfico de drogas químicas a los Estados Unidos, como el fentanilo, y ahora el tráfico de personas migrantes.

“Lo que sabemos es que toda esa zona del Desierto de Altar y la zona del Golfo de Santa Clara, es una zona que ahorita concentra una gran actividad criminal, por lo atractivo que está resultando ser, es una zona ahí de playas, por ejemplo, y de cercanía de la frontera, lo atractivo que resulta ser el narcotráfico, principalmente de drogas químicas, y a eso sumarle el boom que tiene ahorita la trata de personas”.

En ese sentido, Paz Pellat, aclaró que el llamado que se puede realizar a la autoridad es explicar a detalle qué sucede en estas regiones y buscar garantizar la paz y tranquilidad de la sociedad.

“Entonces yo creo que aquí es importante que la que la autoridad de su versión explique, qué está pasando, no, al respecto y a partir de ahí podamos saber qué se puede hacer para mejorar, pero, de entrada, sí se ve que es una zona muy complicada”.

Y cómo ciudadanos a compartir solo información que sea verificada y con eso exigir mayor seguridad y paz en Sonora.