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El Chapo era vecino de La Barbie en el penal

El penal federal del Altiplano abrió sus puertas a reporteros, en grupos de diez. Previamente había que despojarse del celular, cartera, bolsa de mano, morral, cinturón, joyas, libretas, listones, tocados, pasadores para el cabello y demás artículos prohibidos.

Sólo se podía ingresar con una credencial y las herramientas de trabajo: micrófono, cámara de video y foto; prohibidas las grabadoras.

Para ingresar al penal de donde escapó Joaquín Guzmán Loera, el pasado sábado 11 de julio, es necesario pasar por una primera revisión por un arco detector de metales y luego una revisión individual; después se toma una fotografía con credencial en mano. Un camión espera en el patio mientras se pasa la primera aduana.

Tras avanzar unos metros, la unidad se detiene frente al edificio principal del Altiplano, se le conoce como el polígono; desde ahí se tiene acceso a las diferentes áreas de internación, incluida la de tratamientos especiales donde estaba El Chapo.

Desde ese punto se atraviesa un pequeño patio donde se observa el complejo; se abre una puerta y de nuevo detectores de metal, una vez se muestra la credencial a un guardia detrás de una aduna con vidrios polarizados.

Comienza el recorrido hacia la celda de Guzmán Loera; en total hay que pasar 17 puntos de revisión con puertas, exclusas como las utilizadas en los bancos y seis aduanas más, donde se muestra la credencial al guardia en turno.

Una aduana antes de ingresar al pasillo dos de tratamientos especiales, el grupo se divide en dos, entonces comienza la entrada por la última puerta exclusa, las celdas están del lado izquierdo, en el pasillo la primera es la número 11, la 20 está al fondo.

Algunas de las celdas tienen puertas de acero que impiden mirar al interior a excepción de un pequeño espacio a la mitad de la misma; sólo tres cuentan con rejas que permiten mirar al interior.

La celda 20 está vacía, ya no están los objetos personales de El Chapo, sólo un jabón en el lavabo y la colchoneta de la cama.

De repente, una voz ronca con acento norteño grita “esto ya parece circo”, y mira al custodio que acompaña a los reporteros. Se trata del interno de la celda 16, una de las que no tiene puerta; es un hombre extremadamente delgado, muy blanco y con el pelo rubio. Está recostado en la cama, tiene una pequeña televisión, que está permitida para los reos de esta área, ve el partido de México ante Trinidad y Tobago: es Édgar Valdez Villareal, alias La Barbie, vecino del ahora prófugo.

EXCÉLSIOR