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El misterio de la muerte

“Día vendrá en que amanezcas y no anochezcas, o anochezcas y no amanezcas”: —Fray Luis de Granada

Por Dr. Jorge Ballesteros

¿Te has preguntado por qué se celebra el Día de Muertos? Esta celebración mexicana nos recuerda cuán finitos somos; no obstante, también nos enseña que la muerte es parte de la vida y debemos festejarla.

El Día de Muertos es una tradición mexicana de origen prehispánico que se celebra principalmente el 1 y 2 de noviembre.

Nos preparamos para el día de muertos que se festeja cada 2 de noviembre, en gran parte de los países hispanos, recordamos a nuestros deudos y los visitamos en los camposantos o panteones y les llevamos generalmente flores de ofrendas y rezamos un rosario o algunas otras oraciones por el descanso de sus almas.

La muerte se manifiesta como dimensión fundamental de la existencia humana, en la experiencia de la muerte de la persona amada.

En cambio, la conciencia de la muerte Se puede presentar como: Conocimiento Conceptual y como un Conocimiento Real. A menudo la conciencia de la muerte es meramente conceptual; es como tantas cosas que se saben por el hecho de haberlas oído de otros, pero que no implican un conocimiento real y personal.

Esta conciencia de la muerte se puede no pensar en ella o de olvidar la idea misma de la muerte, o tratan de negarla con el sofisma contenido en la antigua frase de Epicuro: “Solo existe lo que se siente y como la muerte no se siente, la muerte no existe”.

Más tarde:
“Oh muerte, no debo temerte, porque cuando estás tú no estoy yo; y cuando estoy yo no estás tú”
Hoy, por el contrario, se rechaza la muerte y se la enmascara de enfermedad;

Se pretende alejar al moribundo de la idea de su propia muerte; se muere sin darse cuenta, y ya no se tolera que se haga ver al enfermo la proximidad de su fin.

La experiencia de la muerte en otros se manifiesta como dimensión fundamental de la existencia humana, en la experiencia de la muerte de la persona amada.

En ella, el hombre se da cuenta de un modo existencial cuál es la naturaleza de la muerte y de lo que significa ser mortal.

El conflicto entre la muerte y el amor. No es mi muerte, ni la suya, sino la muerte de quienes amamos.

El único problema esencial surge del conflicto entre la muerte y el amor. A la persona que amo y con la cual ya no podré comunicarme.

Su muerte en cierto modo es también mi muerte.

En cuanto al análisis científico de la muerte, diremos que el organismo viviente en cuanto estructura compleja de átomos y moléculas exige para su funcionamiento un ambiente material determinado,

Y un cambio más allá de ciertos límites le causa la muerte, esto es el fin del organismo viviente y la transformación en otra cosa.

La metafísica de la muerte busca sentido a la realidad —vida y muerte— en que está el hombre.

La muerte es un fenómeno privativo de la vida. Y tratándose de la vida humana es un acto que le otorga su sentido postrero

El hombre como cualquier otro animal, recorre un ciclo vital: nace, crece y muere.
En el análisis metafísico de la muerte diremos que todo ente sustancial material, en cuanto compuesto de materia prima y forma sustancial, está sujeto a la corrupción, es decir, al cambio sustancial:

Separación de la forma sustancial y de la materia prima.

Las causas materiales, modificando las propiedades accidentales más allá de ciertos límites, las hacen incompatibles con la forma sustancial.

El hombre es hombre por la forma sustancial humana; el cadáver no es hombre, por estar informado por otra forma sustancial que no es la del hombre: la forma sustancial humana se ha separado de la materia prima.

Podemos decir que La muerte es la “crisis” que padece esa unión sustancial que es cada hombre, dolorosa porque el cuerpo es connatural al espíritu;

El organismo biológico se convierte en objeto, distinto de aquel que era como cuerpo viviente de un hombre, ya que la persona humana está formada por materia que es el cuerpo y por una alma espiritual, ambos son cooprincipios que están unidos de una forma substancial y que al romperse este compuesto por la muerte, el alma subsiste al cuerpo por ser simple y espiritual y el cuerpo al ser materia se descompone, se corrompe, ya no es un ser humano lo que queda ahí sino simplemente un cuerpo, un cadáver.

La muerte humana toca al hombre en el centro mismo de su propia existencia personal e interpersonal, porque el cuerpo es la mediación de cualquier expresión y realización del hombre en el mundo.

En este sentido se puede aceptar la expresión tradicional “muerte-separación”,

Porque indica bien el final dramático de la existencia humana en cuanto separación violenta del mundo humano (cuerpo) en el cual se vive, se espera, se ama.

El drama de la muerte-separación impide que se considere a la muerte como una fiesta de la libertad,

Como la plenitud del ser que algunos filósofos de la existencia han querido atribuirle

Desde el punto de vista de Sartre, la muerte es un suceso meramente exterior ajeno a la existencia misma

Ontología del cuerpo: Si el hombre es verdaderamente un espíritu encarnado, es preciso reconocer la necesidad de morir pertenece inseparablemente a su ser en el mundo,

Y se confirma así que la muerte humana se encuentra implícita en la existencia; no es un añadido al desarrollo de esta, más bien le pertenece.

La muerte humana trasciende lo biológico: La muerte humana no es, por tanto, tan solo la descomposición de un organismo viviente, sino la destrucción de su existencia humana: imposibilidad de actualizar ulteriormente la vida personal en el mundo.

Es muerte porque el espíritu está presente.

La muerte sin espíritu no sería otra cosa que la corrupción del cuerpo: los entes que no saben que mueren no mueren, tan sólo perecen (entes no racionales como los animales)

Análisis fenomenológico: A diferencia del animal, el hombre es consciente de que tiene que morir.

La certeza de la muerte está siempre presente de alguna manera en el horizonte de la vida: la conciencia de la vida unida a la conciencia de la muerte.

¿Cómo ve la sociedad actual la muerte? En la moral actual TODO es preferible a morir.

¿Qué vale más, una vida larga o una vida noble?

Poema de Elías Nandino:

He de morir de mi muerte,
de la que vivo pensando,
de la que estoy esperando
y en temor se me convierte.
Mi voz oculta me advierte
que la muerte con que muera
no puede venir de fuera,
sino que debe nacer
de la hondura de mi ser
donde crece prisionera.