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Extinción de Fideicomisos; ¿Quién pierde? ¿quién gana?

Desaparece una política de Estado, de largo plazo, para ser sustituida por una política de intercambio de favores y de control político

 

Por Juan J. Sánchez Meza

A partir de un dictamen de la Comisión de Presupuesto, la fracción morenista de Cámara de Diputados votó un dictamen que autorizó la eliminación de 109 fideicomisos, no obstante que la Iniciativa planteaba originalmente la extinción de 44 y después de 55.

Las “razones” del presidente López Obrador son las de siempre, ya sea el aeropuerto de la Ciudad de México, las energías renovables o las guarderías: una política de austeridad, el manejo discrecional y corrupto de recursos y, ahora, las exigencias financieras que impone la pandemia. Nada se dice y nada se dirá de las consecuencias jurídicas y financieras de la decisión ni de los mecanismos a través de los cuales se garantizarán —ajá— los ingresos sustitutivos para los sectores afectados ni la forma en que se garantizará su aplicación en los nuevos destinos.

Preguntémonos ahora, ¿por qué existen esos fideicomisos? Luis de la Calle lo explicaba claramente hace poco, haciendo valer dos razones principales: la primera, porque en el pasado, cuando tuvimos crisis económicas y se imponían programas de ajuste, se aplicaban recortes en ámbitos del gasto público en los que no era apropiado el ajuste. Todo ello impulsó la búsqueda de un esquema que protegiera el gasto estratégico en ciertos sectores que eran de la mayor relevancia en una política con visión de largo plazo; la segunda razón es porque en materia de ciencia, de investigación, de deporte de alto rendimiento, de cine de arte, de cultura, de atención de víctimas de desastres naturales, etc., se requería una política de Estado, lo que exigiría una disponibilidad permanente de recursos que no esté sujeto a los vaivenes, de las modas burocráticas, de las negociaciones políticas en la Cámara de Diputados, de las presiones de los grupos de poder económico, de los moches, etc.

De tal manera que para afianzar una política de Estado en las áreas críticas se aprovechó la figura del fideicomiso, que tiene una serie de reglas de operación y que permite blindar una importante cantidad de recursos frente los recortes y, al mismo tiempo, consolidar una política de Estado de largo plazo, que es la única que funciona para avanzar en materias como la ciencia, las artes, la investigación científica, el deporte de alto rendimiento, etc.

Contrariamente al señalamiento acerca de la discrecionalidad con la que han operado los fideicomisos, habría que señalar que las decisiones sobre el otorgamiento de recursos pasa por un Comité Técnico, que tiene la función de valorar, a través de decisiones discutidas y consensuadas, si se cumplen los requisitos para otorgar los recursos.

Esto quiere decir que si prospera la desaparición, la decisión de dónde y cuántos recursos aplicar será del presidente; es decir, la decisión será favorecer a los grupos que le importan a López Obrador, para decirlo rápidamente.

Visto desde el único ángulo que en el fondo explica la decisión del presidente López Obrador, es decir, el ángulo político, resulta de la mayor importancia que los beneficiarios de esos recursos no tengan la menor duda que los recursos provienen no de un fideicomiso, ni siquiera del gobierno federal, sino de Andrés Manuel López Obrador.

Con ello desaparece una política de Estado, de largo plazo, para ser sustituida por una política de intercambio de favores y de control político. Nadie duda a estas alturas de la decidida voluntad del presidente de la República de concentrar el poder y no hay concentración del poder si no hay concentración de los recursos financieros.

En suma, si el apoyo, la dádiva, el recurso, no trae la etiqueta de AMLO, el presidente lo descarta por corrupto, innecesario, ineficiente, discrecional, neoliberal, etc.

Es importante denunciar la decisión de desaparecer los fideicomisos alegando el gravísimo daño que se le ocasiona a las actividades científicas, artísticas, culturales, etc., etc., sin olvidar que, por encima de cualquier motivación está la voluntad política del presidente López Obrador de avanzar en la concentración del poder. En principio, parecería que extinguir 109 fideicomisos que representan 68 mil 478 millones de pesos, es decir, el 1 por ciento del presupuesto del año 2021, carece de significancia. Sin embargo, no perdamos de vista que esos recursos serán los que hagan la diferencia para las personas y proyectos beneficiados.