DestacadaHéctor Rodriguez Espinoza

Fundación de la Escuela de Derecho y Bufete Jurídico Gratuito (Segunda Parte)

Escuela de Derecho de la Universidad de Sonora

A la memoria de la Dra. Raquel Padilla Ramos, símbolo ético de la auténtica filosofía y pedagogía indígenas.

Por Héctor Rodríguez Espinoza

I. – ¿Qué nos puede compartir, maestro, de la evolución del Bufete Jurídico hasta nuestros días?, me preguntó la Doctorante María Elena Gálvez, hace tiempo.

De antemano ofrezco disculpas, mi respuesta preliminar la hago de memoria. Conste que es la primera vez que lo escribo y no es fácil narrar historias cuando hay personas que viven, como me pasó con un familiar del Lic. Miguel Ríos Gómez, en Evocaciones de un Universitario.

II. Gobierno del culto y humanista ex rector Lic. Luis Encinas Johnson (1961-1967). No tengo datos del Bufete en ese período. Egresé en 1966, ejercí mi pasantía en un despacho de Cd. Obregón hasta que presenté mi examen profesional el 9 de mayo de 1968 y, a invitación del Juez de Distrito Darío Maldonado Zambrano, ingresé en noviembre como 1° Secretario de Amparo (1968-1972).

El Dr. Carlos Arellano García, con su familia, regresó al DF, a finales de los 60s, víctima injusta de intrigas, envidias, traiciones y vilezas, muy propias de gente pequeña enquistada en todo gremio profesional y académico, infectado de las malas prácticas políticas. Allá desarrolló una admirable vida académica, pletórica de libros en Ed. Porrúa.

Una ocasión, el inquieto Lic. J. de Jesús Navarrete Aragón, cumplido ex catedrático de Derecho Notarial, me obsequió una cuartilla –con una foto, única que conservo- de su esfuerzo por sostener, con Miguel Mungaray Peralta y seis condiscípulos, el bufete jurídico en la planta alta del Edificio Bona, en Serdán y Rosales. El Lic. Leobardo Burgos, que aparece, recuerda muy poco de esa experiencia.

III. Gobierno de Faustino Félix Serna (1967-1973). El rector Dr. Federico Sotelo Ortiz designó director de la escuela al Lic. Carlos Cabrera Muñoz, con quien colaboré como secretario y organicé las primeras mesas redondas, me agradeció. Una ocasión, mortificado, me halagó: “Yeto, necesito un cuarto bat. Un grupo inconforme de D. Constitucional (gen. 1969-1974) dejó acéfala la materia”. Acepté el reto y concluimos satisfactoriamente el ciclo lectivo. Pero también se conflictuó con algunos alumnos y renunció.

Sotelo designó director al Lic. José A. García Ocampo, quien me invitó a la Secretaría que combiné con la secretaría del Tribunal Colegiado del 5° Circuito. El alumno Domingo Gutiérrez Mendívil manejaba el Bufete Jurídico desde un espacio difícilmente accesible en el ala norte de la planta alta del Museo y Biblioteca. Dispusimos traerlo a una de las entonces aulas del ala norte de la planta alta de Rectoría.

Después lo instalamos en el ala norte de la planta baja del museo y biblioteca, donde está el STEUS. García Ocampo designó como director a su ahijado de generación, Lic. Carlos Aubry Lemarroy y le asignamos una secretaría, a quien acompañé para darle posesión, Manuelita, hoy esposa del Dr. Bernardo Espinoza Barragán, quien practicaba. No se entendieron con Aubry Lemarroy.

En mayo de 1972, a propuesta de García Ocampo -que optó por aceptar una asesoría regional de un banco- el rector Sotelo me designó director. Nunca nos entrevistamos. El día que, investido como tal, acudí a una sesión del Consejo Universitario y estando sus miembros en la sala de juntas esperando que, por la puerta, entrara él a presidirla, escuchamos una muy fuerte discusión en su oficina, con un grupo de estudiantes activistas, encabezado por el alumno de C. Químicas, Patricio Estevez Neninger; entró éste con una pequeña grabadora con la que grabó dicha discusión, la paseó por el campus. Había empezado la cíclica crisis universitaria, por una nueva Ley, en temprana víspera del destape del Lic. Carlos Armando Biebrich, en noviembre.

Harto de la situación, ajena a su singular filosofía humanista pero explosiva conducta, Sotelo abandonó el cargo, entregó el vehículo oficial en los patios de la comandancia. En el Consejo nos preguntamos qué hacer ante la acefalía. A propuesta de los consejeros, fuimos electos como presidente y secretario accidentales, el prestigiado consejero maestro de D. Procesal Penal y magistrado del H. Supremo Tribunal, Lic. Francisco Acuña Griego y este memorioso, respectivamente.

Estando sellada la Sala de Consejo, en la misma aula en la que habíamos instalado el Bufete Jurídico, improvisamos una sala de Consejo, con base en la Ley vigente debimos de formalizar la inevitable destitución de Sotelo y darle salida a la crisis, aprobamos ofrecer la rectoría al Lic. Alfonso Castellanos Idiáquez, que defendió a estudiantes en 1967, maestro del candidato Carlos A. Biebrich. Acudimos a su domicilio el CP Astolfo Chavarín de Contabilidad, el Ing. Sergio Figueroa de Ingeniería, el Prof. Fernando Cota Madero de la preparatoria, un trabajador manual, la alumna Catalina Rodríguez de Derecho, Francisco Acuña Griego y el de la pluma. Ejecutamos el acuerdo y al día siguiente me comisionaron para tomarle protesta.

El rector me ofreció disculpas por no invitarme a la Secretaría General, debido a que le recomendaron a mi aplicado ex alumno y político Lic. Alfonso Molina Ruibal. Como tenía sólo unos días álgidos de Director, me conformé con placer e inicié mi gestión. De pronto me vi sentado en la dirección, coordinando a mis maestros: Roberto Reynoso Dávila, Miguel Ríos Aguilera, Fortino López Legazpi, José Antonio García Ocampo, Abraham F. Aguayo, César Tapia Quijada, Alfonso Castellanos Idiáquez, Jesús Enríquez Burgos y Dr. Jesús Salazar Acedo.

David Magaña Robledo, Cipriano Gómez Lara y Carlos Arellano García se habían retirado. De mediana edad enseñaban Juan Antonio Ruibal Corella, Raúl Encinas Alcantar, Carlos Gámez Fimbres, Enrique Palafox Reyna, Francisco A. Lizárraga, Luis Ruiz Vásquez, Lamberto Morera Mézquita, Germán Tapia Gámez, Francisco y Rafael Acuña Griego, Sergio Castellanos Villegas, Rafael y Armando López Nogales, Marco Antonio Encinas Cajigas, Anita López (hija del malogrado líder “Machi” López), Alán Sotelo Cruz y Óscar Tellez Ulloa

Con el apoyo del rector Castellanos, quien siguió impartiendo sus clases de D. Civil custodiado por un agente de la policía judicial, desempeñé mi responsabilidad en una “guerra fría” entre alumnos “activistas” y contrarios, no exenta de intercambio de volantes y agresiones físicas de ambos bandos y hasta un esporádico disparo al aire de arma de fuego.

Atestiguamos el golpe de estado en Chile, el 11 de septiembre de 1973.

IV. Gobierno del Lic. Carlos Armando Biebrich Torres (1973-1975). Con la factura por cobrar del papel contestatario de los preparatorianos en los movimientos de 1961 (Luis Encinas Johnson), 1967 (Faustino Félix Serna) y, desde el primer día de la campaña, el suyo de aquel año; con el power presidencial y del Secretario de Educación, Víctor Bravo Ahuja, decide una de las más importantes obras en su bienio: la creación del robusto Colegio de Bachilleres.

Se desocupó el edificio de la preparatoria. Tan amplia y codiciada obra, nos la disputamos el ex director de Contabilidad, Tesorero, amigo personal de Castellanos como miembros del Club de Leones y de ilustre apellido, CP Heriberto Aja Carranza. Duro rival.

Mis exitosos argumentos: 1. El crecimiento de la población escolar. 2. La nueva planta de maestros que designé, privilegiando normalistas (Guillermo Torres Díaz y Ángel Saldate), Alejandro Romero Meneses, algunos con posgrado en el extranjero, a quienes debíamos asignarle un cubículo para el mejoramiento de su docencia e investigaciones, que alternaban con los catedráticos de hacía 20 años: Dra. Ma. Inés Aragón Salcido, Mtra. Ma. Teresa González Saavedra, Dr. Miguel A. Soto Lamadrid, Dr. Jorge Pesqueira Leal, Mtro. Mariano Carreño Carlón, Prof. y Lic. Luis Edmundo Navarro Tino Flores, Mtro. Eduardo Robles Elías, Mtro. Federico Savignon Plaza, Mtro. Carlos Cabrera Fernández, Lic. Francisco Miguel Cárdenas Valdez, Dr. Celestino Zamorano Beltrán, Mtra. Anita López y Lic. Roberto Reynoso Dávila (medio tiempo). Don Roberto porque, poseedor de una famosa biblioteca, le encargué que publicara un libro de texto. No lo hizo, pero en los años siguientes Ed. Porrúa le publicó 12 obras, incluyendo su autobiografía, a mi sugerencia: “En torno a una vida”, que promueven sus hijos Rafael y Máximo. 3. La bella aula magna (por donde habían desfilado grandes personalidades de la cultura mexicana), que cada vez más la utilizaríamos para exámenes profesionales y nuestro programa permanente de conferencias magistrales y mesas redondas, uno de nuestros sellos distintivos. 4. El anexo de la planta baja oriente, que fue el área de orientación vocacional que todos los preparatorianos debíamos de pasar; ni mandado hacer para el Bufete Jurídico, pues estaba accesible a los usuarios en plena avenida entonces Aguirre Palancares (hoy Colosio).

Convencí al rector Castellanos. La escuela y su Bufete Jurídico florecieron en una relativa y explicable tensa calma.

V. Depuesto Carlos Armando Biebrich (octubre de 1975), el Congreso local designa al Senador Alejandro Carrillo Marcor. Termina la luna de miel Biebrich-Castellanos e inicia la luna de hiel Carrillo-Castellanos. El progresista gobernador empujando la renuncia del conservador rector y éste aferrado a otra reelección, a imagen y semejanza de sus 10 años como director de Derecho. Terminó su período, había entrado por la puerta grande, no así su salida.

Viene la crisis de 1977, que abortó y reprimió una aspiración democrática de la Universidad, incubada en Derecho. Se fundaron el STEUS y el STAUS. Me separé de la Escuela. Me sucedieron Germán Tapia Gámez, Francisco Ross Gámez, Rosario Cadena Montaño, Miguel Cárdenas Valdez, Carlos Ramos Bours, Rafael Ramírez Leyva, Héctor Guillermo Campbell y Norma Yolanda Ruiz de Moreno. Ella, en agosto de 1988, me invitó a sofocar un grupo descontento con su prof. de Introducción al Derecho, que imparto desde entonces hasta la fecha.

¡Cuántas anécdotas inéditas, que enriquecen la Historia!

El legendario Lic. Darío Maldonado Zambrano me invita a ser secretario del Tribunal Unitario del 5° Circuito (1977-1980).

VI. Gobierno del Dr. Samuel Ocaña García (1979-1985).

En 1980, a su regreso del DF, me invita el Lic. Mariano Carreño Carlón a ser sub delegado del Instituto Nacional Indigenista, sectorizado a la Coordinación para las Zonas Marginadas (INI-COPLAMAR). Formativa experiencia política social y cultural.

En mayo de 1982 me invita el Gobernador Ocaña a ser Coordinador General de Cultura y Director de la Casa de la Cultura, hasta 1985.

VII. Lic. Francisco Miguel Cárdenas Valdez. Lo conocí como condiscípulo de la Secundaria 1956-1959. Su unida familia, originaria de Carbó, se fue a la Cd. de México, para que los tres hermanos cursaran su carrera profesional, Medicina, Contabilidad y él Derecho. A su hermano Ramón lo recomendé –y fue nombrado- para MTC en Contabilidad.

En una de las huelgas cíclicas, el Lic. Guillermo Cossío Muñoz -en cuyo despacho litigaba Fco. Miguel-, me habló para recomendarlo como profesor de la escuela. Lo cité por fuera de la rectoría tomada. Después de 20 años, inmediatamente nos identificamos, me llevó su kardex con excelentes calificaciones. Para probarlo le asigné Sociología, luego otro grupo, su alta en Isssteson, después nada menos que mi materia predilecta, que más cuidaba asignarla a su catedrático responsable: ¡Introducción al Derecho! Su temible exigencia me convenció. Lo designé Tiempo Completo y director del Bufete jurídico, como secretario al alumno Miguel Chon Duarte y a una secretaria, Gloria, que al tiempo fue su esposa.

Desde fuera observaba las reyertas internas en la Escuela.

El rector Manuel Rivera Zamudio (¿o Manuel Balcazar Meza?) designó Coordinador Ejecutivo del departamento al culto catedrático de Derecho Romano I y II, Prof. y Lic. Jesús Torres Gallegos, quién sólo duró un día.

Cárdenas Valdez, rodeado de un singular grupo de estudiantes que lo apoyaron, forzaron a rectoría para ser nombrado él. Pronto entró en conflicto con antiguos compañeros de lucha de la planta docente, a quienes desprogramó. Pretendió la propia rectoría.

Incursionó en episodios político electorales, como aquella marcha del Cajemense panista Adalberto Rosas y muy criticado por autorizar y presidir una cuestionada graduación.

Su capacidad de litigio y temeridad lo llevaron a iniciar sendos juicios agrarios, uno del territorio Yaqui y otro vs. el latifundio de una familia Mascareñas, en Nogales, que logró la dotación de dos ejidos por el gobernador Ocaña, uno de los cuales lleva su nombre. Casualmente a su regreso a Hermosillo, de una asamblea de ejidatarios en una tarde noche, sufrió un accidente mortal.

Estos son, a muy grandes rasgos, las luces y sombras –como todo ser humano- del Lic. Francisco Miguel Cárdenas Valdez DEP.