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Incursionan autodefensas en Apatzingán

Los grupos de autodefensa de Michoacán ingresaron a la cabecera municipal de Apatzingán, realizaron un recorrido y luego regresaron a la periferia donde estaban apostados desde ayer.

En un convoy compuesto por más de 50 camionetas, los comunitarios rodearon la plaza principal de este Municipio, considerado el principal centro de operaciones de Los Caballeros Templarios.

Tras circular alrededor de la plaza, los autodefensas, quienes en su mayoría iban con el rostro cubierto y portando armas, iniciaron un recorrido por las principales calles de la localidad.

Luego del recorrido, regresaron a las instalaciones de la Feria del Limón, a unos cuatro kilómetros del centro de Apatzingán, donde se encontraban desde ayer luego de que se acordara con el Gobierno federal no entrar a la Ciudad con armas.

El «Comandante Cinco», uno de los líderes de la autodefensa de Parácuaro, calificó la incursión de este domingo como demostrativa y dijo que con ella buscaban ganarse la confianza de la gente.

El convoy dejó atónitos a muchos habitantes y también recibió muestras de apoyo y vivas.

‘A ver si no me truenan’

Hipólito Mora, fundador de los grupos de autodefensa se animó ayer a caminar más de una calle de la catedral de esta ciudad.

«Vamos a buscar un sombrero», les dijo a su grupo de autodefensas, todos de La Ruana.

El líder de los grupos de autodefensa caminó hasta el mercado de Apatzingán, escoltado por una decena de hombres, algunos con pistolas al cinto.

En el camino,el limonero de 58 años se encontró a los federales, lo que le animó a seguir.

Mora caminó con un chaleco antibalas de 15 kilos de peso. «A ver si no me truenan», bromeó, sudoroso.

El 22 de febrero de 2013 fue la última vez que Mora visitó Apatzingán.

«Ya pensaba yo en dar origen al movimiento, así que aproveché para comprar el sombrero que traigo, compré dos de hecho, no sabía cuándo iba a regresar, y mira, hasta hoy se me hace venir otra vez, necesito otro sombrero», comentó.

Mora caminó por la Calle de Esteban Vaca Calderón y dobló a la derecha en José María Coss. Por la baqueta
«Ese Hipólito», le gritaron comerciantes a su paso.

Un vendedor de pollos rostizados fue el primero en saludarlo. «Es usted mi héroe señor, llévese un pollo». Mora rechazó el obsequio y explicó que cada comunitario es un héroe.

En el cruce con Querétaro, una mujer le alcanzó.

«Yo lo conozco, mi mamá es Victoria Álvarez, me llevaba de chiquita a La Ruana  ¿Se acuerda de ella?», le dijo la joven. «Si claro, que gusto que estés bien y que ahora ya podré verlas más seguido, ya vamos a estar aquí en Apatzingán», le respondió Mora.

En la calle de Cayetano Andrade, la seguridad de Mora pasó problemas por lo estrecho del paso. Incluso uno de ellos tropezó con un puesto de chicharrón.

Mora apresuró el paso, entre la mirada de taxistas, comerciantes y hombres en motocicleta, que le seguían a distancia.

«Allá, cuida allá adelante, va solo adelante», se decían los escoltas comunitarios.

Mora localizó, luego de preguntar, por un establecimiento de sombreros que le habían recomendado, en Samuel Castañón y José María Coss.

«Ah cabrón, con este calor y este pinche chaleco, a ver, quiero uno como el sombrero que traigo», le dijo al encargado.
El fundador de los autodefensas en La Ruana se probó tres sombreros, pero ninguno le satisfizo.

Mora salió de «Sombreros La Palma» sin la compra y se encaminó de regreso.

Le recomendaron otro lugar, pero prefirió regresar a la parroquia, donde pernoctó.

«Pero ya paseamos», bromeó.

Los autodefensas le celebraron ese gesto a Mora, que por 20 minutos se perdió entre verduras, escobas y ropa de novedad.

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Durante la homilía de la misa dominical el Obispo Miguel Patiño afirmó que el despliegue de militares y policías federales no garantiza la paz en Apatzingán.

En la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, el religioso dijo a los feligreses que la tranquilidad se forja desde el interior de las familias.

«Todos debemos velar por nuestras familias y los niños que en este momento están viviendo un momento muy diferente, tienen ojos grandotes con el ir y venir de militares con la Policía y los helicópteros. Ojalá nuestros niños no se acostumbren a un ambiente belicoso y que en familia se discuta el futuro de esta ciudad, de esta región y contribuyan con la paz y la concordia, con la reconciliación», dijo Patiño a los feligreses.

Entre un fuerte operativo de seguridad en esta ciudad de Tierra Caliente, y que se intensificó con el arribo de grupos de autodefensa, el padre expuso a los parroquianos que deben ser pacientes para lograr la paz.

«No sólo con los operativos, la paz se va haciendo como se hace la obra de un artesano, lo que hace con esos dedos que ama la figura que va a representar, así nosotros debemos ir armando la paz según la vayamos viviendo», externó el sacerdote.

Ya en entrevista, consideró que la violencia en Apatzingán, tampoco se acabará en este sexenio.

«Aquí son de sangre caliente, y la sangre les hierve, es un trabajo de mucho tiempo», estimó.

REFORMA