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Las impagables deudas externas y eternas

Si se hiciera un análisis a fondo y serio sobre cómo, por qué, para qué y en qué se utilizaron los recursos de los diversos endeudamientos de gobierno, estoy seguro que se encontrarían muchas sorpresas

Por Feliciano J. Espriella

El tema de las deudas que pesan cada día más en las finanzas de todas las instancias de gobierno, fue abordado recientemente por la alcaldesa de la capital sonorense, Célida López Cárdenas, desde una perspectiva verdaderamente inédita: pagarla.

En múltiples ocasiones el gobierno federal, gobiernos de los estados y gobiernos municipales, se han referido a sus respectivas deudas como lo que verdaderamente son: un pesado lastre que pesa fuertemente sobre sus ingresos en detrimento de obra pública y acciones que beneficien a sus gobernados.

También, en innumerables ocasiones, diversos gobernantes han anunciado con bombo y platillo que gracias a la sabiduría de los responsables de las finanzas de su entidad y seguramente también a la bonhomía de algún altruista banquero, reestructurarán la deuda para mejorar las condiciones de plazos y montos de amortizaciones.

Curiosamente, en una gran cantidad de dichas reestructuraciones se pactan períodos de gracia de varios años en los que se cubrirán sólo los intereses de la nueva deuda y las amortizaciones a capital se difieren para cuando esté la siguiente administración. De esa manera, la entidad gubernamental reduce drásticamente los pagos y sus flujos se ven beneficiados, lo que les permitirá contraer nuevos adeudos.

Por ello, las deudas públicas de las entidades de gobierno, crecen y crecen frenéticamente período tras período. En los últimos años, la moda ha sido que cada gobernante saliente deje su entidad endeudada al doble de lo que la recibió. A ese paso, dentro de pocos años, a las entidades gubernamentales no les va a quedar dinero ni para pagar la nómina.

No ha habido voluntad política

Por lo que he visto, el pago de la deuda no entra en los proyectos de los gobernantes ni como candidatos. Mucho menos cuando asumen el poder. Lo que intentan es que les estorbe lo menos posible y para eso inventan reestructura tras reestructura.

Ha habido periodos de bonanza en los que se pudieron haber logrado muy fuertes reducciones a las deudas púbicas de todas las entidades de gobierno. De los enormes excedentes petroleros de los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón que fueron repartidos en la federación, estados y municipios, pudo haberse derivado una parte al pago de las deudas y la mayoría de ellas se hubiera reducido drásticamente o hasta pagado.

Pero no, al igual que aquellos individuos a los que un golpe de suerte los pone de buenas a primeras frente a una bonanza no esperada, todos los beneficiados se volvieron loquitos y prácticamente los dilapidaron.

Además, tengo la impresión que casi ralla en certeza, de que los destinos de más de la mitad de los recursos con los que se han endeudado los gobiernos, no eran prioritarios y beneficiaron (si es que lo hicieron) en muy poco, a las poblaciones en las que se aplicaron.

Si se hiciera un análisis a fondo y serio sobre cómo, porqué, para qué y en qué se utilizaron los recursos de los diversos endeudamientos de gobierno, estoy seguro que se encontrarían muchas sorpresas y un común denominador: no ayudaron en casi nada a mejorar la calidad de vida de las comunidades.

La propuesta de Célida

Por los motivos anteriores, casi me da un soponcio cuando escuché por primera vez en varias décadas que tengo en el periodismo, que un gobernante hablara, y al parecer muy en serio, de pagar la deuda de su municipio.

El pasado jueves 21 de marzo, la alcaldesa Célida López, en un evento del gobierno del estado, hizo un llamado a la gobernadora Claudia Pavlovich para que sea portavoz ante la Federación de una propuesta que permita a los municipios liquidar adeudos bancarios impagables.

Ello dos días después de que un diario de la capital sonorense había publicado que el municipio de Hermosillo tiene la cuarta deuda más alta del país.

La alcaldesa manifestó que se ha planteado la venta de terrenos del Municipio y la posibilidad de que la Secretaría de Hacienda adelante participaciones federales para el pago de la deuda y que estas sean descontadas al Municipio en los años que se requieran.

“Si la secretaría de Hacienda tuviera el planteamiento de poder traer a valor presente las participaciones federales, liquidar a los bancos y que a nosotros como Ayuntamiento nos sigan descontando las participaciones federales los años que se requieran, pero garantizar con eso que ya no tenemos deuda”, dijo.

Por fin alguien le puso el cascabel al gato, o tomó el toro por los cuernos, como quiera verse. Esperemos nada más que si la alcaldesa logra su propósito, no vaya a tener la ocurrencia, como muchos de sus antecesores, de contraer nuevos adeudos para obras de relumbrón que sólo benefician a los constructores.

Por lo pronto enhorabuena y felicitaciones. Ojalá logre su cometido.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.