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Manual para tratar de entender lo que pasa

Morena no ha construido un diseño de gobierno para los nuevos tiempos, ni en el partido ni en la administración pública; por eso tantas ocurrencias y descalabros que a cada rato les explotan

Por Bulmaro Pacheco

¿Siempre ha sido así el debate político con las izquierdas?

No. Cuando se daban los intensos debates con lo que fue el Partido Comunista Mexicano (1919-1978) se sabía a qué tirarle, y por dónde venían los principales argumentos.

Quienes militaban o simpatizaban con el PC y en el Partido Popular no se movían de la filosofía ni del marco teórico marxista para la interpretación de la historia y para explicar los cambios sociales de la época tomando como ejemplo lo que había ocurrido en realidades como la extinta URSS, Cuba, China y el bloque de Europa del Este, controlado por la URSS. Marx y Lombardo dominaron el debate de la izquierda por muchos años.

¿Y con el cambio de siglas partidistas?

Con el cambio del Partido Comunista, que le cedió su registro a lo que fue primero el (PSUM) Partido Socialista Unificado de México, posteriormente Partido Mexicano Socialista (PMS) y después Partido de la Revolución Democrática (PRD), las cosas fueron evolucionando hacia nuevas formas de discusión y debate.

¿Con nuevas expresiones?

 Heberto Castillo, Alejandro Gascón Mercado, Demetrio Vallejo y el Búho Valle, entre otros, formaron el PMT como otra rama de la izquierda vinculada más a la lucha social que al debate teórico. Rosario Ibarra de Piedra incluso, fue candidata presidencial del PRT en 1988.

¿Cambiaron los contenidos de la polémica?

 La polémica política tomó otro rumbo: la gobernabilidad, el movimiento obrero, la represión política, las cuestiones del campo, los planes de gobierno y las formas de participación como la representación proporcional y las sucesivas reformas políticas.

¿Los cambios mundiales influyeron?

Sí. Los militantes de las izquierdas que adoptaban líneas radicales, cerradas o dogmáticas fueron disminuyendo.

La caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética agregaron nuevas crisis al discurso de las izquierdas y fomentaron la socialdemocracia, la defensa del liberalismo en cualquiera de las formas que se desee interpretar: Político, económico o filosófico. Con el tiempo desaparecieron del escenario político varios partidos.

¿Nuevas demandas o nuevas posturas?

En lo político se reforzaron las proclamas en favor de las libertades y en lo económico a favor de reinterpretar la intervención del Estado en la economía, dándole un sesgo de lo que sus críticos adjetivarían posteriormente como “el neoliberalismo”.

¿Y se reorganizaron las izquierdas?

Con el PRD (en 1989) como concentrador de las corrientes de izquierda aglutinadas por Cuauhtémoc Cárdenas. Antes se habían creado el PMT, el  PRT y el PST había evolucionado a PFCRN. En 1992 se forma el Partido del Trabajo. Esas eran las llamadas izquierdas.

¿Y la influencia del ejército Zapatista?

La irrupción del EZLN con sus nuevas proclamas contra la marginación indígena y la pobreza rural, le mostró a las izquierdas que había otros métodos de lucha (que se creían desterrados) y que había nuevas demandas en el contexto nacional que debían ser abanderadas por las izquierdas. Se avanzó notablemente con reformas constitucionales, el debate se enriqueció con la presencia de los zapatistas y también la argumentación sobre esas luchas. Vino una ampliación de las libertades, discusiones y debates sobre las nuevas expresiones.

El debate ayudó, aportó ideas y México experimentó un cambio acelerado en las instituciones y en su evolución política.

¿Y la llegada de Morena al poder en 2018?

Cuando muchos creyeron que llegaba al poder una izquierda moderna, dialogante y tolerante con quienes piensan diferente a ellos, no tardaron en generar desencanto, por lo que ha sucedido en materia de descalificaciones y ataques contra los disidentes. Y lo peor, que sea el propio presidente de la República quien encabece ataques y descalificaciones.

¿No es una nueva generación la que llegó a poder?

No. Se trata de un nutrido grupo de políticos reciclados de otros partidos que con el tiempo acumularon sentimientos y visiones diversas de la realidad sin darle cuerpo a una plataforma político partidista para Morena. Por eso no han construido un diseño de gobierno para los nuevos tiempos ni en el partido ni en la administración pública; por eso tantas ocurrencias y descalabros que a cada rato les explotan y por eso también los continuos conflictos en Morena que al parecer no van a acabar.

¿Como por ejemplo?

El estar echándole la culpa al pasado de todo, estar repitiendo hasta la saciedad que les robaron las elecciones en el 2006 y argumentar que todos los problemas que no han podido resolver es porque los “conservadores” o los enemigos del pasado no los dejan.

Ahora resulta que en México ya no hay problemas, sino conspiraciones, cualquier crítica o expresión de inconformidad contra el gobierno es el resultado —según ellos— de la conspiración de quienes perdieron privilegios o de sus adversarios políticos, trátese del aeropuerto, de la presa Las Boquillas en Chihuahua, de los conflictos con la CNDH, de las obras faraónicas del gobierno federal, de la separación de varios gobernadores de la Conago, o de los presupuestos federales.

La realidad es que no ha habido por parte del gobierno federal una operación política eficaz y todos los problemas les estallan en las manos. No hay representaciones del gobierno federal en los Estados y por lo tanto, no existen estrategias de contención de los problemas hasta que vienen los conflictos que nadie prevé con buena información y sin interlocución con los agraviados.

¿Y el nuevo proyecto de gobierno?

Solo existe en la mente de los nuevos gobernantes. No existe constitucionalmente un nuevo proyecto que necesariamente tendría que operar varias reformas constitucionales. Del lema «Democracia ya, Patria para todos», se pasó al «abrazos y no balazos», al «No mentir, no robar y no traicionar» o hacia citas del papa Francisco que muy poco aportan a la solución y atención de los verdaderos problemas nacionales. Una utopía regresiva, dice Aguilar Camín, que no construye, pero destruye, adversidades inesperadas de la historia, «una ilusión de cambio» y un gobierno que solo ve por su proyecto y no por el país; sintetiza.

¿No hay novedades?

La batalla contra los ex presidentes; la frialdad y el trato distante hacia los gobernadores; el distanciamiento con las dirigencias políticas; el recorte a los recursos de los partidos políticos como una retahíla recurrente para atacarlos; la inestabilidad en los Poderes Ejecutivo y Legislativo; la falta de rumbo del partido oficial; la ofensiva directa contra los intelectuales; los señalamientos hacia algunos medios de comunicación; la gradual militarización de la administración pública; las consultas populares amañadas; la incapacidad para reformar las instituciones prioritarias en el interés de la población como las de salud por ejemplo; y la tentación de invadir facultades de otros poderes e instituciones en lo electoral y partidista son los signos distintivos de lo que con cursilería se auto-nombra la 4T.

¿Muchas cosas se esas se hacían en el pasado?

Quizá sí, pero en 2018 ellos ofrecieron el cambio, que las cosas iban a ser diferentes, que ya no se iban a repetir los vicios del pasado Y… por eso estamos como estamos.

 

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