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Seguir adelante ante toda adversidad

Don Raúl padece una enfermedad genética que ocasionó le amputaran ambas piernas; vende golosinas en la Ley 57 para llevar sustento a su hogar

Por Gerardo Moreno Valenzuela

Al señor Raúl Rodríguez Silva las desgracias le llegaron poco a poco, pero fueron fuertes y se fueron sumando hasta un punto que para cualquier persona serían insoportables, pero para él es un aliento para no dejarse vencer. Su esposa tuvo un derrame cerebral y terminó en cama, a él por una enfermedad en la circulación le amputaron sus dos piernas, aún así, sigue adelante.

Todo comenzó hace siete años, a su esposa, su pareja de vida, con quien tiene ya 48 años de casado, sufrió un derrame cerebral, fue un tan fuerte que quedó postrada en cama de por vida.

Ella depende totalmente de él para comer, vestirse, hacer sus necesidades y prácticamente para vivir. Con amor, paciencia y una devoción enorme, Raúl todos los días le hace desayuno, cambia y alimenta en la boca.

Luego va a trabajar por la mañana, regresa a la hora de la comida a alimentarla de nuevo, lavar la ropa, hacerse cargo de la casa, por la noche hacer la cena y ver juntos novelas; todo eso en silla de ruedas.

“Me cortaron una pierna y tuve un pick up y yo vendía dulces aquí, y ahora hace un año, más o menos, me cortaron la otra pierna y tuve que adaptar este carro para venir a vender dulces…Vendo cacahuates, con chile y sin chile, chiclosos, gomitas, halls, banderitas, diferentes dulces”.

Todo se debió a una enfermedad genética en la circulación. La sangre se coagula y ya no llega a las extremidades, al final la única solución para seguir vivo es cortarla.

Raúl tuvo 10 hermanos, la mayoría de ellos ya fallecieron, casi todos sufrieron de la misma enfermedad en la sangre al igual que su padre.

“Es una situación genética, ya de viejo se nos cierra la circulación de las piernas a uno. Mi papá lo mocharon, mi hermana la mocharon, otra hermana también cayó, pero a ella le hicieron un baipás y ya anda bien”.

Desde muy chico se acostumbró a trabajar duro, no le gustaba la escuela pero si conducir y su padre le ayudó a comprar un dompe con el cual hacía trabajos para ganar el sustento diario.

Con ese trabajo de chofer consiguió para que sus cinco hijos tengan carrera y se vayan a vivir por su cuenta. Sin embargo, luego le vino la enfermedad y le tuvieron que amputar una pierna.

A pesar de eso, siguió trabajando en el dompe hasta que de plano ya no pudo y comenzó a vender dulces en un pickup. Sin embargo, hace un año le tuvieron que amputar su otra pierna por la misma enfermedad.

Pero lejos de dejarse caer decidió seguir trabajando, vendiendo dulces en su carro, dejó el pickup y adaptó ahora una camioneta tipo van, para ahí acomodar una mesa para poner sus dulces y moverlos rápidamente para regresarse a su casa.

“Siempre me he valido por mí mismo, desde chamaco empecé a trabajar en el dompe, hasta que me mocharon la pierna dejé de trabajar… Esta es una mesita de noche, le puse las llantitas de atrás y le puse estas de plástico y la jalé para acá para ponerle los dulces y para atrás cuando término”.

A sus 66 años de edad, todos los días se pone desde las 8:00 de la mañana hasta las 11:30 en la esquina de las calles 12 de Octubre y Ley Federal del Trabajo, en la colonia Ley 57; justo enfrente del módulo de Agua de Hermosillo que está en esa colonia, la gente ya lo identifica y lo ayudan.

Ahí sentado, en el asiento del copiloto, y con una sonrisa que fácilmente se puede apreciar aun con el cubrebocas puesto, recibe a las personas que a cambio de un dulce lo ayudan a mantenerse a él y a su esposa.

Después se regresa a su casa a cuidar a su esposa, algo que seguirá haciendo hasta que Dios se lo permita: “Tengo que darle comida en la boca, cambiarle el pañal, y todo, está como una niña, un bebé… no hay otra cosa qué hacer… seguir de frente hasta que nos lleve tatita Dios, y a ver qué pasa”.