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Extorsión: la llamada del miedo

El encargado del Área de Extorsiones de la Fiscalía General, Adrián Noriega, detalla una nueva modalidad de extorsión telefónica cuyo impacto emocional es demoledor y explica cómo prevenir este tipo de delitos

Por Imanol Caneyada

El licenciado Adrián Noriega Olivarría, jefe de Grupo de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC) de la Fiscalía General del Estado de Sonora, encargado del Área de Extorsiones, muestra unos videos desde su celular en los que aparecen hombres y mujeres en la habitación de un motel, amordazados, de rodillas, clamando por sus vidas.

Podría parecer que estas personas son víctimas de un secuestro tradicional. No es así, en ningún momento sufrieron una amenaza física mediante alguna clase de arma para ser privadas de su libertad. Nunca tuvieron contacto real con sus supuestos secuestradores.

Aunque de entrada pueda parecer increíble, son víctimas de una extorsión telefónica.

¿Cómo llegaron a esa situación?

El encargado del Área de Extorsiones de la AMIC explica paso a paso y en exclusiva esta nueva modalidad de extorsión telefónica, el grado de ingenio y sofisticación y el impacto emocional, además de la afectación económica, en quienes son víctimas de este delito.

Noriega Olivarría detalla los primeros pasos de la extorsión.

Una persona, cualquiera, desde un profesor universitario hasta un ama de casa, nadie está exento sin importar su condición social, sexo o edad, recibe una llamada telefónica.

Al otro lado de la línea, una voz se identifica como líder de una organización criminal, la más famosa en ese momento, la más conocida, y le explica a la víctima, mediante insultos y amenazas, que detuvieron un cargamento de droga de su propiedad en la ciudad donde radica la víctima. Acto seguido le comunica que ya se arregló con la policía local para recuperar dicho cargamento gracias a una considerable mordida, y le informa a la víctima que la detención del cargamento se debió a una llamada anónima que salió de ese teléfono.

La primera reacción de quien atiende la llamada es negar los hechos, a lo que el  extorsionador, siempre entre insultos y amenazas, le dice que no importa quién haya hecho la llamada anónima, salió de ese teléfono y ya se chingó.

El delincuente le asegura que hombres armados vigilan su casa y que si no hace exactamente lo que le piden, van a entrar a matarlo.

La víctima, aterrorizada, se predispone a obedecer. La siguiente instrucción es que rompa algunos platos y tumbe algunos muebles, que abandone el hogar dejando la puerta abierta y que se dirija al Oxxo de la esquina (la mayoría de las veces hay un Oxxo cercano, en la esquina).

Una vez ahí, la víctima, incapaz de colgar por el miedo y la sicosis, alimentados por la situación de inseguridad que vive el país, sigue las instrucciones al pie de la letra comprando un celular desechable y proporcionándole el nuevo número al delincuente, quien le llama al teléfono recién adquirido. De inmediato le ordena que extraiga el chip del celular propiedad de la víctima. En este momento la o el extorsionado queda ilocalizable.

El extorsionador tranquiliza a la víctima, le dice que lo está haciendo muy bien y que si sigue así nada le va a pasar a él o a su familia. Le pide como muestra de buena voluntad y para evitar que lo maten, el nombre y el teléfono de un familiar.

La siguiente instrucción es que busque un motel, muchas veces fuera de la ciudad, incluso del estado en que vive, se registre con un nombre falso, se encierre en una habitación, se ponga una mordaza, se arrodille y se grabe con su celular, video que debe enviar al teléfono del delincuente.

Aquí empieza la segunda parte de la extorsión, explica Adrián Noriega.

Los extorsionadores se comunican con el familiar, le informan que tienen secuestrado a su hijo, hermana o padre y le envían el video. Hay veces que el familiar acude a la casa de la víctima para encontrarse con que la puerta está abierta y el interior en desorden, lo que confirma el secuestro.

Finalmente, ante estas evidencias, el familiar paga el rescate mediante depósitos bancarios.

Limpio, efectivo, indetectable.

Esta clase de extorsión, además del daño patrimonial, dice el encargado del Área de Extorsiones de la Fiscalía General, tiene un fuerte impacto emocional en quien la sufre.

Son numerosos los casos en los que han podido localizar a las víctimas en diferentes moteles u hoteles de Sonora en estado de shock. La procedencia varía, a veces son de este estado, otras, los han arrastrado desde Sinaloa o Baja California.

En ese sentido, Adrián Noriega afirma que la colaboración entre fiscalías para enfrentar este delito, cuya principal característica es que su origen está en una entidad pero su efecto en otro, se ha intensificado, gracias a lo cual han logrado dar con las víctimas e incluso detener a los delincuentes.

A veces, antes de efectuar el pago; otras veces, ya que la extorsión estaba consumada.

La diferencia radica en que la víctima se ponga en contacto con las autoridades de inmediato o una vez que se ha realizado la extorsión.

Es un delito complejo de combatir, reconoce Adrián Noriega, en el que la denuncia del ciudadano es fundamental, y que se evita, sobre todo, tomando una serie de precauciones.

La principal arma de los extorsionadores es el miedo, asegura el entrevistado, con el que someten a la víctima mediante amenazas y un lenguaje soez. El clima de inseguridad que vivimos los mexicanos contribuye al éxito de este tipo de delito.

Noriega Olivarría advierte que en muchos casos los delincuentes obtuvieron información de la propia víctima antes de ejecutar la extorsión, a la que embaucaron mediante una llamada fraudulenta.

Por eso es importante nunca dar información personal a nadie por teléfono, sin importar si se identifican de un banco, de una compañía telefónica o con el gancho de que obtuvo un premio.

Si es posible, añade el Jefe de Grupo, no conteste ningún número de teléfono desconocido.

Pero cuando la situación es ya irremediable y usted está siendo víctima de una extorsión telefónica, las recomendaciones que da el encargado del Área de Extorsiones son las siguientes:

Mantenga la calma, escuche con atención los argumentos del extorsionador, pídale tiempo e intente localizar al familiar que supuestamente ha sido secuestrado; anote el número telefónico entrante, el sexo de la persona que llama, el acento, el tipo de lenguaje, todo aquello que pueda ayudar en la posterior denuncia.

Trate, durante la llamada, de acercarse a alguien y por escrito informarle que está siendo víctima de una extorsión y pídale que intente localizar al familiar supuestamente secuestrado.

Llame a las autoridades de inmediato, al número de emergencia 911, al de denuncias anónimas 089 o al teléfono 289 8800, extensión 15360.

La denuncia es fundamental, insiste Noriega Olivarría, pues ello les proporciona elementos para detener a los extorsionadores, y además, alimentar la base de datos de la Aplicación Antiextorsión Sonora, la cual, asegura el funcionario, ha dado muy buenos resultados.

Una aplicación que, una vez descargada en su celular, le advierte de que el número entrante puede significar una amenaza de extorsión.

La extorsión telefónica es un delito de alta incidencia (segundo en el país después del secuestro), de cual se habla poco, y cuyo daño es patrimonial y emocional.

La mejor forma de combatirlo es previniéndolo en colaboración con las autoridades.