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2023 y 2024: el debate apenas inicia

La política y la historia siempre han sido una caja de sorpresas, y por ahora nada para nadie, por más que insistan los partidarios de la simplificación, del determinismo y el fanatismo político

Por Bulmaro Pacheco

Esa es la versión oficial, que se amplía con eso de que la historia ya juzgó, y la llamada «cuatroté» tiene asegurados varios años más en el gobierno para seguir impulsando las «transformaciones que tanto le han gustado (sic) al pueblo de México». 
¿Y no es así? Claro que no. En Morena se corre el riesgo de una ruptura por el empecinamiento del presiente López Obrador de imponer candidato(a) sin garantizar la unidad del partido por los inconformes que pudieran surgir del proceso interno. 
Ya se observan tensiones entre los principales aspirantes, que se culpan entre ellos de los nuevos problemas, y denuncian parcialidad en el manejo de la sucesión, donde, dicen, no ven piso parejo. 
Del lado oficial no han calculado bien el peso político-electoral de las clases medias inconformes que salieron a protestar en noviembre del 2022 y febrero del 2023, que le pudieran dar un susto a los candidatos oficiales en las principales ciudades de México. 
Ese fenómeno hasta ahora ha sido poco estudiado y muchos no toman en cuenta lo que sucedió en 2021 cuando la alianza PAN, PRI, PRD sacó más votos que Morena y sus aliados y les quitó la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. 

¿Tan seguros se sienten en Morena? Claro. Todos los aspirantes dicen que —ellos— van a ser presidente, y así se lo transmiten a sus seguidores y promotores en cada entidad. 
Sus promotores —en entrevistas— lo repiten y sostienen ante quien quiera oírlos, y dan por descontado que su jefe o jefa ya está seguro(a) en la candidatura porque el presidente ya lo decidió. Todos los aspirantes con posibilidades —sin excepción— dicen lo mismo y también se sienten muy seguros de ganar en junio del 2024. 
¿Riesgos? Algunos: Que quien no resulte el ungido por el presidente pudiera manifestar inconformidad con la decisión. 
A Morena le resultará difícil controlar a sus seguidores organizados; algunos ya muy acelerados. Que alguno de los aspirantes haya establecido ya algún contacto con algún partido de oposición, para que le garantice la postulación en caso de no resultar favorecido por la decisión presidencial. 
El proceso sucesorio de Morena se aclaró un poco más en el evento del Zócalo del 18 de Marzo. Ahí López Obrador, comparándose con Lázaro Cárdenas cuando decidió no impulsar como sucesor a un radical (Múgica) y optar por un moderado (Ávila Camacho), reveló quizá la mitad de la postulación de alguien radical (su jefa de Gobierno de la CdMx) o alguien moderado (Ebrard o Adán Augusto).
¿Y Ricardo Monreal? A Monreal lo encartan y lo descartan a cada rato los promotores de las candidaturas oficiales. Él sostiene que sí irá en las boletas electorales en el 2024, pero no aclara por cuál partido político.
Se ha notado animadversión muy marcada de parte del presidente y su grupo político contra Monreal, y no se ve ni se siente que a Monreal le hayan ofrecido algo a cambio, para compensarlo por no ser el elegido para la candidatura.
Monreal, por ahora es un enigma. Lo es también la posibilidad de que pudiera ser candidato de Movimiento Ciudadano en caso de que la dirigencia de ese partido le esté reservando esa posibilidad. Hasta ahora MC ha sido el único partido de los siete, que han dicho que no harán alianzas en 2024, que irán solos; pero no se comprometen ni con el gobernador de Jalisco ni el de Nuevo León. 
¿Y Marcelo Ebrard? Un candidato que pudiera ser competitivo y que en las últimas semanas ha dado muestra de que no coincide en todo con el método sucesorio parcial y con dedicatoria instrumentado por su jefe, pero sostiene que él será el próximo presidente de México. 
Ebrard argumenta que su jefe no debe sentir temor por la continuidad de sus programas, porque en 2006 lo relevó en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y no alteró los programas de AMLO. 

Entonces, ¿nada está determinado políticamente para 2024?
No. La política y la historia siempre han sido una caja de sorpresas, y por ahora nada para nadie, por más que insistan los partidarios de la simplificación, del determinismo y el fanatismo político en un México complejo, incierto y lleno de situaciones sorpresivas.
Por ahora solo hay sondeos de opinión y tendencias en los dos estados donde habrá elección (Coahuila y Estado de México) a dos meses de las elecciones y también tendencias hacia el 2024 sobre la elección presidencial y el Congreso de la Unión, pero casi nadie parece percibir todavía que el sentido y la orientación del voto aún no lo deciden los ciudadanos, faltan todavía tiempo, candidaturas, plataformas, ofertas y el cierre de los años de la 4T, para que eso suceda.
¿Y los partidos opositores? El PRI, mientras se organiza territorialmente, sigue experimentando los problemas de no tener un presidente de la República que ejerza la mediación y el liderazgo real. Lo acontecido en la coordinación del Senado con Osorio Chong fue un evento imprudente, además de divisionista en tiempos de elecciones, que pudiera golpear al PRI en los procesos de Coahuila y el Estado de México. 
En el corto plazo el debate en el partido se concentrará en la permanencia de su dirigente Alejandro Moreno que deberá entregar la batuta el próximo agosto, porque sobre ese asunto además del resolutivo del INE, existen presiones y exigencias de los opositores a Moreno, que impugnaron su permanencia tanto en el INE como en el Tribunal. 
¿Y el PAN? Con una real crisis de liderazgo, no alcanza todavía a recuperar el terreno perdido. Sus gobernadores lucen apagados y sin posturas originales. Tienen la Presidencia de la Cámara de diputados. 
¿Y el PRD? En el PRD luchan con denuedo para evitar perder el registro en 2024. En 16 entidades federativas no tienen registro local como partido político. Se trata de un partido que requiere de mucha autocrítica. 
¿Y Movimiento Ciudadano? Sigue siendo un enigma su postura con relación a las posibilidades de que haga alianza en 2024, y más todavía sobre quien encabezará la candidatura presidencial. 
Lo dicho: Nada para nadie en materia política para 2024 porque a las oposiciones no se les puede mirar desde el pesimismo, porque la melancolía paraliza. Lo que sí es cierto como dice Monedero respecto a las izquierdas; “Si la oposición va separada, la ahorcarán junta”. 
Aún queda un amplio trecho de acontecimientos que nos van a sorprender y que seguramente habrán de influir en lo que viene.
 
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