¿Qué tanto afecta el abuso de las nuevas tecnologías a nuestra vista?
Por Imanol Caneyada /
Cuando a principios del siglo XIX surgieron las primeras locomotoras a vapor que arrastraban vagones, registran las crónicas de la época que hubo voces que señalaban que el exceso de velocidad de ese invento podría dañar la salud del ser humano.
En general, los avances tecnológicos, recién hace su aparición, han provocado en la humanidad recelo, desconfianza y miedo.
Siempre que un invento se populariza, surgen los agoreros que vaticinan desgracias, y casi siempre están relacionadas con la salud de las personas.
Aunque parece que hace una eternidad que existen las nuevas tecnologías de la comunicación, las computadoras, las laptop, las tablets y los smartphones, es un hecho que no tienen más de dos décadas entre nosotros.
También es un hecho que han cambiado radicalmente nuestra forma de vivir y de entender el mundo y que pasamos la mayor parte del día expuestos a una pantalla, sea televisiva, de una computadora, laptop o tablet o de un teléfono celular; mucho más las nuevas generaciones.
Esta dependencia y adicción a los dispositivos electrónicos y al Internet mantienen abierto el debate sobre los daños y los beneficios que acarrean; no olvidemos que el gobierno de Corea del Sur, el país con mayor conectividad en el mundo, ha declarado ya un problema de salud pública la adicción a Internet y ha abierto centros de desintoxicación.
Siguiendo esta tónica, nos planteamos la pregunta de cuánto afecta a nuestra vista la permanente exposición de nuestros ojos a estos dispositivos electrónicos.
Para responderla, acudimos con la doctora Ducina Palma, oftalmóloga que atiende en el Hospital CIMA.
Y lo primero que nos dice, para nuestra sorpresa, es que no hay una repercusión visual directa.

La oftalmóloga Ducina Palma brinda algunos consejos para evitar la irritación y el lagrimeo.
“A nuestra generación nos tocó una etapa de transición —explica—; cuando yo era niña no había computadoras en casa, yo no tenía un celular, pero de repente vino esa transición; la generación a la que pertenezco y las anteriores no estaban acostumbradas al uso de la tecnología, las nuevas generaciones, sin embargo, nacieron y crecieron con todo eso”.
Por lo que todo evoluciona, agrega la especialista, también los aparatos; al principio emitían mucha radiación, inclusive vendían unas pantallas protectoras que reducían el brillo de las pantallas.
Actualmente todos los dispositivos han disminuido la intensidad del brillo, esas pantallas protectoras de antes ya vienen incluidas, se ha mejorado la tecnología, asegura la doctora; la tecnología ha evolucionado para que la radiación no dañe los ojos, sin embargo, la gente sigue teniendo ciertos síntomas.
“Estoy todo el día frente a la compu, me dicen mis pacientes, me arden los ojos, se me irritan. Aquí el factor no tiene mucho que ver con la tecnología en sí, sino con la falta de lubricación ocular y la falta de parpadeo —abunda Ducina Palma—; vemos cómo los niños y los adultos pasan muchas horas sentados frente algún tipo de pantalla, muy atentos y concentrados, lo que provoca que no parpadeemos, lo mismo sucede cuando leemos cualquier tipo de texto impresa”.
A lo anterior, considera la entrevistada, hay que agregarle el factor clima: estamos en Sonora, que es muy seco, la mayoría de los lugares están climatizados o hay ventilación con abanicos, lo cual genera que la exposición al aire sea mayor, lo que a su vez provoca irritación ocular, lagrimeo y enrojecimiento de los ojos.
“Muchos de mis pacientes me señalan que pasan todo el día frente a una pantalla, yo misma lo hago; actualmente es difícil que un empleo no implique estar frente a una computadora, el teléfono celular, la tablet”.
Una de las recomendaciones que hace la doctora para evitar la irritación y el lagrimeo es tener en cuenta la disposición del dispositivo: “No es lo mismo tenerlo enfrente o por encima de los ojos que si lo pongo por debajo del nivel de mis ojos, lo que me obliga a hacer un movimiento con mis párpados hacia abajo, como consecuencia, es menor la exposición ocular al medio ambiente”.
Otras recomendaciones que comparte la entrevistada es que dosifiquemos el tiempo al que exponemos nuestros ojos a esa concentración, que nos demos pequeños descansos y que lubriquemos la superficie ocular.
Por último, la doctora también descarta que haya una aceleración de la vista cansada por el abuso de la exposición a las pantallas.
“Yo les suelo decir a mis pacientes que si tienen problemas cardiacos no le pueden pedir a su corazón que deje de latir, esto es lo mismo. Los ojos están diseñados para la visión; la vista cansada es un problema que tiene que ver con la edad; aparece entre los 40 y 45 años, y es la incapacidad del cristalino para enfocar; nuestros ojos funcionan como si fueran cámaras fotográfica, donde vemos que la lente se agranda o se acorta dependiendo del objeto que enfoca; nuestros ojos funcionan así, con el tiempo, el cristalino y el músculo ciliar, encargados de esa función, van perdiendo elasticidad y la capacidad de enfoque, tanto por el engrosamiento del cristalino como por la pérdida de elasticidad del músculo. Pero no está relacionado con el abuso de la tecnología, tiene que ver con la herencia genética y el proceso natural de envejecimiento”.