Simulación y mentiras, el gobierno de EPN
Por Imanol Caneyada/
Esconder la violencia, los muertos y los desaparecidos, la política en seguridad pública, señala Alejandro Almazán
La corrupción va a ser uno de los símbolos de su administración: Sonora Ciudadana
El gobierno de Enrique Peña Nieto llega a su cuarto año en lo más bajo de su popularidad; de la popularidad de un presidente en la historia reciente del país.
Una frase dicha por una analista en un programa de televisión podría resumir su gestión: Todo lo que hace le sale mal. Las famosas reformas de hondo calado que lo llevaron a la portada del Times, su gran apuesta desde el principio del sexenio, naufragan: la educativa ha convertido al sur del país en un polvorín; la energética lo ha vuelto a ojos de la opinión pública un mentiroso, pues los aumentos a los energéticos permanecen; y la reforma política fue pospuesta hasta el 2018; sólo la laboral parece haberse salvado.
Una de las razones por las que llegó a Los Pinos fue el baño de sangre en el que hundió Felipe Calderón al país, sin embargo, los números indican que sus políticas de seguridad pública, específicamente contra el crimen organizado, nos tienen igual o peor.
A ello hay que sumarle la pesada losa de corrupción que cubre su gestión por asuntos como el de la Casa Blanca o las propiedades en Miami de la primera dama, y los constantes regaños internacionales que el país ha recibido por el escaso o nulo respeto a los derechos humanos.
Los dos temas que obsesionan a los mexicanos en este cuarto año de gobierno de Peña Nieto son la corrupción y la seguridad pública.
El primero le costó al partido del presidente perder las gubernaturas de varios estados de la República en las últimas elecciones; el segundo no ha habido manera de mejorarlo: el país continúa como rehén del crimen organizado.
El periodista Alejandro Alamazán, especializado en temas de seguridad pública, y la comunicóloga Leticia Cuesta, directora de Sonora Ciudadana AC, hacen un análisis para Primera Plana de ambos temas.
Esconder la violencia, los muertos y los desaparecidos
El escritor y periodista Alejandro Almazán es autor de la novela “El más buscado” y de libros como “Gumaro de Dios, el Caníbal”, “Placa 36” y “Entre perros”, además de cientos de reportajes y crónicas que ha publicado en la mayoría de periódicos de circulación nacional, en los que los temas relacionados con las actividades del crimen organizado son una constante.

Para el ganador del Premio Nacional de Periodismo y el Premio Gabriel García Márquez de Crónica y Reportaje, desde que Peña Nieto llegó al poder, la estrategia fue esconder la violencia, los muertos y los desaparecidos debajo de la alfombra.
“Los medios oficialistas dejaron de contabilizar a los muertos (Milenio, por ejemplo) y entramos a una dimensión desconocida. Las cifras, que de por sí eran resbalosas, terminaron por encimarse, borrarse y dejar de interesarle a un gobierno que no ha podido decirnos con claridad qué pasó con los 43 normalistas, por ejemplo; o que ha sido incapaz de respetar los derechos humanos (léase casos Apatzingán, Tanhuato, Nochixtlán…)”.
Almazán nos recuerda que tuvo que ser el semanario Zeta de Tijuana el que nos dijera que, en los cuatro años de Peña Nieto en el gobierno, cada hora son asesinados cuatro mexicanos.
“Hoy (martes 30 de abril), en un evento sobre la seguridad, Osorio Chong reconoció que a nivel local (es decir: en cada estado, en cada municipio, en cada pueblo, en cada ranchería) la estrategia para contener el crimen ha fallado”.
Llegamos al IV Informe con un México igual o más sangriento que el que dejó Calderón, afirma el periodista, y se pregunta: ¿De verdad su esposa quiere gobernar México?
“Llevamos una década de sangre, sin tiempo para el luto. Peña le ha apostado al valemadrismo mexicano del si a mí no me afecta, no rezongo. El problema es que el país se ha desfondado y reconstruir el tejido social es algo que aún se mira lejos.
“Seguimos en guerra y eso es lo que Peña Nieto debe decir en su Informe”.
La simulación, la única política pública
La directora de Sonora Ciudadana AC, Leticia Cuesta, hace una pausa para pensar en algo positivo de la gestión del presidente Peña Nieto en estos cuatro años para luego soltar la risa y decir: “No puedo decirte nada positivo; hasta cierto punto, en teoría, las reformas, que eran y son necesarias, pero no resultaron, no con este contenido”.
El Pacto por México, rememora la activista, la unión de todas las fuerzas políticas para hacer un mejor México, no resultó, sólo quedó en el discurso, al igual que las reformas, que han sido una gran decepción.

Leticia Cuesta hace hincapié en que el discurso de Peña Nieto no fue ni ha sido transparente y que la simulación ha sido la única política pública que ha ejercido el actual gobierno.
El diálogo con la ciudadanía, reflexiona la titular de Sonora Ciudadana, no ha existido; Peña Nieto está encerrado en un círculo en que todo es maravilloso y permanece aislado del resto del país.
El presidente nos ha mentido, dice Cuesta, y lo ejemplifica con los sucesivos gasolinazos del presente año, cuando nos vendieron que con la reforma energética esto ya no iba a suceder.
“Y la corrupción va a ser un símbolo de su administración, su gobierno va a estar ligado a la palabra corrupción por asuntos como el de la ‘Casa Blanca’ y las propiedades en Miami”.
Un claro síntoma del discurso poco transparente y engañoso de Peña para Leticia Cuesta es el “perdón” que pidió a los mexicanos por el tema de la ‘Casa Blanca’.
“Fue muy cuidadoso en no aceptar que se había equivocado con el hecho en sí”.
En opinión de la directora de Sonora Ciudadana, en la creación del Sistema Nacional Anticorrupción la actual administración tampoco tiene gran mérito, pues fue resultado de la presión de las organizaciones ciudadanas y empresariales, no fue por voluntad del presidente.
“Nunca tuvo el valor de decirle al Congreso con el tema 3 de 3 de que la forma en que lo aprobaron contradecía el espíritu de la ley”.
En cuanto a la estrategia de presumir la inversión en obras y programas sociales, la comunicadora la considera muy poco efectiva, porque el pueblo de México ha cambiado, esto ya no lo ve como un logro ni un regalo, sino como una obligación por parte de los gobernantes.
“La sociedad mexicana actual quiere apertura, diálogo y que se aborden temas centrales como la seguridad pública, los derechos humanos y la transparencia».
La conclusión de Leticia Cuesta es que el supuesto nuevo PRI de Peña Nieto, en su regreso al poder, pensó que podía gobernar el país con las estrategias de décadas pasadas, pero la sociedad mexicana ha cambiado mucho, es mucho más exigente, y aunque no está del todo organizada, ya no es tan fácil de engañar.