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Buscar desaparecidos calma la ansiedad de las familias

Las víctimas del delito de secuestro viven un infierno en vida. Es la sensación de vivir, palpar la muerte y desconocer que pasará
Las víctimas del delito de secuestro viven un infierno en vida. Es la sensación de vivir, palpar la muerte y desconocer que pasará

Las víctimas del delito de secuestro viven un infierno en vida. Es la sensación de vivir, palpar la muerte y desconocer que pasará en el futuro, aunado del maltrato psicológico y físico que muchos sufren.

Por Antonio López Moreno

Pero también ese infierno lo viven los familiares, quienes en ocasiones no saben si la persona está con vida, torturada o golpeada.

Quien conoce esa sensación es Cecy Patricia Flores Armenta, fundadora y representante del colectivo “Madres Buscadoras de Sonora”, una mujer que perdió a sus dos hijos, víctimas de desaparición forzada.

En entrevista para Primera Plana, narró la situación que enfrenta una familia al desaparecer uno de sus integrantes, recalcando que la ansiedad y el desespero que ello provoca.

“Es muy doloroso, porque al secuestrar a nuestros hijos, al llevárselos y no saber nada de ellos, para nosotros es la muerte. Después de no localizar a nuestros hijos es como morir en vida y tener la obligación de seguir viviendo”.

Explicó que las primeras horas son las más complicadas, sin embargo es una sensación que nunca se aleja, ya que solo se puede controlar manteniendo esperanza.

“La agonía empieza desde que se los llevan, pero si los primeros días son terribles, conforme pasa el tiempo te vas haciendo a la idea de que necesitas estarlos buscando y se vuelve como una adicción el estarlos buscando”.

A raíz de su lucha, cientos de madres de familia se han sumado a la búsqueda de desaparecidos.

Asegura que muchas pasan por ansiedad, lo cual solo se supera en los campos desolados donde llevan a cabo sus jornadas.

“Es una adicción, porque lo haces por necesidad, ya ni por gusto, porque nadie por gusto anda así en los campos”.

Por tal motivo decenas de mujeres encuentran en dicha lucha una válvula de escape, pues es una actividad que les permite mantener la fe de encontrar a sus hijos, así como escuchar a personas que atraviesan una situación similar.

“La verdad es que es como una terapia psicológica para nosotras, siempre les decimos a las mamás que se animen, porque con una vez que vengan ya no quieren dejar de buscar a sus hijos, porque es como una terapia”.