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Crece riesgo de tuberculosis en frontera

Gonzalo García era igual que muchos otros veinteañeros, con pelo negro de punta y dos anillos en el labio. Hace cuatro años, cuando vivía en esta ajetreada ciudad fronteriza, viajaba en su tiempo libre a Estados Unidos para ir de compras, conocer chicas y pasar un buen rato.

No tenía idea de que estaba desarrollando una variedad potencialmente letal de la tuberculosis. No se sabrá nunca exactamente cuánto tiempo tuvo la enfermedad. García cuenta que empezó a perder peso y sentirse cansado y trató de buscar ayuda. Pero a los médicos les llevó más de un año averiguar lo que andaba mal. Tenía una cepa de TB que era resistente a las drogas. «Muchos doctores me dijeron que no me pasaba nada», recuerda García, en la clínica donde se mejoró.

Hasta hoy, no se sabe si infectó a alguien en algún lado de la frontera cuando era contagioso. Pero su relato ilustra una inquietante preocupación entre las autoridades de la salud que aseguran que la frontera de más de 3.200 kilómetros que separa a EE.UU. de México podría convertirse en el caldo de cultivo de una de las variantes de TB más difíciles de tratar. Algunos estados estadounidenses como California y Texas y varios estados mexicanos ya registran tasas inusualmente altas de esta TB resistente a los medicamentos.

«Esta es una región muy propicia» para la TB resistente a las drogas, dijo Rafael Laniado- Laborín, director de la clínica y laboratorio de tuberculosis del Hospital General de Tijuana, que ha observado recientemente un influjo de nuevos pacientes. Con cualquier variante de tuberculosis, puede pasar bastante tiempo antes de que el paciente se dé cuenta de que la enfermedad está avanzada. «Uno va al trabajo, va de un lugar a otro», explica. «Puede transmitir la enfermedad antes de saber que la tiene».

El número actual de casos de TB en EE.UU. y México sigue siendo pequeño y las tasas de la variante resistente a las drogas -MDR- distan mucho de ser tan altas como en India, China o Europa del Este, donde se ha convertido en una epidemia. En 2011, el año más reciente del que se disponen cifras, México tenía 467 casos de MDR-TB, estima la Organización Mundial de la Salud, mientras que EE.UU. tenía 124, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Las autoridades advierten que es crucial concentrarse en la prevención, porque la enfermedad se transmite vía el aire y se puede propagar rápidamente. «Todos estamos conectados por el aire que respiramos», dijo Thomas Frieden, director de los CDC.

En su forma resistente a los medicamentos, la TB puede ser mortal y el tratamiento doloroso; puede requerir más de dos años de medicación y posiblemente meses de aislamiento. Los costos también son altos: según un estudio reciente de los CDC, el tratamiento promedio en EE.UU. ascendía a unos US$140.000 y podía alcanzar los US$700.000.

Para las autoridades de salud, el desafío para tratar de controlar una enfermedad que se transmite por el aire en un área tan grande como la frontera entre México y EE.UU. es enorme. Más de 150 millones cruzan la frontera al año. Muchos, al igual que García, van y vienen por trabajo u ocio, con visas que permiten estadías breves. Hay dos centros de cuarentena de los CDC en la frontera para abordar cuestiones de salud. «La tuberculosis es la enfermedad más común por la que nos llaman», dijo Steve Waterman, director del departamento EE.UU.-México de los CDC, en la División de Migración y Cuarentena Global de la agencia.

La frontera entre EE.UU. y México «no es como el muro de Berlín», señaló David Shirk, director del Instituto Trans-Border de la Universidad de San Diego. La gente vive en un lado pero trabaja en el otro y consumidores de ambos países frecuentan los mismos centros comerciales, explicó.

Las autoridades dicen que cuando se detectan casos de TB resistente a medicamentos en EE.UU., frecuentemente tienen una conexión con México. De los 14 casos en San Diego entre 2007 y 2011, la mitad eran mexicanos o tenían un vínculo con el país, observó Kathleen Moser, del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU.

Parte del problema es que la tasa de infección de TB de México es mucho más alta, en algunos casos hasta 10 veces mayor, que la de EE.UU. Las variantes resistentes empiezan a propagarse, aseguran los expertos, cuando los médicos les dan a los pacientes tratamientos similares una y otra vez. En otras ocasiones, los pacientes que no son supervisados de cerca abandonan el tratamiento antes de curarse.

Para combatir problemas como estos, el condado de San Diego y Baja California formaron una alianza transfronteriza en 2006, Puentes de Esperanza, con fondos públicos y privados. Hasta ahora, ha proporcionado tratamiento para 44 pacientes, financiando los medicamentos, los exámenes de laboratorio y supervisando de cerca a los pacientes para que sigan las indicaciones.

No obstante, el financiamiento federal para el programa de US$600.000 se agotó el año pasado cuando la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional sacó dinero de México para asignarlo a otros países con casos más severos de TB. En uno de los programas financiados con fondos públicos, que preparaba a hospitales en México, por ejemplo, los médicos aprendieron a separar a los pacientes de TB del resto de la población. Cuando arrancó, «descubrimos que había personas con TB, VIH y neumonía compartiendo una misma habitación», recuerda José Antonio Martínez, un consultor del proyecto.

El dinero no es el único problema. Como parte de los esfuerzos de prevención, los expertos estadounidenses han cruzado regularmente la frontera en California y Texas para hacer un seguimiento de los casos y ofrecer ayuda directa a los pacientes. Sin embargo la violencia relacionada al narcotráfico en algunas partes de la frontera está en alza, lo que obliga a los trabajadores a ofrecer asesoría sólo en el lado de EE.UU.

Autoridades de EE.UU. y México instan por la implementación de terapias directamente observadas.

Aseguran que es la mejor manera de garantizar que los pacientes cumplan con el tratamiento. Pero estas terapias pueden ser caras y demorosas. Cerca de 30% de los pacientes en México no completan sus tratamientos, señaló Laniado- Laborín. El país carece de suficientes trabajadores de la salud para ofrecer opciones de terapia de observación directa para cada paciente, señala Martín Castellanos, director del Programa Nacional de TB de México. «No es posible: tenemos casi 20.000 personas con tuberculosis», añadió.

REFORMA

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