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Desigualdad y violencia, una profunda injusticia mundial

Por Redacción

En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la rectora de la Universidad de Sonora, Dra. María Rita Plancarte Martínez, expresó que el problema de desigualdad de género en México tiene décadas sin ser atendido.

Es por esta razón que el reto para los gobiernos, instituciones y sociedad en general es redoblar esfuerzos. “Reducir a cero la impunidad que existe en los actos que violentan a las mujeres es otro pendiente ancestral de nuestros gobiernos”, apuntó la rectora de la máxima casa de estudios de Sonora.

 

¿Cuál considera que es la tarea pendiente que tiene el Estado Mexicano para con las mujeres?

En México, desde hace décadas tenemos un déficit enorme en la atención de las desigualdades de género, en las que la mujer debe enfrentar injustamente luchas cotidianas en todos los terrenos: en las calles, en el trabajo, en las relaciones sociales y, particularmente, en la vida familiar. Esto no es privativo de nuestro país, sino que la desigualdad y la violencia contra las mujeres es una profunda injusticia mundial. Es un enorme obstáculo para cumplir los derechos humanos de las mujeres y niñas, y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible que plantea la Agenda 2030. Desde ahora sabemos que ninguno de los países firmantes de la Agenda está en condiciones de alcanzar la equidad de género dentro del plazo estipulado, ni en el mundo desarrollado ni en los países en desarrollo. Ésta, desde luego, es una conclusión devastadora acerca de nuestras prioridades globales, pero también es el reto que tenemos para que los gobiernos del mundo, las empresas y las instituciones sociales y educativas que ofrecen su apoyo, redoblemos esfuerzos para no rendirnos. Es indudable también que el patriarcado y los pensamientos masculinos impiden obtener la verdadera igualdad: están enraizados en todas las culturas del mundo, y para reducir su influencia, todas y todos debemos reconocer que eso es algo real.

Reducir a cero la impunidad que existe en los actos que violentan a las mujeres es otro pendiente ancestral de nuestros gobiernos. Las y los mexicanos esperamos que cambie esa visión en la próxima administración federal.

 

La violencia contra la mujer, en específico el feminicidio, es un grave problema presente en México ¿cuál es su opinión?

Conceptualizar el feminicidio como “el asesinato misógino de mujeres cometido por hombres y es una forma de violencia sexual”, tal como lo hiciera Diana Russell en 1992, nos ofrece un punto de partida importante para entender que los asesinatos por razón de género son la culminación de una serie de actos violentos, en los que, en general, las personas no son conscientes de la cadena de eventos que llevan al feminicidio. Lo verdaderamente difícil es entender que ningún feminicidio es exactamente igual a otro, y que en cada uno subyacen razones que escapan a veces de lo razonable. Ningún país del mundo está exento de esto; sin embargo, en América Latina, tenemos una cultura de alta tolerancia hacia la violencia contra las mujeres y niñas. Se ha normalizado la violencia a grado tal que es vista como parte de la vida de las mujeres, especialmente de las que pertenecen a comunidades social y económicamente desfavorecidas con bajos niveles de educación y desarrollo. ¿Cómo podemos prevenir los feminicidios? La respuesta directa sería que con educación, con formación en valores y con una permanente atención sobre las inquietudes de niños y jóvenes, y un acompañamiento permanente. Indudablemente, como sociedad debemos trabajar con los estereotipos sobre todo en la infancia y adolescencia, porque el feminicida no “nace” en la mayoría de edad, sino que se forma poco a poco desde los primeros años de vida. No es fácil hacerlo, pero es una tarea que nos compete a todos.

 

Este es un año electoral y es innegable la posibilidad de que una mujer ocupe la silla presidencial ¿qué expectativas tiene sobre la próxima Presidenta?

Deseamos que, a quien la voluntad popular elija como titular de la Presidencia de la República, tenga muy presente la educación superior y la trascendencia que ésta tiene para la vida social y cultural del país, así como para el desarrollo de la economía. También es importante que tenga una visión de equidad, de verdadera igualdad de oportunidades para toda la sociedad.