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Distopía Orweliana en China por la natalidad

La tasa de natalidad está en 8.52 nacimientos por cada 1,000 habitantes, la cifra más baja desde 1949.
La tasa de natalidad está en 8.52 nacimientos por cada 1,000 habitantes, la cifra más baja desde 1949.

Pese a ser el país más poblado del mundo, el Gigante Asiático está atravesando una crisis de natalidad sin precedentes

Dr. Jorge Ballesteros

Las utópicas y distópicas medidas del gobierno chino para hacer frente al problema de natalidad que está tomando actualmente el Gobierno Comunista Chino para revertir la grave crisis de natalidad en que se encuentra debido a las erráticas políticas poblacionales aplicadas durante décadas.

Hay una tendencia mundial de las Élites financieras sionistas por disminuir la población global del planeta, por todos los medios, desde la promoción de la anticoncepción, esterilización forzada, abortos, divorcios, eutanasia, agenda LGBT (lesbiana, gay, bisexual, transgénero), drogas, guerras, epidemias, vacunas, etc.

Políticas que han pegado fuerte a todos los países, especialmente a los Europeos, cuya población ha envejecido, y ha disminuido drásticamente el nacimiento de niños, debido a que las mujeres ya no quieren tener hijos, se casan ya muy grandes a los 40 años o no se casan, el aumento de los divorcios, de la anticoncepción, del aborto, de la feminización de los hombres, de la agenda LGTB, etc.

Situación que pone en riesgo de desaparecer la población originaria de varios de esos países como Alemania, España, Francia, Inglaterra y ser sustituida por migrantes africanos musulmanes.

Se pierde la identidad por la falta de nacimientos, aumentan las personas ancianas y las pensiones ya son insostenibles por no haber jóvenes que trabajen para pagarlas, ya no hay gente para trabajar en la industria y se tiene que recurrir a emigrantes para suplir esos puestos, dándose una sustitución poblacional paulatina e irreversible en pocos años, en detrimento de la raza blanca europea

Algo similar pasó en la China comunista, la joya de la corona de estas Élites, por lo que se están tomando medidas drásticas para tratar de revertir este proceso, ya que si China quiere lograr ser la primera potencia económica y militar del planeta tiene forzosamente que implementar políticas adecuadas para recuperar su crecimiento demográfico.

Pese a ser el país más poblado del mundo, China está atravesando una crisis de natalidad sin precedentes. El año pasado, la tasa de natalidad del Gigante Asiático literalmente se desplomó, alcanzando su nivel más bajo en las últimas cuatro décadas.

Aunque múltiples causas explican ese fenómeno, sin dudas el más importante es la política de hijo único implementada en 1979, que consistía en abortar a las niñas ya que supuestamente eran menos productivas que los varones y a limitar los nacimientos a un solo niño por pareja.

 Las autoridades ven que esta tendencia a la baja reduzca, a largo plazo, la mano de obra en el país.
Las autoridades ven que esta tendencia a la baja reduzca, a largo plazo, la mano de obra en el país.

A esto se suma el número relativamente bajo de mujeres en edad fértil y el costo creciente de formar una familia por los altos valores de la educación y la vivienda.

A partir de 2016, las autoridades chinas permitieron que las parejas pudieran tener dos hijos, medida que fue ampliada hasta tres durante 2021. Sin embargo, estas no han dado resultado.

Según la Oficina Nacional de Estadística, la tasa de natalidad se encuentra en 8,52 nacimientos por cada 1,000 habitantes, la cifra más baja desde la llegada al poder del Partido Comunista en 1949.

Así, China, que aún no ha alcanzado su pleno desarrollo económico, se está enfrentando al riesgo de un envejecimiento de la población y una disminución del número de trabajadores. El riesgo es ser un país viejo antes de ser uno rico.

Otras de las cifras preocupantes reveladas por las autoridades chinas fue que el número de matrimonios también disminuyó el año pasado, llegando a su nivel más bajo en 17 años, con sólo 8,14 millones. La tendencia también se repite con los divorcios, ya que cerca de 4,34 millones de parejas se separaron en 2020, es decir, más de la mitad del número de matrimonios.

Los chinos generalmente van delante de occidente, se adelantan al problema y le van a poner solución, que después se replicará en occidente, como ha sucedido con muchas políticas chinas tanto en salud como en tecnología de control poblacional.

Xi Jinping, presidente de la República Popular China, en el Congreso del Partido comunista dijo que el gobierno chino hará todo lo que esté en su mano para revertir el problema de la natalidad

Las nuevas políticas han buscado aliviar las cargas financieras y sociales del costo de los hijos o incentivar activamente a tener hijos a través de subsidios y exenciones fiscales, así como promover “la familia tradicional” formada por un padre, la madre y los hijos, a diferencia de occidente que promueve otro tipo de familia como las de homosexuales, lesbianas, transexuales, etc. Esto está prohibido en China ya que debilita al país y a la sociedad. 

Algunas provincias y ciudades hay anunciado pagos en efectivo a los padres que tienen un segundo o tercer hijo. Hace unas semanas las ciudades en yen anunciaron incentivos financieros que se traducen en un total de 37,500 yuanes que se traduce en unos 5,550 dólares para una familia de tres hijos, además ya se tenían apoyos a la natalidad hasta los tres años.

En otros lugares, el gobierno ha ofrecido a las parejas, incentivos varios, incluidos mejores permisos parentales, subsidio a la compra de vivienda, y en general incentivos financieros de cualquier tipo. Pero más allá de las ayudas directas se van a reducir los costes educativos y médicos de tener un bebé, reduciendo también las trabas burocráticas, laborales, etc.

Si se lograra revertir la tendencia y que los chinos se lanzaran a tener niños, ese aumento de la fecundidad al principio reduciría la participación de los padres como fuerza laboral, mientras que los beneficios tardarían unos 20 años en ser contabilizados.

Todo este problema por el que está pasando China son los efectos de las políticas del pasado. Las tendencias demográficas de China a lo largo de los años han sido determinadas en gran medida por la controvertida política del hijo único, que se introdujo en 1979 para frenar el crecimiento demográfico.

Esta política limitaba a muchas familias a tener solo un descendiente, aunque con excepciones, lo que se calcula que pudo evitar unos 400 millones de nacimientos, cifra que ha sido disputada.

El gobierno ofreció incentivos financieros y de empleo para quienes cumplieran con ella, amplió el acceso a los anticonceptivos y estableció multas para quienes violaran las reglas. En ciertas épocas, sin embargo, también se utilizaron otras medidas coercitivas, como abortos forzados y esterilizaciones masivas.

En una cultura que históricamente favorece a los niños sobre las niñas, la política también condujo a abortos selectivos por género, al abandono de muchas niñas en orfanatos e incluso a infanticidios femeninos.

Como consecuencia, en China existe un desequilibrio de género desde la década de 1980, y eso hace que muchos hombres no encuentren pareja para casarse y tener hijos, especialmente entre los que cuentan con menos recursos socioeconómicos.

Aumentar la tasa de natalidad se ha convertido, sin embargo, en una prioridad para el ejecutivo de Pekín. En el Congreso del Partido Comunista Chino celebrado el pasado mes de octubre, el mismo presidente Xi Jinping aseguró que su gobierno “seguiría una estrategia nacional proactiva” en respuesta al envejecimiento de la población del país.

La baja tasa de natalidad también es una consecuencia natural del desarrollo socioeconómico que ha experimentado China en las últimas décadas.

A medida que los países se vuelven más desarrollados, las tasas de natalidad tienden a disminuir, debido a que las parejas y, especialmente, las mujeres, tienen otras prioridades como formarse más o desarrollar sus carreras.

Esto es algo que ha sucedido también con los países vecinos de China, como Japón o Corea del Sur, cuyas tasas de natalidad también han alcanzado mínimos históricos a pesar de los distintos incentivos que han puesto en marcha sus gobiernos para que las parejas tengan más hijos.

Las autoridades están preocupadas de que esta tendencia a la baja reduzca, a largo plazo, la mano de obra en el país, además de aumentar el costo de la atención médica, por el envejecimiento de la población, y otros desembolsos de la seguridad social.

Según el último censo, la población china crece a su ritmo más lento en décadas, y “esta tendencia continuará y quizás empeore después del covid”, explica a la BBC Yue Su, economista principal de la Unidad de Inteligencia del semanario “The Economist”.

Según la experta, la alta tasa de desempleo juvenil y los bajos sueldos «podrían retrasar aún más los planes de matrimonio y de tener hijos, lo que reduciría el número de recién nacidos».

A esto se suma la probabilidad de que la tasa de mortalidad en 2023 sea más alta que antes de la pandemia debido a las infecciones por covid, señaló Su. China ha visto un aumento de casos desde que abandonó su política de cero COVID el mes pasado. Para los expertos, sin embargo, un simple aumento de las tasas de natalidad no será suficiente

Para resolver los problemas que arrastran la desaceleración del crecimiento de China, “Impulsar la fertilidad no mejorará la productividad ni aumentará el consumo interno a medio plazo”, aseguró Stuart Gietel-Basten, profesor de políticas públicas en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong. “Como responda China a estos problemas estructurales va a ser crucial”.