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Dr. Jorge Pesqueira: Amor, fe y arduo trabajo cimientan “Ciudad de los Niños”

(Primera Parte)

A 37 años de vida, “La Ciudad de Los Niños”, es una obra que lleva impresa desde sus cimientos, una filosofía de vida de desprendimiento y amor por los más vulnerables

Por Gabriel Rigo Gutiérrez E.

Pinturas al óleo llenan las paredes de la recepción del despacho. Paisajes, rostros, edificios, personajes históricos. Suena el teléfono autorizando el pase. Subiendo escaleras hacia la segunda planta, el recorrido artístico continúa, piezas de artesanía nativa, obra escultórica, reconocimientos.

Al fondo de la oficina, detrás de un gran escritorio de madera, y con mascarilla puesta, el reconocido abogado se levanta como resorte de su silla y extiende su puño dando la bienvenida con una sonrisa afable.

Rodeado de expedientes, papeles y libros, apresura a señalar que prepara una clase virtual para una Universidad latinoamericana. Se ha especializado en el tema de mediación y recurrentemente da cátedra. En la Universidad de Sonora, su Alma Mater, es profesor de tiempo completo en Licenciatura de Derecho y ahí radica precisamente su esencia, la abogacía, esa pasión por ayudar ante las injusticias, las injusticias de nuestra sociedad contra los más vulnerables.

Fue allá en los rebeldes años 60s cuando el joven Jorge Pesqueira Leal fundó el Bufete Jurídico de la Unison, como un recurso para asesorar a los hermosillenses con necesidad. Entonces ya palpaba una inquietante característica de nuestra comunidad.

“Desde joven estuve siempre muy preocupado por la realidad del entorno en que vivimos, un signo distintivo de nuestro país y de muchos otros es la injusticia social”, platica recordando esos años donde apenas se anidaba la semilla de posteriores obras.

En su andar por la sierra sonorense, conoció a los guarijíos, una etnia olvidada por el tiempo y los gobiernos. Establecieron vínculos de ayuda para esa alejada comunidad.

Fue a finales de los 70s cuando rodeado de otros jóvenes inquietos de la época, decidieron fundar el “Comité de Colaboración Comunitaria de México A.C.” que al tiempo levantaría la “Residencia de Integración Humana” —estaba en el edificio que hoy ocupa el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana—. Este centro ayudaba a personas con problemas de alcoholismo y débiles mentales. “Muchas veces la sociedad ha sido indiferentes ante su tragedia”, recuerda.

Después la Residencia se tuvo que mudar a otras instalaciones, una casona grande sobre la calle Dr. Noriega. Pero otro problema social comenzaba a surgir con fuerza, era la violencia intrafamiliar, los niños como siempre llevaban la peor parte.

El Dr. Pesqueira se lleva la mano a la barbilla y echa andar la memoria de aquellos días. Su característico pelo ensortijado cae con suavidad sobre sus hombros. En la mirada, brilla la nostalgia. Fue en 1983 cuando deciden abrir la “Casa de los Niños”, la cual operó durante muchos años en el corazón de Hermosillo. Pedro Moreno casi esquina con bulevar Hidalgo. Eran decenas de jóvenes los que estaban dispuestos a colaborar con el proyecto.

“La Casa de los Niños pudiéramos decir que fue la primera obra de rescate de niñas y niños y adolescentes del noroeste de México”, afirmó. Recuerda que Casimiro Navarro, entonces alcalde de Hermosillo, acudió para el corte de listón inaugural, así como Alejandro Sobarzo, que era senador de la república.

“En ese transitar empiezo yo a madurar una filosofía que tiene que ver con darnos a nuestros semejantes sin esperar recibir compensación alguna, es una filosofía de vida”, algo que sin duda aplica en todo lo que “toca”.

Con ese pensamiento de desprendimiento, de amor, de fe inquebrantable, poco a poco con auxilio de diferentes personas fue creciendo el proyecto. Recuerda a Martha Aguayo de Uruchurtu, quien también motivada decidió realizar su propia obra. Somos un semillero que motiva a hacer el bien a sus semejantes, sostiene.

Era 1989. Pesqueira residía en Argentina, donde cursaba un doctorado en Sociología; por las tardes, en sus paseos por los parques reflexionaba y soñaba con un proyecto todavía de mayor impacto para los infantes, en un espacio que asimilara un verdadero hogar, con mamá, papá y los niños. Entonces llegó a su mente la idea de la Ciudad de los niños:

“¿Cómo sería ciudad de los niños? Me imaginé que sería un lugar donde los niños vivan y tengan todo lo físico, lo intelectual y todo lo espiritual, así como si fuera un niño de una familia acaudalada que tiene todo, pero merece ese niño o niña que su vida cambie, que se conviertan en profesionistas y que sean exitosas en la vida”.

Reflexionaba que no era posible que tuvieran “galerones” con diez, doce niños, dónde está la imagen paterna, dónde estaba la imagen materna, dónde el hogar. Eran infantes que habían vivido desde violaciones, golpes, encadenamientos. Dolía y necesitaba poner manos a la obra.

A su regreso a Hermosillo en 1991, no perdió tiempo y dedicó todo su esfuerzo para convertir en realidad ese sueño. Primero encontrar un espacio adecuado, al final de la colonia Nuevo Hermosillo. Posteriormente una incansable campaña de recaudación de fondos que involucró a los hermosillenses.

El Dr. Pesqueira se reacomoda en su silla y con una sonrisa de satisfacción enumera que para levantar los cimientos hicieron de todo.

“Tu vez la obra, cuesta un mundo de millones, es muy grande, pues todo se hizo con sindicatos, con amas de casa, en boteos en las esquinas para sacar el sueldo de 80 trabajadores, el sindicato de la cementera nos donó mil 600 sacos de cemento. Ha costado sangre, sudor y lágrimas”.

Incluso recuerda que nada más para que pavimentaran la calle que pasa frente a la institución pasaron muchas administraciones municipales, y fue un constante tocar puertas. Asombrado comenta, al final acordaron con el Ayuntamiento que ellos se comprometían a construir el bulevar y su despacho a regularizar la Insurgentes, ya que él era copropietario de la invasión.

Cada rincón de este proyecto tiene impreso el amor a los niños y la confianza en brindarles un mejor futuro.

La obra desde su proyecto estuvo pensada en servir a la comunidad, por eso el Centro de Salud de Nuevo Hermosillo está dentro de la Ciudad de los Niños. Durante 15 años la delegación estuvo en las instalaciones. Durante cinco años también albergaron a la Cruz Roja.

Cuentan con una iglesia, se llama Santo Niño de Jesús de Praga, y las misas, quinceañeras, funerales, catecismo, son abiertos.

Hay una escuela que se pensó para niños en pobreza extrema y niños y niñas migrantes; en tiempos normales acuden hasta 150 estudiantes a cursar preescolar, primaria, secundaria, pero además tienen comedor de tiempo completo.

“Son niñas y niños maltratados en la injusticia social en la que vivimos por la pobreza tan extrema en que se vive, porque sienten hambre también, porque su comida es la que reciben en la Ciudad de los Niños”.

Sostener la obra no ha sido nada fácil, confiesa, pero gracias a la labor de entrega y de compromiso del equipo que coordina es que avanzan. “Yo digo que mi gente son como la madre Teresa de Calcuta, son gente maravillosa, gente muy linda, son gente de luz anónimos, que se parten el alma trabajando, incluso hasta algunas personas que no reciben sueldo”.

Ahora el reto para la Ciudad de los Niños es mantenerse tras 37 años de actividad, pues debido a recortes de recursos gubernamentales, entre otros, el panorama para la institución se presenta difícil. Pero eso no detiene al Dr. Pesqueira que, como siempre busca caminos alternos para que la noble obra perdure. Junto con su equipo diseñaron el “Club de Amigas y Amigos de Ciudad de los Niños y Villa Paraíso” un esquema colaborativo de personas de buen corazón comprometidas con el rescate, la asistencia y protección de los niños. Colectarán aportaciones voluntarias desde 500 pesos y a manera de club, ese integrante estará informado con total transparencia de cómo se invierten los recursos, así como la actividad en la Ciudad…

*En la próxima entrega conoceremos por dentro La Ciudad de Los Niños.