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El que se mueve no sale en la foto

EDITORIAL

A mediados del siglo pasado, cuando el PRI era el partido hegemónico y el poder se concentraba en la figura del presidente en turno, no se permitía que los aspirantes presidenciales o a las gubernaturas se promocionaran sin tener la venia presidencial. Pero no faltaba quienes se brincaban las trancas y pensaban ingenuamente que  podían hacer campañas en forma libre, como pasó con Mario Moya Palencia en 1976, quien ingenuamente pensó que era el heredero de Luis Echeverría por ser secretario de Gobernación y de ese puesto habían salido los últimos presidentes.

Esto hizo que se fuera por la libre haciendo alianzas con diferentes grupos y personajes, que pensaron que sería el designado con las Palabras Mayores. Entre ellos no olvidar que estuvo el gobernador sonorense Armando Biebrich Torres, que pagó muy cara su arriesgada apuesta política. Otro que quiso correr por su cuenta fue Manuel Camacho Solís, quien se consideraba el heredero natural de Carlos Salinas de Gortari y por ello comenzó a moverse sin el consentimiento de su jefe. Con esto no pasó las pruebas de lealtad que exigía el presidente. De ahí surge el reclamó de Camacho Solís a Salinas, cuando lo cuestiona y pregunta: ¿Por qué no fui yo, Carlos? El presidente simplemente le dice, porque hiciste alianzas con mis enemigos sin mi consentimiento.

En México acostumbrados a la tradición del Tlatoani o sea el líder todopoderoso, es difícil tratar de romper las reglas sobre las designaciones electorales. Es sabido que el presidente impone candidatos de su partido para presidente, gobernador y algunas legislaturas. Un gobernador no impone gobernador, pero puede sugerir y si tiene peso político, podrá ejercer la facultad de vetar. Pero no podrá nunca heredar, a menos que sea capaz de hacer una maniobra tan hábil como en su tiempo la hizo  Alejandro Carrillo Marcor para que se designara al Dr. Samuel Ocaña y así bloquear las aspiraciones abiertas del Salomón Faz Sánchez y Arturo “El Negro” Durazo. Pero la decisión final fue el dedo presidencial de José López Portillo.

Al declinar la hegemonía del PRI terminó la tradición de la designación presidencial, porque en el PAN no se tiene este sistema de designación tan arraigado. Para nadie es un secreto que Vicente Fox intentó imponer a su esposa Martha Sahagún, pero no le alcanzó la fuerza política. Al llegar Morena al poder  se retomaron las tradiciones priistas y de nueva cuenta el presidente designa candidato presidencial, y es obvio que también gobernadores.

Esto significa que las viejas reglas del sistema se vuelven a imponer y lo vimos como Andrés Manuel López Obrador designó a los candidatos a gobernadores y no se diga a su sucesora. Y ahora así será para el 2027 a menos que suceda una catástrofe política, como pudiera ser un franco enfrentamiento con el gobierno americano y que decidieran que se necesita cambio de liderazgos políticos en el país. Pero se antoja una posibilidad muy alejada de la realidad.

No faltará sin embargo ingenuos políticos que piensen que las reglas ya cambiaron y que se permitirán procesos democráticos para la designación de candidatos de la 4T.  Baste ver la pasada elección del Poder Judicial en donde se designaron por dedo todos los candidatos a los diferentes cargos, desde ministros de la Suprema Corte de Justicia hasta modestos jueces de pueblos. Con esto quedó claro que no habrá apertura democrática, sino que se volverá al viejo esquema presidencial de imponer el poder en forma vertical, donde el presidente en turno decide y además impone sus decisiones.

Cierto que ahora es importante que los candidatos tengan visibilidad y por lo mismo es necesario que tengan que promoverse, pero lo deben hacer bajo las reglas del sistema y con el permiso de la autoridad superior. De ahí que tenga validez la vieja frase acuñada por el líder de la CTM, Fidel Velázquez, quien en tiempos de Luis Echeverría para calmar los ánimos que andaban muy sueltos dijo: “El que se mueve no sale en la foto”. Esto en clara alusión de que la designación de candidatos sería por dedo presidencial. Así estuvieran en primer lugar en las encuestas, pero no en el ánimo del jefe, no pasaría de una precandidatura.

En Sonora, a dos años de que se lleven a cabo las elecciones para gobernador, ya hay varios que se creen con méritos suficientes para aspirar a ser candidatos. Algunos lo reconocen abiertamente como Célida López, quien en un video aseguró que es víctima de fuego amigo de parte de sus adversarios “porque está en primer lugar en las encuestas”. El alcalde de Cajeme, Javier Lamarque, ingenuamente declara a un periodista que ya lo pensó y si buscará ser candidato a gobernador.

Todo esto a unos días del mensaje del gobernador Alonso Durazo Montaño, quien en un evento público lanzó una advertencia que no debe pasarse por alto, luego del fracaso de la pasada elección del Poder Judicial que puso a Sonora entre los tres estados con menos votos, sin duda por falta de operación electoral, al parecer porque los operadores estaban más ocupados y preocupados por mover piezas y promoverse que por garantizar votos. El mandatario sonorense fue claro al advertirles a sus colaboradores con aspiraciones que: “Vienen tiempos de una intensidad política que explica la facilidad con la que algunos se desvían hacia legítimas aspiraciones personales. Olvídense de ello, dedíquense a trabajar”.

Es obvio pensar que este mensaje de advertencia lo lanza el gobernador porque considera que tiene el poder político suficiente para influir en la designación de su sucesor o sucesora. Pero desde luego no lo hará solo pensando en la popularidad de los aspirantes, sino los que primero pasen las pruebas de lealtad. En segundo que hayan aportado a su gobierno y al proyecto político del gobernador. Y lo más importante, que cuiden de cómo se moverán para salir en la foto. Porque estar bien en las encuestas no será todo. Con la marca de Morena como está ahora, cualquiera puede ganar una elección estatal.

El mensaje es claro, no se distraigan en proyectos personales. En pocas palabras no se muevan demasiado y sobre todo, no lo hagan sin permiso