DestacadaGeneral

El Sonora que viene; del voluntarismo al gobierno constitucional

Por Jesús Susarrey/

No hay tema que no esté contemplado en las dos últimas versiones del plan estatal de desarrollo ni valor democrático o fundamento económico y social ausente. Cultura de la legalidad, Estado de Derecho, cohesión social, distribución del ingreso, desarrollo regional, empleo de calidad, pluralismo, municipalismo. La retórica es persuasiva y completa, sin embargo a juzgar por los resultados, no del todo exitosa.

No nos referimos a los aciertos y desatinos técnicos de los proyectos de gobierno,  sino a la persistencia en el incumplimiento de un valor esencial de la democracia liberal: el respeto a las instituciones como estructuras y mecanismos de orden social, principalmente a la desconsideración con las instituciones políticas para regular la esfera pública y los órganos de gobierno como componentes del Estado.

El reino de los caprichos en lugar de gobierno constitucional con contrapesos.

Es paradójico que siendo gobiernos emanados del PRI y PAN —herederos de una arraigada tradición liberal— las normas jurídicas y morales sean sustituidas por un sentido patrimonialista del poder que no acepta limitaciones constitucionales y las decisiones se tomen al margen de las instituciones cuando se encuentra oposición a ellas. El reino de los caprichos en lugar del gobierno constitucional con división de poderes; rendición de cuentas y el compromiso con el bienestar general.

En los últimos 12 años, el respeto y la coordinación del Ejecutivo con los poderes Legislativo y Judicial, ha quedado en el papel. El Congreso estatal y el Supremo Tribunal de Justicia no sólo han sido nulificados como contrapoderes, la injerencia del poder Ejecutivo ha sido evidente y son cada vez menos independientes. De poco sirvió por ejemplo la facultad de control y vigilancia del Legislativo para impedir el enorme incremento de la deuda pública de 4 mil millones en 2003 a 20,000 en 2015 que fue avalada por los diputados. Que decir de la ineficacia de los dispositivos para la rendición de cuentas a cargo de las Legislaturas para evitar los escandalosos señalamientos de deshonestidad del gobierno estatal y la repetición de la escena cada tres años en el nivel municipal.

La fachada municipalista y la participación ciudadana simulada

La pregonada política municipalista se ha desdibujado con la precaria situación financiera de los ayuntamientos y el retraso o incumplimiento en la entrega de participaciones fiscales. Lejos ha quedado de cumplir con el propósito de fortalecer su capacidad de respuesta a los problemas locales. La presumida participación ciudadana no pasa de involucrar a ciudadanos en algunos consejos consultivos que se reúnen esporádicamente y sobre los que no pasan las decisiones relevantes. Nada de participación incluyente,  nula deliberación sobre los asuntos de interés general y poca injerencia ciudadana en el diseño, la instrumentación y la evaluación de las políticas publicas.

Se han integrado consejos ciudadanos prácticamente para todas las áreas, lo mismo para seguridad pública, salud, adicciones, que para los sistemas de agua, educación y planeación urbana, pero se trata de una participación simbólica, ficticia en ocasiones. Una fachada que legitima en el discurso las decisiones gubernamentales y permite en algunas ocasiones las mejora administrativa y procesual pero nada que ver con un saludable ejercicio democrático-participativo en el que la ciudadanía interviene efectivamente en las decisiones y vigila el cumplimiento de la política pública. No es que Sonora no cuente con instituciones formalmente participativas, de nuevo, es la falta de respeto hacia ellas.

El diálogo improductivo y la falta de consensos

El diálogo del Gobernador en turno con las fuerzas políticas ha sido limitado y estructurado  “a modo” para evitar el  engorroso trámite de respetar  el derecho a disentir o de soportar las incómodas posturas de la oposición al gobierno. No ha construido los necesarios consensos que legitiman el ejercicio del poder y robustecen la gobernabilidad democrática como se hace gala en el discurso. El intento por restablecer la tenencia vehicular y el acueducto independencia son una muestra.

Ni el “Plan Sonora Proyecta” impulsado por el Gobernador Eduardo Bours, ni el “Sonora Si” del gobernador Guillermo Padrés pueden presumir apoyo mayoritario. El tema no es su conveniencia y viabilidad, es la sensación de que quizá no se entendió o no se quiso entender la naturaleza de la política. El “arte de la negociación (convencer, pactar, ceder, equilibrar), el sentido del tiempo y de los tiempos”,  todo aquello inherente al quehacer político como lo expresa con su elocuencia el historiador Enrique Krauze.

Lo cierto es que el “nuevo modelo de gobierno” del Gobernador Guillermo Padrés, lo mismo que la “nueva forma de hacer política” de su antecesor, paradójicamente no generaron el ánimo suficiente para que los sonorenses refrendaran con su voto la permanencia de sus respectivos partidos en la gubernatura.

Gobierno constitucional o voluntarismo político

Es un contrasentido que mientras la democracia liberal impulsa la construcción de conductos institucionales para conciliar el interés general con el interés particular y un marco constitucional que garantiza las libertades políticas y somete al imperio de la ley a los poderes, en Sonora la percepción es que algunas de las decisiones de los gobiernos estatal y municipales no son consensuadas a través de las instituciones y obedecen a más un voluntarismo y patrimonialismo político que las ignora.

Mucho más que un adecuado ejercicio de planeación estratégica requiere la Gobernadora electa Claudia Pavlovich y sus colaboradores para integrar un proyecto de gobierno centrado en las instituciones. El diálogo que con la fracción priista de la actual legislatura y la inclusión de especialistas al equipo de transición apunta en ese sentido y es motivo de celebración que el enfoque en un gobierno honesto y eficaz suponga por sí mismo anteponer un gobierno constitucional a la dinámica patrimonialista con que se ejerce el poder en el Sonora de hoy.