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Estamos con el que gane. Ganamos con el que sea

El candidato genera la impresión de alguien que está cumpliendo no solo una tarea impuesta por una voluntad superior, sino un compromiso que le urge terminar a como dé lugar

Por Juan J. Sánchez Meza

Es notable el cambio que ha operado en Morena entre la elección de 2018 y la de este año, en lo que se refiere a la selección de algunos de sus candidatos. Para decirlo en pocas palabras, el cambio ocurrido en ese lapso pasó de un “estamos con el que sea, con tal de que gane” (2018), a un “ganamos con el que sea” (2021).

La primera de las frases me hizo recordar la cantidad de ex priistas, ex panistas, ex perredistas —y todos los ‘ex’ que usted guste— que Morena fue recolectando aquí y allá, incluso con el disgusto claramente disimulado de morenistas de a de veras que se sintieron despojados de posiciones de las que se sentían merecedores, así como un grupo nada despreciable de otros más puristas que más que un desplazamiento sintieron una traición ideológica.

La segunda de las frases, aplicable a la elección de este año, me hizo recordar, inevitablemente, a la figura del candidato de Morena al gobierno del estado de Sonora, Alfonso Durazo.

Cuesta trabajo imaginar que la persona a través de la cual se visibiliza claramente el fracaso del lopezobradorismo frente al más importante compromiso de la campaña de 2018 —la recuperación de la paz— haya sido designado candidato al gobierno de Sonora y que después él mismo se haya visto en la penosa obligación de celebrar una especie de tránsito triunfal por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, a pesar del escandaloso incremento de todas las formas habidas y por haber de violencia y muerte a lo largo y ancho de México.

Hay que decir, sin embargo, que esas críticas contra el hoy candidato de Morena al gobierno de Sonora son en cierto modo injustas, en buena medida porque nunca estuvo en sus manos la conducción de la política de seguridad del gobierno federal.

La irrelevancia de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y el fantasmal paso del entonces Secretario por sus oficinas se explican porque la opción del presidente para enfrentar —es un decir— al crimen organizado fueron y siguen siendo las fuerzas armadas y el camino militar.

En todo caso, lo que alguien podría reclamarle al hoy candidato es el haberse desprendido de toda responsabilidad; es decir, habría que responsabilizarlo por su indolencia al no haber realizado esfuerzo alguno por contribuir así fuera al diseño de una política de seguridad con rasgos ciudadanos, con prioridad al reforzamiento de las policías locales, por decir algo.

Es probable que el candidato no haya superado el trago amargo que tuvo que vivir en ese período de su carrera política y que ello explique la incomodidad y hasta el disgusto que parece generarle su condición de candidato.

Más allá de los aprietos, aparentemente naturales, que parecen complicarle su acercamiento con la gente, el candidato genera la impresión de alguien que está cumpliendo no sólo una tarea impuesta por una voluntad superior, sino un compromiso que le urge terminar a como dé lugar.

Si así fuera, me recuerda la actitud que por allá a finales de los años ochenta asumió un viejo líder sindical del sur de Sonora, candidato a una diputación federal, a quien el dirigente del PRI en el estado le reclamara su ausencia en el desarrollo de su campaña, a lo que el dirigente obrero contestó: “a mí me dijeron que iba a ser diputado, no que iba a ser candidato”.

Otro factor que a mi juicio determina mucho esas dificultades del candidato de Morena para conectar con la gente, es el hecho de que su carrera política se ha desarrollado prácticamente en espacios cerrados, muy distantes del quehacer administrativo que de manera natural lo obligaran a desarrollar y educar habilidades que resultan prácticamente naturales en cualquier político profesional, particularmente para generar la confianza que nace de la cercanía.

Por lo demás, tal parece que, aconsejado por la prudencia, el candidato de Morena ha abandonado aquella frase temeraria con la que amenazó a los sonorenses, —que ningún daño le hemos hecho ni le deseamos— cuando en un arrebato llegó a decir que tenía el compromiso de “traer a Sonora la cuarta transformación”.

Son muchas, enormes, las necesidades que tenemos que atender los sonorenses, pero estoy muy convencido que lo que menos falta nos hace es un individuo subordinado, es decir, sumiso y complaciente con el poder centralista que tanto daño, tanta muerte, abandono, atropello y miseria nos ha traído en estos desafortunados años.

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@JuanJaimeSM50