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Este es el valor de la amistad

Por Guillermo Moreno Ríos

La amistad, esa conexión especial que a menudo se dice que es más fuerte que la sangre, se erige como un tesoro en nuestras vidas. En momentos de alegría y en los desafíos que la vida nos presenta, nuestros amigos se convierten en faros de apoyo, en fuentes de risas y consuelo.

Son pilares invisibles que dan forma a nuestra existencia, llenando cada día de significado y alegría. En este artículo, quiero extender mi gratitud por la amistad y reflexionar sobre su importancia, particularmente cuando perdemos a un amigo querido.

La amistad es un regalo que elegimos con libertad. A diferencia de la familia, que a menudo nos viene dada por el destino, los amigos son aquellos que decidimos incorporar a nuestras vidas. En esta elección, encontramos personas que tienen nuestros mismos valores, intereses y pasiones. Los amigos son cómplices, compartimos risas, lágrimas, secretos y creamos recuerdos inolvidables. Sobre todo en la época del descubrimiento de la vida como en la secundaria, los primeros cigarros, las primeras pintas o la primera novia.

Sin embargo, en la rutina del día a día, las responsabilidades y el estrés a menudo nos distraen de lo esencial: mantener nuestras amistades. Pero recientemente, en mi experiencia personal, he sido recordado dolorosamente de cuánto valoramos a nuestros amigos cuando los perdemos.

En un breve lapso, he lamentado la pérdida de tres amigos muy queridos. Estas despedidas inesperadas han sacudido mi mundo y me han llevado a una profunda reflexión sobre la trascendencia de la amistad. Cada uno de estos amigos ocupaba un rincón especial en mi corazón y en mi vida, y su partida ha dejado un vacío que nadie más puede llenar.

La distancia física, el tiempo y las circunstancias pueden separarnos de nuestros amigos, pero es en esos momentos cuando realmente apreciamos su lugar en nuestras vidas. Los amigos pueden vivir en diferentes ciudades o incluso en países distintos, pero la amistad genuina no se somete a fronteras. Las palabras amables, las llamadas telefónicas y las videollamadas mantienen viva la llama de la amistad a pesar de la distancia.

Es en los momentos de pérdida y distancia cuando reconocemos cuánto significan nuestros amigos. Son quienes han compartido nuestro viaje, nos han sostenido en las adversidades y han celebrado con nosotros en los triunfos. Son los guardianes de nuestra historia, contribuyendo de manera profunda a nuestra felicidad y bienestar emocional.

En tiempos de duelo, también reflexionamos sobre la importancia de la familia. Nuestra familia es un pilar fundamental en nuestra vida, y nuestras amistades frecuentemente se convierten en una extensión de esa familia elegida. Juntos, familia y amigos tejen una red de seguridad emocional que nos sostiene cuando el camino se torna complicado.

No obstante, en esta reflexión, también podemos incorporar otros elementos esenciales de la vida, como la seguridad económica y la resolución de asuntos pendientes. La amistad puede influir en estos aspectos de manera más profunda de lo que imaginamos. Nuestros amigos pueden ofrecer consejos valiosos en cuestiones financieras, así como apoyo emocional en momentos de incertidumbre económica. Además, pueden ser aliados en la resolución de conflictos y asuntos pendientes tanto en nuestras vidas personales como fuera de ellas.

Pido perdón por aquellos amigos a quienes les he fallado, por soberbia o por egoísmo y quizá por vergüenza, al menos en este momento, no lo haga personalmente y me doy cuenta que no, no ha valido la pena el distanciamiento. Y de igual manera, perdono con quien yo me haya sentido agraviado, ya que si existe alejamiento, que éste sea solo por distancia, no por desidia, pereza o rencor.

He tenido la dicha de reencontrarme con amigos después de un alejamiento forzoso y voluntario, pero, cuando el cariño está ahí, la amistad renace y el perdón sincero (pedido u otorgado) también hace su parte.

Cuando era joven, mi padre me decía que me sobrarían dedos para contar a mis verdaderos amigos. Amistades muchas, conocidos aún más. Tiene razón.

En resumen, la amistad es un tesoro invaluable que merece ser apreciado y cultivado. Los amigos son compañeros de vida que elegimos, y en momentos de pérdida y distancia, recordamos cuánto enriquecen nuestra existencia. La familia, la salud, la congruencia y la amistad son los hilos que tejen el tapiz de nuestras vidas, y los amigos son joyas que hacen que ese tapiz brille aún más.

En honor a aquellos amigos que hemos perdido y en agradecimiento a los que aún están con nosotros, celebremos el inmenso valor de la amistad y reconozcamos su capacidad de iluminar nuestras vidas cotidianas.

En memoria de mis amigos Miguel Edgardo Trejo Arvayo (Galy), Arturo Sevilla Elizondo y Jesús Pedro Molina Cepeda (Gordo), tres personas que llegaron a ser más que un simple compañero de escuela; tres historias diferentes, diversos momentos de nuestra vidas y finales diferentes, tres personas que llegaron a ser como hermanos en diversas etapas de mi vida y que por siempre estarán en mi memoria y pero sobre todo en mi corazón.

Ruego a Dios por el descanso eterno de sus almas.