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Eternas lecciones de Arístides “El Justo”, el más honorable hombre de Atenas

Arístides y el campesino.
Arístides y el campesino.

“No arrojes perlas a los puercos ni hagas lechos de rosas para los asnos”. Mateo VII-6.

Por Héctor Rodríguez Espinoza

Alumna Cynthia AC. Fascinante pero olvidada la biografía de Arístides que analizamos hoy, profesor, ¿sí se mereció ser llamado “el justo”? ¿Por qué no la compartimos? Aunque ¿cree que será de interés para los lectores de los medios nuestros que, por lo general, se educan y actúan con la “pseudo cultura” cívica de las redes sociales y la alcohólica expo gan?

HRE. No creas que no lo he pensado. Con excepción de dos de mis más cultos lectores y amigos que me agradecen y felicitan —Juan Antonio Ruibal Corella y José Ángel Calderón Trujillo— y la mayoría de ustedes mis discípulos, a lo mejor estos textos los aburren y se van a las páginas políticas, deportivas y sociales “del corazón”. Pero hago mía —dicho con todo respeto— la frase “No arrojes perlas a los puercos ni hagas lechos de rosas para los asnos”. Mateo VII-6.

Así es que prosigamos y verás la actualidad de la sabiduría de la antigua Grecia, por eso son los clásicos.

Arístides fue un estadista ateniense del siglo V a. C. que vivió entre el año 530 a. C. y el 468 a. C., arconte y estratego durante las Guerras Médicas. Obtuvo el sobrenombre de “el Justo”. El antiguo historiador Heródoto lo citó como “el mejor y más honorable hombre de Atenas” y un tratamiento parecido le dispensó el filósofo Platón en sus Diálogos.

(¿Acaso no nos gustaría tener, Cynthia, en nuestra memoria histórica, entre nuestros ex presidentes, ex gobernadores y ex alcaldes, “el mejor y más honorable hombre o mujer de México o de Sonora”?)

AC. Pues sin duda. ¿Su biografía?

HRE. Hijo de Lisímaco y primo de Calias. Aunque se supone que en un principio fue seguidor de Clístenes, no se tienen noticias firmes hasta el año 490 cuando, siendo estratego, apoyó los planes de Milcíades y protagonizó la batalla de Maratón. Al año siguiente fue nombrado arconte epónimo. Fue el principal oponente a la política de Temístocles para hacer de Atenas una potencia marítima. Arístides se convirtió en el dirigente de una tendencia conservadora, pero fue derrotado y en el 482 fue condenado al ostracismo.

AC. ¿Ostracismo, qué es eso?

HRE. Arístides nunca quiso PARECER el mejor, sino SER EL MEJOR. Lo reconocía todo el mundo en la Atenas de su tiempo. Pero la ciudad no permitía que nadie sobresaliera, ni siquiera si era el mejor en excelencia o virtud (areté). ¿Por qué? ¿Por miedo a la tiranía? ¿Por ENVIDIA de la gloria ajena, como le sucedió a Sócrates con la cicuta y a Jesús de Nazareth con la cruz al poco tiempo y que les costó la pena de muerte?

Arístides fue el rival del formidable político y estratega Temístocles, quien se quitó un gran peso de encima cuando aquel fue condenado al ostracismo, en Atenas del 482 aC.

Aristóteles

AC. ¿Para que el ostracismo?

HRE. El ostracismo servía de herramienta para que el pueblo soberano desterrara, por diez años, a cualquier sospechoso de atentar contra la democracia. Se respetaban sus bienes y se permitía a sus familiares seguir viviendo en el Ática, región de Atenas.

Cada año se planteaba en la asamblea si había que execrar a alguien de la vida pública. En caso afirmativo, cada ciudadano escribía el nombre del que consideraba peligroso en un trozo de teja (óstracon, con la palabra “ostracismo”). Debía haber un quórum de 6.000 ciudadanos y la persona cuyo nombre apareciese en más tejas, tenía que marchar al exilio, siendo así apartado de la acción política. ¿Te “suenan” algunos ex presidentes de México?

AC. ¿Alguna anécdota que enriquezca la historia?

HRE. Cuenta Plutarco la leyenda que, cuando se iba a celebrar la asamblea en la que sería condenado al ostracismo, un campesino analfabeto le pidió que escribiera en la tablilla el nombre de su elegido, el propio Arístides. Éste le preguntó “¿qué mal había hecho Arístides para merecer su voto?”, a lo que el campesino dijo: “No lo soporto, todo el mundo dice que es el más justo”; confesó que no le conocía, pero que “estaba hasta las narices de oír que a Arístides le llamaban el justo»… El político aristócrata Arístides no dijo nada, escribió su nombre en la teja y se la devolvió. Ese mismo día partió para el destierro.

AC. ¡Qué interesante!

HRE. Para Finley tal cuento edificante no es verosímil, sino propaganda y que de hecho se ha documentado arqueológicamente un fraude en un proceso de ostracismo contra Temístocles, que fuera rival político de Arístides, lo cual, si bien no le acusa directamente, sí proyecta dudas sobre la ética y pureza de la política ateniense de la época.

AC. Pero volvió, …

HRE. Sí, en el 480 a. C. regresó de su exilio en Egina al amparo de la amnistía general y participó en la batalla de Salamina, condujo a los hoplitas que ocuparon la estratégica isla de Psitalea, hecho del que Heródoto disiente.

Inmediatamente recobró su influencia política y elegido estratego al menos tres años seguidos (480/79-478/77). En el 479 estuvo junto a Mirónides al frente del contingente ateniense en Platea. A pesar de su oposición a Temístocles, coincidía con él en cuanto a la política exterior y así, en el 478, le apoyó en su propuesta sobre el amurallamiento de Atenas. ¿Recuerdas la escena en la película Sócrates, de Rosellini? En este año tuvo a sus órdenes la escuadra ateniense en la flota griega puesta bajo la dirección del espartano Pausanias, atrayéndose grandes simpatías entre los jonios.

A comienzos del 477, con el estadista Cimón se constituyó la Liga de Delos bajo la hegemonía de Atenas, en la que Arístides tuvo un papel de gran importancia al organizar los aspectos financieros, redactar los estatutos y fijar las contribuciones de barcos, hombres y dinero que debía aportar cada ciudad-Estado para engrosar el tesoro de la Liga, con tal acierto que recibió el sobrenombre de “el Justo”. Poco después se retiró de la política y murió en el año 467 aC.

AC. ¿Escribió Platón sobre Arístides?

HRE. Un siglo después del ostracismo de Arístides el Justo, Platón le recordará en su diálogo Gorgias. Acentúa sus méritos basándose en el hecho de que PUDIENDO METER LA MANO EN EL CAJÓN DE LA HACIENDA PÚBLICA, NO LO HIZO. (¿Te hace ruido la proverbial corrupción mexicana?)

Habla Sócrates: “En efecto, Calicles, los hombres que llegan a ser más perversos salen de entre los poderosos; sin embargo, nada impide que entre ellos se produzcan también hombres buenos, y los que lo son merecen la mayor admiración. Ciertamente es muy difícil y digno de gran alabanza mantenerse justo toda la vida, cuando se tiene plena libertad de ser injusto. Estos hombres son pocos, aunque en efecto, aquí y en otras partes, han existido en el pasado y creo que existirán en el futuro, hombres buenos y honrados respecto a esa virtud de administrar justamente lo que se les confía. Uno muy famoso, aun entre los demás griegos, ha sido Arístides, hijo de Lisímaco; pero, amigo, la mayor parte de los hombres poderosos se hacen malos”.

Por desgracia, lo que dejó escrito el “idealista” Platón resulta hoy bastante realista: Son pocos los hombres que pudiendo ser injustos impunemente, evitan meter la mano en el cajón de la hacienda pública.

AC. ¿Y Aristóteles?

HRE. En su Política, Aristóteles lo explica diciendo que las polis democráticas persiguen la igualdad por encima de todo, a los que parecen destacar por sus riquezas, relaciones o cualquier otra fuerza política, les apartan de ellas por un tiempo.

Teniendo en cuenta que el sobresalir le podía costar el destierro, la modestia de Arístides ¿era sincera o simulada? La tradición le tendrá por un hombre excepcional: Arístides “el justo”. Presente en las tres grandes batallas contra el persa: Maratón, Salamina y Platea, PERO NO OBTUVO BOTÍN, GLORIA PERSONAL, NI PRESUMIÓ DE PROEZAS. En el conflicto con los ejércitos de Jerjes en Salamina, Arístides, que había vuelto a Atenas del destierro, amnistiado por la amenaza del ejército persa, se puso al servicio de Temístocles, su gran enemigo político. NI EL PODER NI LAS RELACIONES LE SIRVIERON PARA ENRIQUECERSE. Cuando murió hacia el 467, también se cuenta que ni siquiera dejó suficiente dinero para su entierro. Sus hijas tuvieron que casarse con dotes sufragadas por el Estado. Esta leyenda contradice el hecho de que se supone que debía ser lo suficientemente rico como para haber sido nombrado arconte.

El civismo democrático exige modestia. La aceptación del principio de isonomía (ley igual para todos) se recoge en una de las mejores anécdotas sobre Arístides el Justo y el campesino que acabamos de comentar.

Tal es el poder de la ley de la sociedad igualitaria. Así que harás muy bien en ella siendo modesto o, por lo menos, afectando modestia. En verdad es una excelencia útil la capacidad para pasar inadvertido y EVITAR ASÍ SER ENVIDIADO. Uno puede disponer de esa virtud por naturaleza, o adquirirla en la vida a base de ostracismos. Claro que hay quienes ni así se enteran.

AC. ¿Algún otro testimonio posterior sobre el propio Platón?

HRE. Juan de Zabaleta, filósofo español del XVII, cronista de Felipe IV, erudito y moralista, atribuye erróneamente a Platón otra anécdota que tiene que ver con la dificultad de que los poderosos sean justos. Los habitantes de Erine pidieron al filósofo que les legislara, y este se negó con la excusa de que eran ricos, queriendo dar a entender que «era imposible domar poderosos». Zabaleta replica que precisamente para eso están las leyes:

«No son malos todos los ricos, PERO SON FEROCÍSIMOS CUANDO SON MALOS. Quien se les puede oponer son las leyes de la razón y, si no, ellos harán de sus vicios leyes (…)

Los pobres se pueden gobernar por señas. Para los ricos son menester los gritos de las leyes y un brazo muy rico que las ejecute (…) Si no hubiera estas leyes, la avaricia, la venganza y la soberbia fueran dueños del mundo (…) La razón es lo más fuerte. Las leyes son razón. Bien puede hacer leyes para los poderosos, pues nadie es tan poderoso como las leyes». ¿A quién te recuerda, Cynthia?

AC. ¿A quién?, ni idea maestro.

HRE. A Morelos, en el 12° de sus Sentimientos de la Nación Mexicana: “Que como la buena ley es superior  todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y él hurto”.

Los griegos, y más concretamente los atenienses, inventaron el «Estado de derecho», en el que no mandan las personas sino LAS LEYES, a las que cualquier ciudadano, con poder político o no, está sometido.

En la corte del poderoso rey persa Jerjes, hijo de Darío, se refugió Demarato, rey espartano, por desavenencias con el otro rey espartano, Cleómenes. Cuando Jerjes le preguntó a Demarato si los griegos se atreverían contra él, Demarato le dijo la verdad:

«Oh rey, siempre y en toda ocasión, la pobreza es compañera de Grecia; pero también tiene un coraje propio, alcanzado por medio de la inteligencia Y UNAS LEYES RIGUROSAS. Son libres, claro está, pero no totalmente libres, pues sobre ellos se alza como soberana LA LEY, a la que temen más que tus súbditos a ti». Heródoto, VII.

AC. ¿Cree, doctor, que nos hayan leído hasta el final?

HRE. Espero que sí, si no, pues ellos se lo pierden y se auto condenan a un vergonzoso ostracismo cultural, haha…