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Huérfanos del Covid en Sonora, más allá del duelo

Por Gerardo Moreno Valenzuela

La vida de Diana Rocha y su joven hijo Emiliano, de 15 años, cambió de golpe el 25 de junio del 2020, cuando su padre perdió la batalla contra el Covid-19; hoy, aunque hay momentos tristes, gracias al apoyo familiar y sobre todo el impulso del recuerdo de su padre, se sobreponen a la adversidad.

Es la familia del ex medallista panamericano y orgullo sonorense, Claudio Zupo, quien falleció por el virus el año pasado y dejó un vacío en su hijo, familia y en el deporte sonorenses. Ellos tuvieron que luchar legalmente para obtener justicia y un medio para salir adelante, platicó Diana Moreno Rocha.

“Fue muy duro y más para mi hijo, muy duro y muy triste porque no nada más fue su padre, también fue su abuela el mismo día… apenas a las 5:00 de la tarde le había dicho que su ama, como le decía a su abuela, había fallecido y a las 11:50 de la noche le estoy diciendo que su papá falleció también… Fue muy fuerte”.

Claudio trabajaba en la Comisión del Deporte de Sonora (Codeson), pero el 15 de julio lo despidieron aun cuando él ya tenía confirmado el contagio. Diez días después falleció. Su familia tuvo que pelear en tribunales el derecho a la seguridad social que le habían negado, logrando un acuerdo que protegía a su hijo.

Ahora Diana se mantiene trabajando, ya consiguieron el título de su casa y sigue adelante por su hijo. Por su parte, Emiliano ya entró a la preparatoria, por las mañana lleva sus clases y por las tardes se dedica a entrenar basquetbol. Su meta es con el deporte viajar y representar a Sonora, como su padre.

“Ha sido muy difícil, porque lo extrañamos mucho, más mi hijo, su papá era lo máximo, de hecho él ahorita está entrenando basquetbol, porque quiere viajar y ser como su papá y traer muchas medallas. Y le digo, necesitas mucha disciplina y mucha educación porque tu papá tuvo sus logros porque se esforzó, tuvo disciplina para lograr ese objetivo que tenía en mente”.

Sin duda, enfrentar esta pandemia para la familia fue difícil. El pasado seis de agosto ambos dieron positivos al virus y el temor de la muerte se asomó de nuevo, pero gracias a Dios, asegura, no fue con síntomas graves y se recompusieron.

“Hay veces que si tenemos días medio tristones, pero hay que levantarse, porque yo tengo que ver un poquito más que ver por él. De hecho hace poquito me encontré unos audios de él no sabía que los tenía y los escuché y me dice que me encargaba mucho a Emiliano, que le echara muchas ganas”.

El apoyo y sostén de la familia, tanto la de Diana como la de Claudio Zupo, fue uno de los puntos que les permitió seguir adelante, enfrentando día a día, y con la fe bien puesta en Dios para seguir adelante.

Orfandad por el virus

Esta es una muestra de otra secuela social que está dejando la pandemia, además de la muerte y dolor, también una generación de niños, jóvenes y familias enteras que tienen que vivir con la pérdida de golpe de un ser querido.

Un estudio modelo hecho por la revista médica “The Lancet”, llamado “Estimaciones mínimas mundiales de niños afectados por la orfandad asociada al Covid19 y la muerte de los cuidadores”, realizado en 21 países; demostró que México es el lugar con más huérfanos a causa de esta enfermedad.

Según la investigación, del primero de marzo del 2020 al 31 de abril del 2021, un total de 141 mil 132 niños mexicanos habían perdido a una madre, un padre, a ambos, o incluso a un abuelo o abuela que se encargaban de cuidarlos.

En ese tiempo un total de 97 mil 951 menores habían perdido a un padre, 33 mil 334 a su mamá, 32 casos perdieron a ambos padres, cuatro mil 429 perdieron a la abuelita que los cuidaba, cinco mil 342 al abuelo y 36 perdieron a ambos abuelos.

Por debajo de México esta Brasil donde se detectaron 130 mil 363 menores que perdieron a un padre, madre o abuelo; en la India fueron 119 mil 170; en Estados Unidos había 113 mil 708 y Perú con 98 mil 975.

Red de apoyo

El psicólogo Ángel Noé Gaxiola Herrera explicó que perder a un familiar por Covid modifica toda la estructura familiar de golpe, donde viene una etapa de duelo que se puede prolongar mucho, pero que es necesaria para pasar a una aceptación.

“El duelo es la pérdida del contacto con otra persona por la muerte, para ser mas firmes, y en este duelo se pueden presentar muchas alteraciones, síntomas emocionales, como la tristeza, un sufrimiento latente, angustia, hay incluso sensaciones físicas como de vacío en el estómago, presión en el pecho, sentir que falta el aire, de energía, o personas muy sensibles a ruidos o temperatura”.

Esto pasa, dijo, porque hay alteraciones tanto físicas como emocionales y en los pensamientos; hay preocupaciones, confusiones, mucha incertidumbre, pensamientos tristes recurrentes, incluso podría presentarse alucinaciones, como el hecho de sentir que la persona sigue ahí o escucharla.

Para cada persona es diferente, por ejemplo, en el caso de los niños pequeños puede que la situación no la comprenda o si estuvieron presentes al llegar la ambulancia, vieron la angustia de la familia, o veían a un familiar un día y al siguiente ya no, si genera un impacto muy grande.

De los tres a cuatro años puede que no sean muy conscientes de la muerte, pero a partir de los cinco años ya lo ven como algo más real y ahí es donde hay que hablar con ellos, debe ser sin enmascarar el hecho pero si platicar acorde a su edad, con algún cuento o anécdota del familiar.

Esto, dijo, se vuelve mucho más difícil cuando la persona es tan cercana como la madre o el padre, porque no solo hay que vivir el duelo, sino que hay que ajustarse a la pérdida e incluso asumir roles que antes no se tenían.

“Es más complicado ajustarse a esta perdida, desde aceptar la realidad, mucha gente puede llegar a negarlo o pasar días sin creerlo, evitando hablar el tema… hay que entender el duelo como un proceso que se tiene que pasar, pero al final la aceptación es lo más importante, aunque suene muy crudo”.

Gaxiola Herrera comentó que en este proceso la red de apoyo familiar va a ser muy importante, incluso se podría buscar grupos que hayan pasado por una situación similar, para compartir experiencias y sentimientos en vez de sumergirse en la tristeza.

En los adultos, quizá se puede buscar apoyo teratológico o psicológico. Adaptarse a un espacio donde el ser querido ya no va a estar, porque seguramente cueste adaptarse a nuevos roles que no estaban acostumbrados.

“Hay que desarrollar habilidades de toma de decisiones, de regulación emocional, de socialización incluso, actividades y acciones sociales que no estaban, que se perdieron o que hay que empezar a fomentar. Hablamos de adaptaciones al ambiente en general”.

Lo que se recomienda siempre es tratar el tema, buscar funcionar en esa sociedad a pesar de los cambios que se vieron en lo emocional, personal y familiar con esa perdida. Si es necesario tomarse un tiempo para el luto, vivir el duelo, y luego aceptar que faltará esa persona y retomar la vida diaria y si es necesario buscar ayuda de expertos, para lograr como familia salir adelante.

No se sabe la magnitud del problema

En México y en Sonora no se tiene una estadística clara de padres, madres o abuelos encargados de cuidar a los hijos, que perdieron la vida por Covid-19; ya no es un parámetro que se mida en los reportes diarios de Salud.

El académico en matemáticas de la Universidad de Sonora, Luis Armando Moreno, explicó que el acercamiento más próximo que podemos tener es viendo las muertes que han existido por edades.

Tomando solo en cuenta el rango de edad entre los 20 y 59 años de edad, que es donde pudieran ubicarse los padres de familia que son parte o el único sustento de la casa.

Según la última estadística disponible por edades en la página de la Unison, encontramos que en Sonora han fallecido dos mil 100 personas por Covid-19 entre los 20 y los 59 años de edad.

De 20 a 29 años son 67 muertes, de 30 a 39 son 210, de 40 a 49 son 637, de 50 a 59 son mil 192. Mientras que mayores de 60 años van cuatro mil 431 defunciones.

Sin embargo, el maestro Moreno explicó que esta estadística no está actualizada, pues en total solo marca seis mil 545 defunciones, que es una diferencia de 860; ya que según los reporte diario de Salud (hasta el cierre del siete de septiembre), en Sonora han fallecido un total de siete mil 405 personas por Covid19.

Golpe económico muy duro

Marco Antonio Córdova Gálvez, vicepresidente del Colegio de Economistas, explicó que el impacto financiero para las familias que transitan la enfermedad del Covid y la muerte por este virus, es sumamente negativo, pues provoca deterioro claro en la economía familiar, principalmente por los gastos médicos y funerarios, lo que generalmente se transforma en deuda.

En este panorama, dijo, se identifican dos situaciones: primero si la persona que se enfermó de Covid tiene seguridad social, ya sea IMSS, Issste o Isssteson, o incluso privado, y si no lo tiene.

Por ejemplo, si el padre o madre que falleció por Covid19 era el sostén de la familia y tenía seguridad social, se puede reclamar una pensión por viudez, y eso le estaría otorgando un 90% de pensión, lo que implica un ingreso seguro.

“En ese sentido ya podría hacerle frente a los gastos futuros de la familia. Aquí hay que considerar que el ingreso estaría disminuyendo, porque la pensión será menor al ingreso que recibía la persona que falleció… por lo cual impactaría el consumo de la familia y por lo tanto el bienestar la familia”.

Por otro lado, y son los casos más extremos, es cuando el familiar que falleció era el sostén de la familia y no tiene seguridad social, porque ahí el impacto económico es mucho más fuerte: “Hay que hacer frente a los gastos asociados a la enfermedad, hospitalización y medicamentos, también por los gastos funerarios, porque no hay una ayuda… y eso implica una erogación adicional y posiblemente mayor deuda”.

Además, dijo, el ingreso familiar representaría una fuerte caída, ya que deja de percibir el salario del jefe de familia, lo que podría atraer más deuda, porque esa familia tiene que seguir con consumo de alimentos, pago de servicios y cubrir las obligaciones financieras.

Aquí ya deben hacer ajustes, donde el esposo o esposa deben buscar trabajo y como no estaba previsto, seguramente le pagarán menos, mermando así la calidad de vida de esa familia.

Incluso, habrá casos donde existan hijos mayores que deban asumir ese rol de proveedor del hogar y deban buscar trabajo, ya sea en el sector formal o informal, truncando a veces proyectos de vida, por dejar de poner atención en clases o incluso abandonar los estudios.

Recomendación

Marco Antonio Córdova recomendó verificar si el jefe o jefa de familia está inscrito en una institución de seguridad social, si no, deben inscribirse. Ya sea un seguro privado, si existen los recursos y si no en el IMSS, donde hay opciones incluso para el sector informal.

“La sugerencia es que el sostén de la familia se incorporen y se den de alta en la modalidad 40 en el Seguro Social, de esa manera ya tendrían servicio médico que le podría cubrir a ellos, en caso de una enfermedad, cubrir a su familia, y en caso de llegar a fallecer, quedar cubierto con una pensión”.

También, dijo, siempre es recomendable tener algún “guardadito” o ahorro para emergencia, un 10% de los ingresos, para hacer frente a cualquier eventualidad, como puede ser un contagio de Covid, y con eso ya evitarían endeudarse y así el impacto económico y familiar será mucho menor.