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La Ansiedad social

El miedo causado por la “infodemia” tiene a la gente confundida, temerosa y la economía está estancada

Por Rosa Chávez Cárdenas

La población está dividida entre los que aseguran que ya pasó la pandemia mientras otros siguen con miedo de contagiarse, están pendientes de las noticias y de los mensajes que circulan por las redes sociales. Llevamos año y medio paralizados por el miedo, millones sufren duelos por la pérdida de sus familiares y otros preocupados por la crisis económica. No solo es la preocupación por los síntomas del Covid, son las secuelas que nos deja.

Las emociones son el motor de la vida pública y privada, el camino a la recuperación está sembrado de obstáculos: el dolor, la incertidumbre, la falta de empatía del gobierno y las carencias del sistema de salud. Como seres humanos vulnerables nos enfrentamos a síntomas de salud mental que debilitan el sistema de defensas.

En padecimientos como la depresión y la ansiedad disminuye la autoestima, la seguridad y confianza en sí mismo. El incremento de estrés afecta la memoria, la atención, las rutinas diarias, interfiere en el trabajo y en la escuela.

Los síntomas son notorios: inseguridad, miedo, aislamiento, provoca trastornos en el sueño, en la digestión, se disparan las alergias en el sistema respiratorio y en la piel.

Afecta a los adultos y a los niños. Los niños dependen de la personalidad de sus padres. Si son comunicativos, amorosos serán el mejor soporte para sus hijos, esos niños crecerán con seguridad y confianza en ellos mismos, en la adolescencia no estarán tan obsesivos por buscar quien llene sus vacíos. Pero la OMS, los medios de comunicación, las redes sociales, contribuyen a causar incertidumbre, pánico, no entienden que mientras más divulguen las noticias más se refuerzan y tardaremos más tiempo en librarnos de la pandemia.

Pasadas las elecciones, estamos como al inicio, las publicaciones se comparten sin censura; el número de fallecidos y los síntomas de las nuevas cepas. Cortina de humo para desviar la atención de los grandes problemas de nuestro país que el gobierno no resuelve, la violencia se incrementa por la impunidad y la corrupción.

La vacuna no ha resultado la panacea que esperaban, los contagios siguen aún en los vacunados, el problema es que no le dan el valor, mientras en Estados Unidos y otros países vacunados ya no usan cubrebocas en el nuestro siguen divulgando miedo.

El gobierno y la opinión social culpa a los jóvenes, pero todo es parte de una guerra de desinformación y confusión, la Secretaría de Educación quiere vacunar a los niños y científicos sin intereses con la Industria farmacéutica sugieren no hacerlo por los efectos secundarios que les pueden causar en el sistema cardiovascular, sería bueno que lo reconsideren.

El miedo causado por la “infodemia” tiene a la gente confundida, temerosa y la economía está estancada. Para recuperar la salud y la economía se necesita confianza y eso es de lo que carecemos, el presidente miente todos los días, niega los problemas, culpa y se proyecta.

Los que nos dedicamos a las terapias alternativas sabemos que el cuidado personal es básico, pero no vemos campañas efectivas de autocuidado, no me refiero al uso de gel y cubrebocas, sino a la alimentación, al bienestar. Es un hecho a la Industria farmacéutica no le interesa darle importancia a su competencia; el sistema de defensas, ese tan sofisticado que nos protege de virus y bacterias. Es cierto, los bichos se han vuelto más patógenos gracias al abuso indiscriminado de fármacos y antibióticos.

Cuando se enfrentan a muchas demandas en su vida los trastornos mentales pueden complicarse si no reciben tratamiento, no solo con una pastilla, necesitan psicoterapia.

Para salir de la pandemia necesitamos recuperar la confianza, alejarse de la infodemia. Demos importancia a la máxima del conductismo: “todo aquello que quieres que desaparezca ignóralo”. El sistema de defensas es tan noble, solo pide que tengan confianza, permitan que haga su labor: si tienen síntomas descansen, hidratarse y alimentarse de manera nutritiva y no olvidemos la fórmula de Hipócrates: “que tu medicina sea tu alimento y que tu alimento sea tu medicina”.   

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