ColumnasDE PRIMERA MANODestacadaEstadoGeneralHermosilloNoticias_RecientesPrincipalesSonora

¿La austeridad obliga a abreviar el nombre de Fernando?

De Primera Mano

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín

AYER lució en letras color naranja el nuevo nombre del estadio de béisbol, casa de los “Naranjeros” de Hermosillo.

Es decir, se le está diciendo adiós al nombre de “Estadio Sonora”, como se bautizó por quien lo construyó, -el gobierno de Guillermo Padrés- y se lee ahora “Estadio F. Valenzuela”.

El nuevo bautizo al estadio construido con dinero de nuestros impuestos, se plasmó en un decreto por voluntad del gobernador Alfonso Durazo.

Muchos externaron la opinión y los enormes merecimientos del lanzador de los Dodgers de Los Ángeles, originario de Etchohuaquila, en Navojoa Sonora, pero también a muchos les hubiese gustado establecer una opinión distinta.

Algunos comentamos que se perdió una espléndida oportunidad de socializar por parte del gobierno estatal, pero también “alguien” convenció a Durazo de evitar el movilizar la propuesta a nivel masivo porque, simple y sencillamente, las opiniones podrían haberse dividido.

Aparte, Sonora se une a la costumbre de usar los recursos públicos para construir estadios de béisbol, para luego concesionarlos a particulares, los que hacen negocio y nos obligan a todos los aficionados, a pagar por un espectáculo en una casa que ya nos costó a todos.

A inicios de la década de los años setenta, el gobernador entonces, Faustino Félix Serna, ordenó la construcción de nuevos y modernos estadios en Ciudad Obregón y Hermosillo, los que finalmente se convirtieron en casa de los “Yaquis” y “Naranjeros”, respectivamente.

Por aclamación popular, los nuevos estadios se bautizaron como “Tomás Oroz Gaytán” (gran promotor deportivo cajemense) y “Héctor Espino González”, éste último, nada más y nada menos, porque es el jugador de béisbol más grande que ha producido nuestro país.

Sin embargo, los méritos del “Toro” son enormes y por sus logros extraordinarios en el béisbol de las grandes ligas, sin duda alguna, es el mejor pitcher mexicano.

Fernando Valenzuela inició con “Mayos” de Navojoa y en la Serie del Caribe de 1982, reforzó al campeón de la Liga Mexicana del Pacífico, representante de México.

En el primer encuentro contra el seleccionado de Puerto Rico, Fernando lanzó cinco entradas perfectas, hasta que en la apertura del sexto episodio le abrió con hit Cándido Maldonado. El manejador, Tom Harmon, le pidió la bola.

Años después formaría parte del “Naranjeros”, en una temporada en la que nuevamente fueron campeones, pero Fernando se negó a reforzar al equipo en la Serie del Caribe. Esa ha sido su presencia en Hermosillo.

Ahora, cuando en Los Ángeles, la directiva del “Dodgers” retiró su número 34, el mérito creció ´para las y los mexicanos y el mandatario sonorense, por decreto, rebautizó el “Estadio Sonora”.

Lo que no se dice en el decreto, es que la austeridad en tiempos de la “cuarta transformación”, obligó a abreviar el nombre de Fernando, de tal manera que tanto al fondo del jardín central, como en la parte superior de las gradas centrales, se puede leer lo siguiente:

“Estadio F. Valenzuela”.

Algo, que ni siquiera se practicó en el uniforme que portó en Grandes Ligas.

Esperemos y las nuevas generaciones, no pregunten a sus padres por el significado de esa abreviatura: La letra “F”.

Ni modo. No hay dinero.

Quizá y alguna organización, como la Unión Ganadera Regional de Sonora, por ejemplo, se anime a completar el nombre de pila de nuestro héroe deportivo, con algún excedente que le deja la ExpoGan 2023.

Lo que no creemos es que esta omisión haya sido por la incapacidad de algún funcionario y, en efecto, razones de austeridad hayan obligado a ahorrarse unos cuantos pesos.

Si así fuera (por la incapacidad de un funcionario) habría qué despedirlo del gabinete. Su problema sería la ignorancia.