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La Casa de la Cultura| En el 41 Aniversario

Por Héctor Rodríguez Espinoza

I.- Esta colaboración es fruto de casual conversación en línea con el Dr. Joaquín Robles Linares JRL, reconocido odontólogo y director de la Casa de la cultura:

II.- JRL. Mi querido maestro buenos días, hablando de figuras literarias, me comentan que Benedetti estuvo en Hermosillo en los 80s. ¿Es verdad? (Borges creo que vino invitado por Librolandia. ¿Existe algún vestigio de estos sucesos? Llegué en el 82 y fui a oírlo, éramos 20 gentes máximo, en la Casa de la Cultura).

HRE. Es cierto. En el difícil mayo de 1982, el de la atonía financiera, acepté la invitación del gobernador Samuel Ocaña a dirigir la Casa, que pasaba por su primera crisis, pues inaugurada en octubre de 1979, la recibí con conflicto laboral, endeudada y sin equipo adecuado. Apoyé un grupo que invitaron a Benedetti. Contraté sonido insuficiente para la difícil acústica de la plaza central. Como tenía un compromiso en Nogales, me perdí la charla, le pedí que la presentara al culto Lic. Luis Ruiz Vásquez. Alonso Vidal (+) hizo una crónica para el vespertino Información, en Bogavante.

JRL. ¡Gracias! ¡Abrazos!

HRE. En otro grupo se comentó dicha conferencia. Anoche, recreando la efeméride -insomnio pandémico- recordé cómo estábamos aprendiendo a organizar eventos grandes (por el renombre de artistas y aforo necesario en auditorios), que sólo brindaba la Universidad de Sonora en el suyo. A la máxima casa de estudios les presté nuestra cámara negra (telón) para teatro y un fino piano de cola Petrof, usado en un inolvidable concierto de violín que, en la plaza central de la casa, brindó el virtuoso y malogrado Hermilo Novelo, esposo de la literata Marcela del Río, quien a raíz del accidente mortal de aquel, escribió el monólogo “De camino al concierto” (UAM, 1986, 39 pp.). A Marcela la invité a ser jurado en un concurso anual de poesía.

El sonido en grandes auditorios cerrados en nuestros veranos siempre había sido el talón de Aquiles. En el Auditorio cívico recuerdo dos eventos quasi fallidos: concierto que Arturo Merino, de Radio Universidad, promovió con la cantante sinaloense de folklore Amparo Ochoa, cuyas fallas de sonido la frustraron, por el lleno total. Había sido amiga personal cuando fue mi vecina en Hermosillo y, al saludarla al término del concierto, estaba tan contrariada como el propio Arturo.

Otro fue La Celestina, de Fernando de Rojas, protagonizada por la actriz Carmen Montejo. Infortunadamente, el ruido del equipo de super 40 toneladas de refrigeración impidió escuchar, en la planta baja -ya no digo la alta- los diálogos, no se usan micrófonos. Como anécdota recuerdo que el prof. Luis López Álvarez, a quien le envié boletos de cortesía, al preguntarle que le había parecido, socarronamente me contestó: «Mira licenciado, lo único que escuché fueron las dos veces que gritó: «¡uta madre, uta madre!», …

JRB. ¡Qué anécdotas mi estimado maestro! Vale la pena rememorarlas. Yo era público y no sabíamos el esfuerzo enorme que había para hacerlo. Es de todos sabido su esfuerzo y pasión, recientemente, platicando con Sergio Galindo me lo decía.

HRE.- Pero no todo fueron decepciones. Sergio debe recordar aquellas horas que estuvimos esperando, en el Café del Hotel Valle Grande, a su compadre Jesús “Chobi” Ochoa –actor provinciano, hoy nacional-, venía desde Ures y habíamos promovido su monólogo “Delirium tremens”, de Ignacio Solares, sobre la adicción a las drogas, en el Auditorio de la Universidad, con éxito.

Imposible narrar los cientos de eventos. Pero recuerdo algunos exitosos.

La presentación, en el Auditorio Cívico, de la mundialmente famosa Ópera de Pekín, cuyo vestuario, actos circenses y música valieron la pena el esfuerzo.

El exitoso segundo concierto del cantante uruguayo de protesta, exiliado en nuestro País, Alfredo Zitarroza y su grupo. Le hicimos agradable cena, en la casa del Lic. Sergio Calderón Valdés, con Gerardo Cornejo Murrieta. La seriedad de Alfredo trasmitía un carácter desértico, por su exilio y conflicto conyugal. Cuando le llevé al aeropuerto, le puse un cassette del alamense Dr. Alfonso Ortiz Tirado, cantando “Amapola” y “Clavel del aire” y quedó muy gratamente sorprendido.

El concierto, en el Auditorio cívico, de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México dirigida por Enrique Batiz. En el ínterin de su arribo aéreo con los 100 ejecutantes, a las 13 horas -hospedados en el Fiesta Americana- y de su inicio, no llegó su maleta y no tenía su ropa interior, camisa y frac. Estando el Lic. Carlos Gámez Fimbres, secretario de gobierno y yo atendiéndolo en su suite, salimos veloces al centro para conseguirle prendas. Las tiendas estaban cerrando o cerradas. En Mazón hermanos, tocando fuerte la puerta de cristal, logramos que don Pepe nos abriera y surtiera de la talla 36 y en la Casa Yomarvig, cuya propietaria era amiga de Carlos. Ya con la «fayuca», se le subimos al director, recién bañado lo agradeció. Lo llevé al Auditorio, llegamos minutos antes de la 3° llamada, tuvo tiempo para breve ensayo, tratando con rigidez a los integrantes. El concierto dio inicio y un deleite redondo, una sinfónica en Hermosillo era cada «caída de una casa» o «visita de obispo a Nuri». Lo emocionante fue la ejecución de nuestro segundo himno, ¡vals Club Verde! y cuando descendió del escenario y entregó un hermoso ramo de rosales rojos que teníamos preparado y se lo entregó, en su butaca, a mi inolvidable amiga Emiliana de Zubeldía. El público de pie, ¿cómo olvidarlo, Joaquín?

Como ves, aproveché para abrir el baúl de mis todavía miles de millones de neuronas, para combatir el fatal olvido y el fantasma del alzheimer, haha, te lo agradezco, …

JRL. Mi querido maestro, tu memoria es garantía de una vida plena y satisfactoria. La verdad, me emociona ser amigo y seguidor de tu pasión por el arte y la cultura.

Mira, y para que sepas y dar crédito a lo que recuerdas, fui público en los tres eventos. En el de Zitarrosa, siempre le admiré el grupo de guitarras aunadas a su voz incomparable me electrizó.

En el de Bátiz, no nada más por mi afición, sino porque el primer contrabajo de la orquesta era mi cuñado, gran persona a la que estimé mucho, y comparé una gira anterior de la OSN a inicios de los 70s, por allá el 71 o 72, en el Auditorio, los únicos que estábamos en aquella gira echeverrista éramos Matilde Katase, Emiliana, unas 5 o 6 personas más, mi hermana Carina y yo. No más de 12 personas. Años después, con tu liderazgo se abarrotó el auditorio.

Y la Ópera de Pekín me impresionó su elasticidad y coreografías, pareciera que tuvieran envueltos los pies en lana, no hacían ruido al desplazarse y caer sobre el escenario. Me llamaba la atención, mi papá había estado en la China de Mao, y me platicaba que todas las noches los miembros del PCCh y sus funcionarios lo llevaban a todas esas óperas. Llenas de una narrativa nacionalista y revolucionaria. Muchas gracias por contestar mi querido maestro y todavía más, muchas gracias por recordar. ¡Abrazos!

HRE. Feliz coincidencia, Joaquín. Recuerdo muy bien a Karina, su primer concierto didáctico de piano en la plaza central, explicando antes de cada pieza su compositor y biografía, Mozart y su Sinfonía n.º 1 en mi bemol mayor, KV. 16, de 1764, con tan solo ocho años de edad. Un abrazo a tu hermana hasta la CDMX.

No debería omitir el concierto de quinteto de metales “Macuilli Mexica”, dos trompetas, trombón de vara, corno francés y tuba, de la Sinfónica Nacional. Organicé gira por pueblos de la sierra y venían encantados, en un paraje muy alto se bajaron para lanzar al viento algunas melodías de su repertorio.

Tampoco la gira a la que invité a Emiliana Zubeldía y a su excepcional coro a uno de los municipios del “tercer mundo” sonorense (Atil, Saric, Tubutama, Santacruz), fundando los necesarios Comités municipales de cultura. Única ocasión de su historia en que la población, alrededor del kiosco, tuvo el privilegio de deleitarse con las finas voces y arreglos de la inolvidable maestra.

III.- A propósito del concierto de la OSNO, publiqué en El Imparcial un artículo que guardo en mi baúl:

“¿DOS CONCIERTOS ¡EN DOS MESES!? Mi primer mágico contacto con un Orquesta Sinfónica en vivo fue a fines de los 50, en el Cine Sonora, patrocinado por la Cruz Roja, auditorio lleno, la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por el joven Luis Herrera de la Fuente.

Sentado, en galería, al lado de las inseparables Emiliana de Zubeldía y Elsa Rebling de Banderas. Al finalizar, aplaudiendo de pie, Emiliana inició el coro -que seguimos-, para pedir, como encore: «Hua-pan-go, Hua-pan-go, …». Y Don Luis y sus 100 Maestros nos electrizaron con esa cumbre expresiva del nacionalismo filarmónico mexicano y del talento arreglista de la música popular jarocha de Pablo Moncayo.

En los 60, régimen del culto Gobernador Lic. Luis Encinas Johnson, durante las incipientes temporadas de la Orquesta Sinfónica del Noroeste, dirigida por el Maestro Luis Ximénez Caballero, era muy poca la asistencia. En uno de los conciertos estuvimos ¡13 personas!: Rosalío E. Moreno, Emiliana de Zubeldía, Elsa de Banderas, Martha Bracho, Isauro Sánchez Pérez, Leticia Varela, Edgardo Peñúñuri Félix, Luis Enrique García, Arturo Merino, Yolanda Zubiate, Olga y Lilia Quiros Martínez y el suscrito memorioso.

Según mis estadísticas, en Hermosillo saboreamos un concierto sinfónico ¡cada tres años! Por ello, el disfrute de las recientes presentaciones en dos meses, además de lo inusitado -primera vez en la historia de la cultura artística musical del Estado- me ha causado una agradable sorpresa y entusiasmo.

(En diciembre pasado, gracias a Daimler Chrysler México, deleitamos la Orquesta Sinfónica Juvenil de Veracruz. Obertura El matrimonio secreto, de D. Cimarrosa; Sinfonía No. 45 «Los Adioses», de F. J. Haydn; y Concierto de Aranjuez de J. Rodrigo, para Guitarra y Orquesta. Fundada en 1995, realiza temporadas con repertorio universal y competitivo en México y el extranjero. El legendario Director Luis Herrera de la Fuente ha desempeñado una labor trascendental en la vida musical de México, Premios nacionales y dirigido más de cien Orquestas en Europa, Norteamérica y Asia, incluyendo grabaciones.

En enero, el Instituto Sonorense de Cultura y la Universidad de Arizona nos regalaron otro platillo con la Orquesta Sinfónica de esta centenaria y vecina Casa de Cultura. Obertura To Candide, de Leonard Bernstein (1918-1990); Il est doux bon, el est bon, from Hérodiade, de Jules Massenet (1842-1912), con Vanessa Salaz, soprano; O luce di quest’anima, de Linda di Chamounix, de Gaetano Donizetti (1797-1848), con Yoo Ri Clark, soprano; Sous le dome épais, from Lakmé, de Leo Delibes (1836-1891); Konzerttsück in F minor, Op. 113, de Feliz Mendelssohn (1809-1847), con Holly Haddad y Charles Miles, clarinetes; y The planets, de Gustav Holst (1874-1934). Como encore, versión sinfónica de la Marcha Barras y Estrellas de John Philip Souza. Pertenece a la Escuela de Música, que ofrece anualmente 350 recitales y conciertos. El Director Jindong Cai, de origen chino, es pionero en llevar la música contemporánea a su país y viceversa y ha dirigido Orquestas de Cincinnati, con exitosas giras a California y la Expo Mundial en Lisboa, 1988.

¡Cuántos siglos de cultura musical y miles de horas de estudios respaldan a los ejecutantes de una Orquesta! ¡Qué fiesta de ejemplar juventud virtuosa! Aplauso para Chrysler, Universidad de Arizona e Instituto Sonorense de Cultura del Gobierno del Estado. Que cunda el ejemplo.

¿Por qué si las «fuerzas vivas» -y «las que se hacen ídem», comentaba mi maestro Carlos Arellano García- y las grandes empresas son capaces de patrocinar millonarios espectáculos deportivos y de la farándula, no lo son para regresar al pueblo consumidor de sus productos, sus enormes ganancias, con este otro espectáculo sinfónico digno de los sonorenses? ¿Nomás será posible en el DF, Estado de México, Veracruz, Guanajuato, Jalisco, Querétaro y Baja California, que recuerdo? No se consumirían los torrentes de licor como en el Estadio Héctor Espino -ni las travesuras del “beto coyote”, del “taquico Vizcaíno” y del “charalero”-, el CUM o en el West Rodeo. Pero ¡caramba!, no sólo de cerveza, carne asada y beisbol vivimos los sonorenses.

Soñemos: si los mismos mega consorcios que patrocinan la Liga Mexicana del Pacífico y el Palenque ganadero y sus magníficos equipos, invirtieran en la cultura musical filarmónica del noroeste, en apoyo de los gobiernos y Universidades -como Chrysler-, podríamos tener temporadas sinfónicas más seguido que ¡cada tres años! Tienen la palabra y tómela el ISC.”)

IV.- En fin mi querido Joaquín, al paso de tanto tiempo, me alivias el padecer la sensación de olvido. ¿Quién se acuerda de uno? Quizá tú la tendrás dentro de 35 años. Sobre todo, confirmo que mi añorada Casa de la cultura está en magníficas manos, …

Octubre 10 de 1983, comida del personal de la Casa de la Cultura de Hermosillo, en su 3°aniversario de esa entonces joven institución. De izquierda a derecha: Don Toño, Prof. Ernesto López Riesgo+, Chelito Martínez, Paty Garrido, David Eduardo, Imelda Contreras+, Prof. Amadeo Hernández+, Jaime Ruiz, Carmen I. Michel, Delfina Falcón, Prof. Arnulfo Rodríguez, Prof. Blanca Zamora, María Elena J., Mario Ibarra Mendívil, Prof. Silvia Martínez, Lucy Celaya, Alberto Molina+, Prof. David León, Fernando Leyva Livshin, Prof. Esther Araiza, Pily Yanes Sotelo, Chayito Yanes Noriega, Lic. Héctor Rodríguez Espinoza (Director). Sentados: Actor Tony tambor, Jorge López, actor Mimo Xico Gutiérrez (+), actor Mimo Cutberto López, Ramón Ayala, Prof. y actor Raul Ortíz, Francisco «Oso» González, Juan Rodríguez, Prof. Edmundo Pérez Rivas y Prof. Marcelo Gaviña. (Foto Prof. Evangelina Barreda).