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La Mesa Tres Ríos: un “diamante” escondido e ignorado

Mesa Tres Ríos enfrenta grandes rezagos a pesar de tener más de 100 años de fundado.

A pesar del gran potencial para producción de madera, manzana, truchas y turismo, los pobladores denuncian que a estas alturas no tienen ni agua, ni energía eléctrica, ni caminos en buenas condiciones

 

Por Rigo Gutiérrez E.

Ramón Fimbres, uno de los pioneros en el desarrollo de este pueblo de la sierra alta sonorense.

Cuando el sol comienza a caer entre las montañas, los poco más de 600 habitantes de La Mesa Tres Ríos se preparan para ser arropados por la oscuridad de la noche. Al interior de las viviendas, en el centro del comedor, las lámparas de petróleo iluminan las paredes proyectando temblorosas sombras. Durante la cena, entre sorbos de humeante café, la conversación regresa una y otra vez a los mismos tópicos de hace meses: el pueblo ya cumplió 103 años de fundado y aún siguen sin energía eléctrica, ni agua, ni buenos caminos. Viven olvidados de toda autoridad.

 

La ubicación: privilegio y condena

 

Están en lo alto de la Sierra Madre, entre Sonora y Chihuahua, a más de 300 kilómetros de Hermosillo (incluso por décadas se sintieron más cobijados por las autoridades del vecino estado). Pero el amor por su tierra siempre surge del pecho de los recios pobladores: “nosotros somos sonorenses”, expresan orgullosamente. Pertenecen al municipio de Nácori Chico.

Por las mañanas, ahí es común ver las casas de madera y lámina exhalar el humo de las hornillas. En los patios crecen

Ejidatarios de Mesa Tres Ríos narran las problemáticas, pero también las bondades que puede ofrecer esta región a Sonora.

los manzanos ofreciendo sus frutos. Los caminos, pedregosos y accidentados, son embellecidos por los verdes pinos que parecen rozar el cielo. El agua, fresca y clara, brota desde las piedras en lo alto de la montaña.

Don Ramón Fimbres Aguayo (todos le conocen como “Monchi”), a sus 82 años, sigue siendo un gestor incansable e impulsor de este pueblo. Accedió a platicar con “Primera Plana” desde Hermosillo y denunciar las increíbles dificultades que enfrentan en pleno siglo XXI, pero también expone las extraordinarias bondades de este “tesoro” escondido en la sierra alta.

“A estas alturas no tenemos ni agua, ni luz, ni caminos”, confiesa con un poco de decepción por las autoridades. “Hace unos días, mi hija y yo íbamos a un funeral a Nácori Chico; de Mesa Tres Ríos a Nácori hicimos cinco horas y son sólo 50 kilómetros”, lamenta Don Monchi.

Explica con resignación que las terribles condiciones de los caminos —o más bien brechas—, es una situación que los mantiene prácticamente incomunicados y actualmente lo consideran como el principal freno para el desarrollo de esta comunidad y sus pobladores.

 

Los sonorenses tenemos “un diamante” y no nos damos cuenta

 

Cuando Don Monchi habla de su pueblo se le nota un brillo especial en los ojos. Narra que con sus manos labraron

Los caminos de acceso se vuelven intransitables, los carros truenan y los mismos pobladores deben darle mantenimiento.

esas fértiles tierras y levantaron las primeras casas de madera, incluso nos muestra con una serie de fotografías que guarda en su Smartphone, el cual manipula con facilidad “te las mandaré a tu whatsapp”, nos dice mientras acomoda su sombrero vaquero.

Mientras se acomoda en su silla, abre un folder amarillo con todo un expediente de las solicitudes, peticiones, oficios y proyectos que han presentado tanto en oficinas Federales como del Gobierno de Sonora. “A mí me conocen en las oficinas del gobierno porque les he tocado muchas veces las puertas”, anota.

Don Monchi, junto con otros tres ejidatarios comienzan a platicar el viacrucis que enfrentan sus actividades productivas.

Ponen como ejemplo el caso del aserradero. Hace más de 50 años consiguieron con algunas gestiones adquirir toda la maquinaria para poder explotar esta rica zona. Es uno de los motores económicos. Para darse una idea, cuentan con más de 42 mil hectáreas de bosque, de las cuales 25 mil es de pino y al año tienen permiso para explotar 10 mil metros.

Al principio era una industria que les dejaba, pero en los últimos años los márgenes de ganancia han ido cayendo, según nos relata Isabel García Navarro, ingeniero forestal y conocedor del territorio.

Y es que a estas alturas el aserradero tiene dos grandes retos:

De entrada, la maquinaria con la que operan es muy antigua. Funciona con diésel porque no hay energía, de hecho nos explica García, cuando la encienden, es el único momento en el que hay luz en el pueblo. La gente prende sus televisores. Pero no dura mucho tiempo, y es que es común que “truene” porque las piezas son viejas y tienen que ir a la ciudad a buscar refacciones.

El segundo reto, son las vías de comunicación. Los pesados camiones cargados con madera están en constante riesgo por los accidentados caminos de terracería. De hecho si se encuentran a otro auto de frente se debe hacer toda una maniobra para que ninguno de los dos se vaya al desfiladero. Solo recorrer los 50 kilómetros a Nácori, el costo es de entre 5 mil a 8 mil pesos.

“En La Mesa Tres Ríos los sonorenses tienen un diamante que no se han dado cuenta”, anota el ingeniero García Navarro.

 

El potencial de la trucha

 

Hace 30 años, Don Monchi y su familia comenzaron a investigar sobre la trucha, peces que vienen de la familia de

Estanques en la granja de truchas.

los salmónidos. Poco a poco fueron desarrollando un proyecto como no hay otro en México, levantaron una granja de truchas arcoíris que hoy está en condiciones de poder producir hasta 100 toneladas por año.

Sin embargo a este pionero de Mesa Tres Ríos, le duele el poco interés de las autoridades para impulsar esta industria. Y todo regresa a las condiciones marginales en que viven. Sin energía, no pueden contar con grandes congeladores para mantener los peces, y sin caminos en buenas condiciones, es difícil la transportación, por lo tanto se les echa a perder el producto.

“No nada más es pedir, Mesa de Tres Ríos tiene mucho que ofrecer a Sonora, esto va de la mano con el potencial de producción de trucha, de manzana, de turismo. El agua y caminos sería algo muy básico para el desarrollo no sólo de la comunidad sino del estado”, dice Marisela, hija de Don Monchi.

Esta situación crítica, comenta Marisela, ha provocado que los pobladores, aún teniendo toda esa riqueza de la naturaleza, opten por salir del pueblo e irse a Hermosillo o a Chihuahua. “La gente tiene que buscar comida”, concluye.

Es así que Don Monchi y los pobladores hacen hincapié en que la solicitud para las autoridades es enfocada a tener las condiciones óptimas para el desarrollo y beneficiarse todos.

En esta parte de la charla, Fimbres se detiene y nos hace una confesión: “En Mesa Tres Ríos no hay agua, aunque así lo diga el nombre. El agua corre por debajo de La Mesa, no por encima”. Para el consumo del vital líquido se emplea tuberías rudimentarias, aprovechando el agua que brota en la parte alta entre los cerros.

 

Contra los laberintos de la burocracia

 

Las anécdotas con los oriundos de Mesa de Tres Ríos son muchas, a ellos les ha tocado construir todo lo que tienen

Cuando nieva el paisaje parece de un postal

prácticamente con sus propias manos y cuando la autoridad ha intentado a intervenir, lastimosamente los han engañado. Una muestra de ello son los postes de energía que se pueden ver desde la entrada del pueblo, los cuales se han mantenidos erguidos y con cables. Platican que alguna vez un presidente municipal de Nácori hizo el “acto inaugural” de la llegada de la energía al pueblo, sin embargo nunca funcionó. Solo quedan los postes como monumento a la ineptitud.

Antes de concluir la charla, Don Monchi extiende una larga cartulina con un complejo círculo. Nos dice que investigadores de la Universidad de Sonora les ayudaron a construir un Plan de Desarrollo Sustentable para la región, con todas las actividades potenciales, pero nadie los escuchó.

Una de sus esperanzas para ser escuchados fue con la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Bavispe, ahí le entregaron una carta exponiendo las problemáticas y brindando soluciones, pero así como los caminos de Mesa Tres Ríos, el documento parece haber quedado en el olvido, en algún rincón del laberinto burocrático.