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Olor a Dinero | Neoliberalismo o populismo ¿A cuál le apostamos?

Es verdad que ha habido gobiernos populistas en América que han provocado verdaderos desastres durante sus administraciones. Pero también ha habido, y muchos, gobiernos neoliberales que han hundido a sus naciones

Por Feliciano J. Espriella

Desde el pasado primero de diciembre, me parece que la palabra que más ha pronunciado el presidente López Obrador, es neoliberal. De lunes a viernes, durante “la mañanera”, la dice en varias ocasiones, así como en cuanto foro se presenta.

Por su parte, sus opositores, o adversarios como prefiere mencionarlos el Presidente, ubican su gobierno, ideas y proyectos, en el marco del populismo. Lo que el primer mandatario llama “cuarta transformación”, para sus adversarios es simple y llanamente populismo.

El populismo ha sido definido como aquel movimiento político caracterizado por:

  1.  Amplias movilizaciones de masas no institucionalizadas, es decir fuera de los cauces previstos por el sistema.
  2. Una retórica abiertamente emocional, maniquea y autoafirmativa, que gira en torno a la idea de pueblo, referente al que se adscriben las virtudes de justicia y moralidad política; y
  3. Una destacada vinculación afectiva con un líder o caudillo carismático, cuya honestidad y fuerza de voluntad, más que el programa o las tácticas previstas, garantizan el cumplimiento de los deseos populares

¿Neoliberalismo sinónimo de corrupción?

Actualmente, el término neoliberalismo suele asociarse con políticas que implican apoyar una amplia liberalización de la economía, el libre comercio en general, grandes reducciones del gasto público y de impuestos, así como disminución de la intervención del Estado en la sociedad y economía en favor del sector privado, conformado principalmente por consumidores y empresarios.

Desde la perspectiva del Presidente, el neoliberalismo y la corrupción son ingredientes de un mismo platillo. Se complementan, según parece cree y lo cree con sinceridad.

Sin embargo, la corrupción, no es privativa del neoliberalismo, así como tampoco son mutuamente excluyentes corrupción y populismo. Ha habido multitud de casos en que gobiernos populistas han sido tan corruptos como lo son muchos gobiernos neoliberales.

Tampoco la honestidad como norma de gobierno está reñida con el modelo neoliberal. Alemania y Japón son ejemplos de ello.

Sin embargo en algo sí tiene razón López Obrador, y mucha: el neoliberalismo tiende a ahondar las desigualdades entre ricos y pobres. Y dado que es un esquema en el que predomina el factor económico sobre el humano, produce efectivamente incontables actos de corrupción.

La austeridad republicana

Durante doce años en el que recorrió varias veces todo nuestro vasto territorio nacional, Andrés Manuel López Obrador prometió sacar al país de la crisis económica, política, de inseguridad, impunidad y social, en la que según él, el modelo neoliberal y la mafia del poder, había sometido a nuestra nación.

Tuvo como principal propuesta ejercer un gobierno republicano austero y honesto, donde quienes le acompañaran en el ejercicio de la función pública, debían tener la misma ideología para ayudarlo a alcanzar la tan prometida cuarta transformación.

Las acciones que ha venido realizando, a pesar de que muchos de sus críticos afirman lo contrario, se presume que son encaminadas hacia el logro de dichas metas. A la fecha, la verdad es que no son tangibles beneficios que valga la pena destacar, aunque también un lapso de seis meses es muy corto para esperar grandes resultados.  

Aunque las variables macro económicas permanecen estables, la economía y el empleo van en descenso. Esos no son buenos augurios.

¿Populismo = fracaso?

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, advirtió el pasado domingo en la ciudad de Guadalajara su preocupación por los síntomas peligrosos que observa en el Gobierno de México que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.

De acuerdo con el escritor, tanto el populismo como las dictaduras han socavado la prosperidad de los países de América Latina que en décadas no se han podido convertir en democracias desarrolladas.

El laureado escritor y político fracasado, quién por alguna razón desconocida desde hace varios lustros se muestra evidentemente Amlofóbico, le da un enfoque perverso a lo que ha sucedido en Latinoamérica.

Es verdad que ha habido gobiernos populistas en América que han provocado verdaderos desastres durante sus administraciones. Pero también ha habido, y muchos, gobiernos neoliberales que han hundido a sus naciones.

En la actualidad, tres de las más grandes economías Latinoamericanas pasan por graves problemas económicos y tienen gobiernos neoliberales. Me refiero a Brasil, Chile y Argentina.

¿Y qué decir de Francia e Inglaterra, cuyos gobernantes neoliberales las encaminan al abismo?

En cambio, Bolivia, uno de los países más modestos del continente americano, gobernado desde hace más de una década por un populista, Evo Morales, registra los mejores índices económicos de Latinoamérica.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.