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Colosio: Hipótesis para universitarios

Por Héctor Rodríguez Espinoza

Viernes 22 de marzo del 2019. Víspera primaveral del triste recuerdo del asesinato del paisano Luis Donaldo Colosio Murrieta. Me preguntan mi opinión mis discípulos de Filosofía del Derecho.

—No me gusta —les contesto—, incluso detesto lucrar con el sufrimiento ajeno —individual, familiar o social—, especialmente en tratándose de personajes representativos de una ciencia social aristotélica y profesión tan importante y noble en sus orígenes griegos y romanos, pero de tanto poder corruptor y tentaciones análogas, como lo es la política o, mejor dicho la pseudo política, la politiquería o la “grilla”.

—Pero alguna lección para nosotros.

—Está bien, déjenme platicarles una bonita anécdota familiar. A un pariente cercano que estudiaba Derecho en una Universidad del Noreste, en el año de 1994, un maestro —considerando que su alumno era oriundo de Sonora— le encomendó un breve Ensayo sobre el asesinato. El muchacho, sabiendo que me gusta la lectura y su prima hermana la escritura, me preguntó que si le podría ayudar. Ni tardo ni perezoso le contesté que por supuesto.

—¿Y porque aceptó de inmediato?

—Yo admiraba la carrera académica y política del malogrado líder provinciano. Había sido activista preparatoriano de Magdalena de la Universidad de Sonora, en el democrático y olvidado movimiento estudiantil y popular de 1967, posgraduado en Londres y en la Penn State University. Y por su fulgurante ascenso como congresista federal, presidente del PRI, secretario de estado y candidato presidencial, para muchos enfilado al triunfo, aunque competía contra el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

—¿Lo conoció?

—No fui ni tan siquiera conocido, ni amigo, como sí algunos maduros jóvenes de su generación de políticos, unos auténticos profesionales de la política que —como tales— han seguido su carrera, a costa de llamárseles, peyorativamente, “las viudas de Colosio”.

—¡Qué groseros!, ¿y los otros?

—Usufructuando —como estribillo— su notable discurso del 6 de marzo: “El pueblo tiene hambre y sed de justicia. Reformar el poder, democratizarlo y evitar su concentración; la arrogancia y distorsiones a la ley de quienes deberían de servirla, nos convoca a luchar por un México con paz y justicia”; e insaciables de poder y de dinero, de dinero y de poder, han seguido ascendiendo, o en las reservas, las escalas de los gobiernos de los tres órdenes, por un “hueso” o un cargo administrativo. Nadie acepta un suicidio civil en vida. El hambre familiar es caraja y más el que la aguante.

—¿Lo trató personalmente?

—Sólo compartí con él la experiencia, como oradores, en una cena de campaña del candidato presidencial Lic. Miguel de Lamadrid Hurtado. Yo en representación de los profesionistas de Sonora. Él, elocuente, venía con la comitiva del entonces IEPES, que comandaba Carlos Salinas de Gortari.

—¿Usted en el PRI?

—Acepté la invitación porque me entusiasmaba el discurso del candidato presidencial sobre “la renovación moral de la sociedad”, uno de los valores y virtudes que me apasionan y que NOS urgen como individuos, como sociedad y como estado. ¿Quién -libre de toda culpa-, tira la primera piedra? Yo no.

—¿Qué le motivó a continuar leyendo más sobre el personaje, para muchos mártir de nuestro sistema político?

—Me habían gustado los libros de la periodista y conferencista Gisela Arriaga Tapia (“La muerte del cordero”, vocablo bíblico que lo dice todo); el de mi culto amigo Lic. Juan Antonio Ruibal Corella (“Luis Donaldo Colosio. Perfil biográfico”, Porrúa 1995, único en su género, por la narrativa epistolar familiar); el de Joaquín López Dóriga y Jorge Fernández Meléndez, “Domiro. Compilación y entrevistas”, Rayuela Editores, México, 1º edición, 1996; el de Eduardo Valle, “El segundo disparo”. Cuando fui director de la escuela de derecho de la irrepetible Universidad del Noroeste, de la familia Soria, invité a Juan Antonio a impartir una excelente conferencia a hoy exitosos profesionales del derecho y de la política.

—Y “a darle que es mole de olla”, como dice la vox populi …

—Investigué, para cumplir mi promesa del ensayo escolar y se lo envié al jovencito que me lo había solicitado. Nótese mi modestia, pero obtuvo una excelente calificación.

—Bien “machín”. ¿Y ya fue todo?

—Me pregunté: ¿y por qué no sigo estudiando el tema, como línea de investigación, para acreditar ante mis pares y ante ustedes, mi Maestría y, sobre todo, mi doctorado? Y me contesté que sí.

—¿Veinticinco años?

—Durante este cuarto de siglo transcurrido he armado el ensayo “COLOSIO. LAS BALAS DEL ODIO, DEL RENCOR Y LA COBARDÍA. Antología Pedagógica”.

—¿Por qué el subtítulo?

—Son las dolidas palabras que pronunció, frente a su féretro en aquella ventosa tarde del 24 de marzo de 1994, su viuda Diana Laura Riojas, con un cáncer terminal y sus pequeños Luis Donaldo y Marianita, en el panteón de su tierra natal, el pueblo mágico de Magdalena de Kino, en cuyo mausoleo reposan los restos de ambos.

—¡Sublime historia de amor póstumo! ¿Cómo recuerda esos momentos?

—Imagen inolvidable, en YouTube. El ataúd flanqueado, en la primera guardia, por cuatro personajes políticos. En representación del presidente Carlos Salinas de Gortari, esquina frontal izquierda, su Director de Prensa el sonorense José Carreño Carlón. El mandatario acudió, por la noche, a darles el pésame a Doña Ofelia Murrieta de Colosio (desde entonces de vestido y lentes negros) y Don Luis Colosio Fernández (hasta el final de sus luctuosos y depresivos días creyó y afirmó, con temple, que fue “un crimen de Estado”).

—¿Es tipo novela basada en una true history, teacher, tipo revistas National Geografic, Nexos, Letras Libres o Netflix?

—No, tampoco es una narrativa de ficción quasi verdadera, como la película “Colosio. El asesinato” ni, mucho menos, las series de la lucrativa Netflix. Es sólo una paciente y modesta investigación hemerográfica de las abrumadoras bibliografía, prensa escrita, electrónica y de las ¿benditas, malditas? e influenciables redes sociales.

—¿Antología?

—Su secreto, su “chiste”, es seleccionar, muy bien, los textos que vas a incluir y lo que vas a sacrificar. Todos los autores pueden tener una dosis de verdad y de justicia. Los adultos tenemos la vista cansada y no nos gustan las obras voluminosas de letra chiquita. Las generaciones jóvenes, los milenials como ustedes, no son como las nuestras, old fashion. No tienen la educación y el hábito —hogareño o escolar básico— del placer de la lectura y el de la buena música. Me platican que, en la mayoría de sus hogares o departamentos, difícilmente veremos una biblioteca familiar con enciclopedias como “México a través de los siglos” de Vicente Riva Palacio, por ejemplo. Obras clásicas, libros de consulta, de texto o códigos, revistas científicas o de contenido serio y Diarios nacionales o locales. O Cds y Memorias de música clásica ligera o popular de calidad: Bethoven, Chopin, Mozart, Haydn, Tchaicovsky, Verdi, Offenbach, Rossini, Liszt, Franz Von Suppé, Debusy y un largo etcétera, cuya semilla nos sembraron Emiliana de Zubeldía y el Mayor Isauro Sánchez Pérez. ¡¿En qué tramo del camino permitimos que se secaran?! Miramos en sus aposentos gagdets, nuevos o usados, de última generación y los observamos con audífonos y escuchando, ensimismados en sus celulares o tablets, la música joven de moda como los cotizados La maldita vecindad, Los ángeles azules; o como Ariana Grande, cantante, compositora y actriz estadounidense, nacida en Florida en 1993, por ejemplo, que obtuvo ¡6 millones de visitas en su Instagram, con su reciente hit, el mismo día de su lanzamiento!  

—¡Pa su mecha, es cierto! Conozco egresados de excelencia que se dedican más lucrativamente a elaborar cerveza artesanal. Ya “en concreto”, como dicen los albañiles, ¿cuál es su contenido?

—A manera de blog, lo fui agregando como ensayo en mi sitio web, bajo el título de “Luis Donaldo Colosio. In Memoriam”, recomendado cada semestre a ustedes. Se conforma de dos partes y 48 videos, que dicen más que mil palabras: la 1°, la asesoría escolar (1994) y la 2°, su continuación cronológica (1995-2014) cuyo seguimiento, a dos décadas, era ya una meta inalcanzable, pues como ¿“un crimen perfecto”?, hasta hoy pareciera que nos arroja sólo la punta de un iceberg, más y nuevas preguntas que respuestas.

—¿Datos, nombres?

—Pueden leer el desfile de casi un centenar de personajes imprescindibles en esta página negra y vergonzosa de la imperfecta democracia mexicana: María Luisa Aburto (madre de Mario), Mario Aburto Martínez (condenado por el crimen), Rubén Aburto (padre de Mario), Héctor Aguilar Camín (escritor), Jorge Amaral (sedicente testigo del crimen), Federico Arreola (periodista), Gisela Arriaga (escritora), Jaime Avilés (periodista), Carlos Bolado (cineasta), Carlos Bonfil (periodista), Brozo (conductor de Televisa), Enrique Cabot (periodista), Manuel Camacho (político), Rodolfo Camacho (investigador), Jorge Camil (periodista), Federico Campbell (escritor), Jorge Carpizo (Secretario de Gobernación), José Carreño Carlón (Jefe de Prensa del presidente Salinas de Gortari), Luis Donaldo Colosio Murrieta (candidato asesinado), Luis Donaldo Colosio Riojas (hijo del candidato asesinado), José Córdova Montoya (Oficina de la presidencia de Salinas de Gortari), Elsa Cornejo (académica), Félix Cortés Camarillo (periodista), Wenceslao Cota Montoya (ex procurador de Justicia de Sonora), Katia DÁrtiguez (periodista), María Elena de la Cadena (periodista), Héctor de Mauleón (periodista), Fernando del Collado (periodista), Alfonso Durazo Montaño (secretario particular del candidato asesinado), Jorge Fernández Menéndez (periodista), Luis Carlos Galán (candidato presidencial asesinado en Colombia), Heriberto Galindo Quiñones (político), Fernando Gamboa (secretario particular de la viuda del candidato asesinado), Antonio Gárate Bustamente (ex agente de la DEA), Juan de Dios Gastélum Celaya (Economista y abogado), Claudia Gómez Haro (periodista), Ciro Gómez Leyva (periodista), Luis Raúl González Pérez (último fiscal del caso), Jorge Granados Ramos (periodista), Otto Roldan (ex gobernador), M. Ángel Granados Chapa (periodista), Fernando Gutiérrez Barrios (ex secretario de Gobernación), José Santiago Healy Loera (periodista), Enrique Krauze (escritor), Jesús Lemus (periodista), Gilberto Marcos (periodista), Carlos Marín (periodista), Alejandro Matty Ortega (periodista), Domiro Reyes (militar), Diana Laura Riojas (viuda del candidato asesinado), Ricardo Rocha (periodista), Ramón Rodríguez Zentella (funcionario público), Juan Antonio Ruibal Corella (escritor), Carlos Salinas de Gortari (expresidente de la República), Raúl Salinas de Gortari (hermano del expresidente), Guillermo Samperio (periodista), Diego Valadés (exprocurador general de la República), Eduardo Valle (periodista), Jorge Volpi (escritor), Jacobo Zabludosvsky (conductor de Televisa) y Ernesto Zedillo (expresidente de la República).

—¡A la bestia, varios sexenios!

—En estos 20 años se sucedieron los de Ernesto Zedillo, del PRI y los sucesivos de Vicente Fox Quesada y de Felipe Calderón Hinojosa, del PAN, con sus luces y sombras y transcurría el de Enrique Peña Nieto, del PRI, con su incipiente reformismo, de incierto desenlace. Debo darle un aggiornamiento hasta este año de 2019.  

—¿Y por qué “pedagógico”?

—La mayoría de ustedes, entre 18 y 22 años de edad, no había nacido en ese fatídico 1994. Lo han escuchado de sus abuelos, padres y maestros, y debemos ofrecerles una herramienta narrativa y visual, más o menos completa y no poco ambiciosa, de la que presumo deberán aprender y tener su propio juicio. Que se atrevan a dudar, a pensar, a desafiar las verdades oficiales, como lo postularon Kant, Descartes, Kelsen y nuestro jus filósofo veracruzano Guillermo Héctor Rodríguez.

—¿Y cómo lo podemos leer?

—Va de comercial: sólo está en versión electrónica, disponible en la Librería Universitaria.

—Este 25° aniversario provocó la disputa por su legado. Para la Presidenta del PRI –que coincide con Héctor Aguilar Camín- “no hay motivos jurídicos para reabrir el caso; ha habido una investigación exhaustiva en 25 años, la justicia hizo su trabajo: Ruiz Massieu”. Para quien fue su secretario particular, Dr. Alfonso Durazo Montaño: “Es una pena que la presidenta del PRI, nada menos que la presidenta del PRI, sea quien venga a pretender poner el último clavo al féretro y a la investigación de Luis Donaldo Colosio”, expresó. ¿Cómo ve?

—Es lo que les digo. Entre otras cosas que quizá –remarco quizá- vayan a mutar con este cambio verdadero de régimen, en la sedicente 4T, es reabrir el caso, que se mantiene “en reserva”.

—¿Y las declaraciones de Luis Donaldo hijo?

—Importantes. Tienen legitimidad genética y política, como diputado local cooptado por MC. Practiquemos la enriquecedora empatía: “No espero nada de la justicia mexicana”. “Si el presidente Andrés Manuel López Obrador piensa hacer justicia, que la haga”, si “fue un crimen de Estado y no debe quedar impune”, “le pediría que, si va a hacer ese tipo de declaraciones, que lo haga con mucho cuidado, con mucho respeto y que le haga justicia, si es lo que piensa hacer”. “No quiero ver que se convierta en lo que prometió destruir».

—“Ándale”, como decía mi “nina”. “El final, se acerca ya”, maestro, ¿”lo esperará, serenamente”? Digo.

—Citas la hermosa canción My way del ídolo de los 60s Paul Anka e inmortalizaron Frank Sinatra y otros grandes cantantes y orquestas, ¿no?

—¡Yes! ¿Qué se propone con nosotros y con sus miles de lectores y alumnos?

—No soy fiscal, defensor, ni juez, ni quién para prejuzgar. Nada deseo más, con toda mi alma (dicho sin demagogia, créanme), como producto de mi trayectoria didáctica de 50 años y de un paciente y esperanzador esfuerzo, que cada uno de ustedes obtenga y mantenga, en el fondo de su mente y de su espíritu, de esta Antología Pedagógica, su propia convicción filosófica de la Verdad y de la Justicia. Recuerden el juicio literario que nos hace el inmortal Cervantes, en voz de Don Quijote de la Mancha a Sancho Panza (años 1,605 y 1650): Reconozcamos nuestra “depravada naturaleza humana”.

—¡Íngale! Gracias, maestro. Ya bájele tres rayitas a su erudición, he he, dicho con todo respeto, como reza el clásico y dice su amigo Juan Antonio Ruibal Corella: debemos de conjugar el verbo agradecer, en primera persona del singular.