GeneralHéctor Rodriguez Espinoza

Seguir siendo, por siempre, esencialmente mujeres. 1/2

Por Héctor Rodríguez Espinoza.

I.- EL TEMA DE LA MUJER. Pertenece a las dos dimensiones de la existencia humana: la naturaleza y la sociedad. Ciencias y Filosofías que se ocupan de estudiarlas lo han hecho desde sus particulares enfoques -en su diferencia genérica del hombre-, de cuyo análisis y crítica ha resultado un rico y heterogéneo subproducto educativo y cultural con su autonomía conceptual, amén de constituir una catapulta ideológica y ética, para una lucha milenaria por su reivindicación y conquista de su propio espacio en la sociedad internacional.

La palabra mujer (del latín mulierem) significa hembra, persona del sexo femenino de la especie humana; esposa, hembra dotada de las cualidades que caracterizan la madurez síquica. Femenino es lo propio de la mujer, individuo apto para producir células fecundables y con frecuencia para abrigar el desarrollo del producto de la fecundación (huevo fecundado, semilla). Hembra, del latín fenimam, seres vivos que tienen los órganos de reproducción femeninos. En la tecnología, es la pieza que tiene un hueco o agujero en el que se introduce y encaja otro llamado macho, del latín musculum, seres vivos que tienen los órganos de reproducción masculinos.

Fecundación es la unión de dos células sexuales, masculina y femenina (gametos), cada una contiene “n” cromosomas, de la cual se origina el huevo o cigoto, cuyo desarrollo da lugar a un nuevo individuo.

 

II.- ANA MARÍA PORTUGAL: “A través de los siglos las mujeres han sido nombradas desde la ambigüedad, la sospecha y el mito. Miradas de soslayo, atrapadas en el lenguaje de la mistificación y la afrenta, las mujeres han quedado al margen de la historia oficial. Es cierto que en el devenir del tiempo las mujeres han empezado a salir de las sombras gracias a la labor de rescate de historiadoras y antropólogas feministas, y al protagonismo de los movimientos de mujeres.

Sin embargo, seguimos observando que en el umbral del siglo XXI no existe ninguna voluntad de rectificación frente a este ocultamiento. Son los medios de comunicación, en especial, los que mantienen una especie de ley del silencio en sus informes cronológicos, reportajes y comentarios sobre los sucesos más relevantes del milenio, donde las mujeres, cuando aparecen, quedan difuminadas y/o reducidas a simples caricaturas. Pese a ello, en mil años de historia de la humanidad, las huellas que ellas han dejado se nos aparecen de manera abrumadora. Esto es lo que pudimos constatar durante la tarea de búsqueda y recopilación que hicimos en Isis Internacional, utilizando como fuente principal nuestro Centro de Información y Documentación. …

Hacemos hincapié que este recorrido, más que recordar a las heroínas clásicas, estuvo centrado en rescatar la presencia, actuación y pensamiento de mujeres escasamente o nunca recordadas por la historiografía oficial, precisamente porque en diversas épocas se atrevieron a cuestionar el orden patriarcal; que hablaron por sí mismas, que estando destinadas a vegetar y/o morir en la ignorancia, rompieron barreras y se calificaron de eruditas y creadoras. Fueron osadas pioneras que abrieron el camino para las nuevas generaciones de mujeres. Muchas buscaron representación a partir de otras en la complicidad y el affidamento. Son las herejes, las sabias, las visionarias… Tenemos la esperanza que en el milenio que empieza se geste una nueva conciencia en las generaciones de mujeres y hombres que tendrán la tarea de hacer posible una civilización integradora y humanista, donde la mitad del género humano no siga siendo invisible.”

 

III.- UNA INJUSTA AUSENCIA. ORIOL FINA. Es dable confirmar la injusta ausencia de la mujer en la selecta lista de protagonistas de la Historia.

Oriol Fina refiere que la mujer ocupaba en Grecia un lugar totalmente secundario. En modo alguno intervenía en la vida pública ni asistía a las reuniones de los hombres. Relegada a un segundo plano, entre el hombre libre y el esclavo. Sócrates solía repetir que estaba agradecido a la fortuna por ser hombre y no animal, por ser varón y no mujer, y por ser griego y no bárbaro. Es decir, a un lado lo positivo —hombre varón y griego— y al otro lo negativo —animal, mujer y bárbaro—. Según esto, parece que era preferible ser varón bárbaro que mujer griega, lo que en boca de un ateniense es muy significativo. Esta posición explica que la cultura de las mujeres fuera muy rudimentaria, prácticamente nula.

La esposa de Sócrates, Jantipa, no es en esto una excepción. Nos es presentada como una mujer vulgar y de reacciones primarias; mucho más joven que Sócrates, era frecuente que interrumpiera las reuniones del maestro con sus amigos o discípulos y que le increpara a gritos, y aunque le zarandeara cogiéndole por el manto. Hasta tal punto se repetían estas situaciones que alguien se atrevió a preguntarle cómo aguantaba tales gritos. Sócrates se limitó a contestar: “Me he acostumbrado a sus gritos, lo mismo que al ruido continuo de la polea del pozo; del mismo modo que tú aguantas el graznido de tus gansos”. “Pero mis gansos me dan huevos y crían”, contestó el interpelante. “Y a mí, Jantipa me da hijos”, dijo Sócrates. A nadie puede pasar inadvertida la ternura que encierra esta respuesta, en el sentido de que a ella se le podía perdonar todo, hasta sus malas maneras, porque le había dado tres hijos. Pese a estas airadas manifestaciones de furor, ella sentía también un acentuado cariño hacia su esposo. Después de estas escenas de gritos e increpaciones, acostumbraba a reaccionar arrojándose llorando a los brazos de su marido. Es conocida la expresión de Sócrates. “Cuando Jantipa truena, termina siempre por llover”.

La postura adoptada por Sócrates ante el carácter de su mujer no era tampoco de una total pasividad. En cierta ocasión se sobrepasó en sus manifestaciones de mal genio, y entrando en la habitación en que se encontraba Sócrates con uno de sus discípulos, le insultó y acabó volcando la mesa. El discípulo se marchó espantado. El maestro se limitó a hacer a su esposa esta consideración: “Tú no habrías aguantado esto ni a una de tus gallinas que hubiera entrado revoloteando. Yo, ya ves, no me enfado”. Jantipa vuelve a aparecer en escena el día en que Sócrates iba a morir. Ante los llantos y exclamaciones de dolor de la esposa, la hace salir para poder charlar tranquilamente con sus amigos. Unos momentos antes de que beba la cicuta, vuelven a entrar su mujer y sus hijos, uno de ellos todavía en brazos de ella, repitiéndose la misma escena de incontrolado griterío.

Existe una tradición relacionada con una supuesta bigamia de Sócrates. Al nombre de Jantipa, Aristóteles unirá posteriormente el de una tal Mirto. Aunque en Grecia no existía todavía la institución matrimonial en el sentido de unidad e indisolubilidad que tiene actualmente, reduciéndose a lo más primario de esta institución, no parece probable la existencia de esta Mirto en la vida de Sócrates. Pertenece más a la fantasía y leyenda posterior, que a la realidad de los hechos. Otra figura femenina que encontramos en la vida de Sócrates es la de la meretriz Teodota. El maestro la contempla desnuda, posando ante un pintor, y se le ocurre un comentario en verdad sorprendente: “¿Debemos agradecer el que se deje contemplar, o es ella la que nos debe agradecimiento a nosotros? En realidad, quien saca provecho es ella, pues le haremos propaganda cuando expliquemos a los demás sus encantos”. Tampoco esta anécdota parece ajustada a la realidad, tanto por lo absurdo del comentario que se pone en boca de Sócrates, como por no adaptarse en absoluto a la línea de la moral socrática.

Concluyamos que Sócrates fue un hombre austero, de moderadas costumbres, fuerte y valeroso. No buscaba ni la riqueza ni una elevada posición social, valorando por encima de todo la amistad. En ningún momento quiso destacar entre sus conciudadanos, rehuyendo siempre el pasar por un hombre raro. Fiel cumplidor de las leyes de la ciudad y respetuoso con sus dioses. No rechazaba ni menospreciaba las ideas de nadie, pues en toda ideología encontraba algo aprovechable para la búsqueda de la verdad. Esta moderación y ecuanimidad sería lo que, a la larga, le atraería la animadversión de algunos destacados atenienses y le precipitaría hacia su trágico fin. Pero más que nada y antes que nada, Sócrates fue un gran conversador, un infatigable buscador de la verdad y un apasionado educador.

 

IV.- JOSTEIN GAARDER. Comenta: “Es curioso que a pesar de la opinión tan positiva que de la mujer tenía Platón, no era así la de Aristóteles. Éste pensaba que a la mujer le faltaba algo. Era un ‘hombre incompleto.’ En la procreación la mujer sería pasiva y receptora, mientras que el hombre sería activo y el que da. Aristóteles pensaba que un niño solo hereda las cualidades del hombre, y que las del propio niño estaban contenidas en el esperma del hombre. La mujer era como la Tierra, que no hace más que recibir y gestar la semilla, mientras que el hombre es el que siembra. O, dicho de una manera genuinamente aristotélica: el hombre da la ‘forma’ y la mujer contribuye con la ‘materia’. Naturalmente, resulta sorprendente y lamentable que un hombre tan razonable en otros asuntos se pudiera equivocar tanto en lo que se refería a la relación entre los sexos. No obstante nos muestra dos cosas: que Aristóteles seguramente no tuvo mucha experiencia práctica con mujeres ni con niños y lo negativo que puede resultar que los hombres hayan imperado siempre en la filosofía y las ciencias. Y particularmente negativo resulta el error de Aristóteles en cuanto a su visión de la mujer, porque la suya y no la de Platón, llegaría a dominar durante la Edad Media. De esta manera, la Iglesia heredó una visión que en realidad no tenía ninguna base en la Biblia. Pues Jesús ¡no era anti-mujer!

Desgraciadamente Tomás de Aquino también se quedó con la visión que de la mujer tenía Aristóteles. Estos pensamientos armonizaban, según aquel, con las palabras de la Biblia, donde se dice, entre otras cosas, que la mujer fue creada de una costilla del hombre. Conviene añadir que el que algún mamífero pone huevos no se supo hasta 1827. Por lo tanto quizás no fuera tan extraño que se pensara que el hombre era el que daba la forma y la vida en la procreación. Además debemos tener en cuenta que, según Tomás, la mujer es inferior al hombre sólo físicamente. El alma de la mujer tiene el mismo valor que la del hombre. En el cielo hay igualdad entre hombres y mujeres, simplemente porque dejan de existir todas las diferencias físicas entre los sexos.

En Roma, su Derecho consuetudinario, el contenido de sus leyes, se basa en unos ejes claramente definidos: la salvaguarda del patrimonio y la autoridad del padre, el único titular de derecho. La mujer aparece privada de toda capacidad jurídica y pasa, tras el matrimonio, de la potestad del padre a la del marido. La potestad del padre sobre sus hijos incluye que puedan disponer libre y arbitrariamente de los recién nacidos, pudiendo eliminar a los hijos nacidos con deformidades o, simplemente, no reconocerlos como hijos. Cierta limitación a esta patria potestad puede considerarse la norma según la cual el padre que vendía a su hijo, no una sino tres veces consecutivas, perdía todo derecho sobre él, quien, a su vez, adquiría plena capacidad jurídica. Por lo mismo, el delito considerado más grave es el parricidio.

 

V.- ¿HUMANISTAS? ¿No las ha habido en la Historia? Me pregunté cuando, al estar haciendo un exhaustiva y enciclopédica investigación acerca de los humanistas representativos de todos los tiempos (Teología, Moral, Filosofía, Ciencias Naturales y Sociales con énfasis en el Derecho) y casi “por concluirla” –noviembre del año 2003– me percaté de que de casi dos mil fichas de esbozos biográficos, sólo había localizado dieciocho. El testimonio de ese momento de mi búsqueda está guardado en hemerotecas y en mi archivo personal, pues publiqué un artículo periodístico en EL IMPARCIAL– del que ahora me apeno, al concluir consigno ¡500!), pero que refleja ese episodio:

 

VI.- MUJERES: 600 a.C. – 2003.

SAFO (600 a.C.), poeta lírica griega, cuya fama hizo que Platón se refiriera a ella dos siglos después de su muerte como la décima musa.

STA. HILDEGARDA DE EBINGEN (1098-1179), compositora alemana, mística y escritora. En Scivias, libro que tardó diez años en escribir, la hizo famosa en Europa.

SANTA TERESA DE JESÚS (1515-1582), reformadora, escritora y doctora.

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (1651-1695), mexicana, aun cuando no ingresó a la Universidad para estudiar Filosofía y Teología –era fuera de las costumbres de su época-, por su autodidactismo demostró sus conocimientos ante profesores de la Real y Pontificia Universidad, en que Juana de Asbaje tenía 17 años de edad. En sus 44 años de vida fue la primera mujer que actuó en la vida intelectual de su tiempo.

HARRIET BEECHER STORE (1811-96), escritora estadounidense, autora de La cabaña del Tío Tom, severa denuncia de la discriminación y una de las mejores novelas en su género. Inspiró la Guerra de Secesión y la abolición de la esclavitud.

SUSANNE KATHERINE LANGER (1895-1985), filósofa de EU, escribió sobre Estética y Filosofía analítica.

HANNAH ARENDT (1906-1975), alemana, especialista en ciencia política, reputada por sus obras sobre totalitarismo y el mundo judío. A los 22 años se doctoró en humanidades en Heidelberg. Enseñó en Berkeley, Princeton y Chicago; publicó Orígenes del totalitarismo (1951), La condición humana (1958) y, como periodista, la polémica Eichmann en Jerusalén (1963), basada en su informe sobre los juicios de los criminales nazis.

MARÍA ZAMBRANO (1907-1991), filósofa española, discípula de José Ortega y Gasset y profesora en la Universidad de Madrid.

SIMONE DE BEAUVOIR (1908-1986), novelista, existencialista, feminista y filósofa francesa. Tras conocer a Jean Paul Sartre en la Sorbona, se le unió estrechamente.

SIMONA WEIL (1909-1943), filósofa social activista política francesa, influyó en el pensamiento europeo. En Inglaterra colaboró con la Resistencia francesa y murió subsistiendo con las raciones de sus compatriotas en la ocupación alemana.

AGNES GONXHA BOJAXHIU (MADRE TERESA DE CALCUTA) (1910-1997), monja católica, nació en Macedonia y nacionalizada india. Fundadora de las Misioneras de la Caridad y premio Nobel de la Paz. Falleció en 1997 y recién beatificada.

MARY B. HESSE (1924), profesora en las Universidades de Leeds y Cambridge, miembro de la Academia Británica.

ANNA FRANK (1929-1945), su Diario constituye conmovedor testimonio de ese tiempo de terror y persecuciones.

SUSAN SONTAG (1933-2004), escritora de EU. Sus ensayos la colocan en la vanguardia de los movimientos intelectuales de los años sesenta. Premio Príncipe de Asturias de Letras.

JULIANA GONZÁLEZ VALENZUELA (1936), hija del sonorense Julián González, única con Doctorado en Filosofía.

ELSA CECILIA FROST (1928-2005), mexicana, experta en la filosofía de México durante el virreinato.

LUCE IRIGARAY (1945), belga, una de las más grandes pensadoras y filósofas del feminismo de la diferencia.

SHIRIN EBADI (1947), abogada Iraní, Premio Nobel de la Paz 2003.

Apenas 18 mujeres entre ¡miles de humanistas biografiados en 2003 años!

 

(Continúa)