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Tírenle al negro, se llama EPN

Por Feliciano J. Espriella/

¿Alguien piensa que los casos de Ayotzinapa, Tlataya o los de tráfico de influencia que se han exhibido no hubieran ocurrido si nos gobernara alguien diferente, del mismo u otro partido?

Al juego de “tírenle al negro” parece estar dedicada buena parte de la población mexicana. Pero esto no es nuevo. Me parece que ha sido uno de nuestros juegos preferidos. El negro se llama ahora Enrique Peña Nieto, quién sustituyó como tal a Felipe Calderón, antes fueron Fox, Zedillo y todos sus antecesores hasta llegar a Guadalupe Victoria.

Hace unos cien años Don Porfirio Díaz dijo: «La razón por la que le va mejor a Estados Unidos es que una vez que alguien gana la presidencia, el pueblo y los políticos se le unen para trabajar por la nación. En cambio en México, en cuanto alguien toma el poder, todos, enemigos y antiguos amigos, se ponen en su contra». La idea sigue más vigente que nunca.

El presidente Peña Nieto ha sido prácticamente desde que inició su mandato el blanco preferido de gran parte de la población mexicana. Casi no ha habido acto público en el que por fuera del recinto en el que se celebra no haya habido manifestantes pidiéndole a gritos o con pancartas que se vaya. El “fuera Peña Nieto” ha sido seguramente la frase política más pronunciada en los últimos tres años.

Sin embargo, al margen de las motivaciones de una población verdaderamente dolida que se manifiesta con honestidad, así como muchos que sólo buscan agitar las aguas pare ver qué pescan, en lo personal me parece que si llegara a darse el improbable caso de que cayera el presidente, el país sufriría consecuencias mucho más nocivas que las que ya afronta.

O qué, ¿alguien piensa que los casos de Ayotzinapa, Tlataya o los de tráfico de influencia que se han exhibido no hubieran ocurrido si nos gobernara alguien diferente, del mismo u otro partido? Claro que no. La corrupción que permite a toda la clase gobernante excesos y abusos cada vez mayores se debe a un “sistema político” podrido hasta el tuétano, al que nadie de quienes podrían cambiar le interesa hacerlo.

Los cambios abruptos en el poder originan más males que los que se pretenden corregir. Y generalmente lo asumen individuos tan abyectos como los que se fueron. Aún con todas sus fallas, está plenamente comprobado que la democracia es el único sistema para lograr cambios que deriven en bienestar. El problema es que en México estamos muy lejos de tener una auténtica democracia.

María Dolores va en serio, y seguramente con todo

Al terminar el evento en el que María Dolores del Río aceptó el ofrecimiento del coordinador nacional de Movimiento Ciudadano para contender por la presidencia municipal de Hermosillo me acerqué a felicitarla y desearle suerte “¿Cómo la ves?”, me dijo.

“Muy difícil —le respondí—, pero no es la primera ocasión que enfrentas un reto de esa naturaleza. De hecho, recuerdo que algunas de las posiciones anteriores para lograrlas tuviste que pasar por oposiciones muy fuertes”.

En verdad me parece muy cuesta arriba el objetivo actual de la ex alcaldesa. En nuestros tiempos para alcanzar puestos políticos, más allá de ideologías y buenos candidatos, son indispensables dos elementos: 1) Estructura y 2)  Dinero (mucho dinero).

En ese sentido, creo que la estructura que indudablemente ha logrado montar Dolores en el último año de actividades “ciudadanas” le va a ser de mucha utilidad. Sin embargo, frente a la de los partidos mayores puede resultar muy pequeña.

Y en cuanto a los recursos económicos, además de los que mediante sus comités financieros logren captar los candidatos, los fondos públicos que recibirán PRI y PAN serán diez veces mayores. A los que naturalmente habrá que agregar los apoyos oficiales que por debajo de cuerda les ofrezcan las dependencias emanadas de sus respectivos gobiernos.

Se antoja como el encuentro de David y Goliat. Pero en ese pleito ganó el débil ¿Quién sabe? En política a veces también se da la “chica”. Un chiste de políticos para terminar:

Muere Enrique Peña Nieto y llega al purgatorio. Un ángel le pide que espere en una habitación llena de relojes mientras averigua a dónde debe ir. Mientras espera se da cuenta de que cada reloj tiene el nombre de un país y caminan a diferente ritmo, cuando ve pasar a un ángel le pregunta qué significan esos relojes a lo que éste contesta que los relojes caminan de acuerdo al grado de corrupción del país al que pertenece.

Entonces Peña Nieto se acerca y observa que el de Suiza va demasiado lento, el de China un poco más rápido y así observa todos, pero se da cuenta de que no está el de México, por lo que se siente orgulloso.

Cuando el ángel regresa por él, Peña Nieto obviamente con presunción, le dice ——¡¡Qué gusto me da que en México no existe la corrupción, porque no vi un reloj con su nombre!! A lo que el ángel contesta….

—El de México está en el techo… ese lo usamos como ventilador.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.