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Transporte Público en Hermosillo: El usuario sigue pagando ineficiencia

El paro de labores de choferes del transporte urbano en Hermosillo generó molestia entre los usuarios que, lejos de las discusiones políticas entre la empresa concesionaria, los trabajadores y el gobierno, lo único que ven es la afectación

Por Antonio López Moreno / Ehui.com

Joel llegaba la noche del domingo a su trabajo en una empresa cercana al primer cuadro de la ciudad donde trabaja como velador, le esperaba una noche fría y una dura jornada de trabajo.

Portaba un abrigo, gorro, bufanda y guantes para soportar las bajas temperaturas que ya arreciaban en la ciudad. Él sabía lo que le esperaba, una complicada noche con los riesgos habituales que implicaban su labor.

Sin embargo, de algo no se había enterado: transportistas afiliados a una central obrera ya amenazaban con un paro de labores en donde finalmente dejarían fuera de circulación a más de 100 unidades.

La Junta Local de Conciliación y Arbitraje archivaba el expediente y decretaban ilegal la parálisis del transporte.

Al mismo tiempo destacados empresarios lamentaban los hechos y exigían hacer valer el estado de derecho.

Funcionarios estatales brindaban declaraciones donde intentaban tranquilizar a los usuarios e informaban sobre un operativo de taxistas quienes auxiliaban a algunos de los afectados.

A Joel poco le importaba la política, poco conocía sobre los intereses sindicales y sobre las posturas que ya manifestaba la autoridad gubernamental. Aún así de algo si estaba seguro, y es que esa determinación lo afectaba directamente.

En punto de las 5:00 horas, Joel caminaba a su parada de autobús más cercana y en el lugar observaba más afluencia de lo normal. También podía percatarse que las líneas del transporte demoraban más de lo acostumbrado y después de todo aquello podía enterarse de lo que pasaba.

En esa parada de autobuses, donde cotidianamente esperaba 30 minutos la ruta que lo llevaría a su hogar, estuvo sentado más de dos horas y toda aquella situación lo aquejaba y movía de su rutina.

Y es que a Joel le urgía llegar a su hogar a descansar, pues al medio día debía llegar a su segundo empleo para después volver al lugar donde trabaja como velador.

Después de poco más de dos horas sin vislumbrar la ruta indicada, Joel tomaba una decisión que le disgustaba pues se veía obligado a hacer uso del transporte privado a través de aplicaciones en teléfonos inteligentes, en donde debía erogar parte del dinero que había ganado esa noche.